00:00
00:00
Episodio número 43, Dulces 16, un tributo a tu yo adolescente. Hola, ¿cómo estás? Si es la primera vez que escuchas este podcast, déjame presentarme. Mi nombre es César, soy profesor de español y he creado este podcast para que los estudiantes de español de nivel intermedio puedan mejorar su comprensión auditiva, mejorar y ampliar su vocabulario, y practicar las estructuras gramaticales a través de la escucha activa. Puedes leer la transcripción en texto del episodio en www punto Spanish Languagecoach punto com.

Recuerda suscribirte, no lo has hecho todavía, para recibir los nuevos episodios. También puedes encontrar más contenidos similares en Instagram y YouTube bajo el mismo nombre, Spanish Language Coach. Ahora sí, empezamos. El día que grabo este episodio de podcast es mi cumpleaños, cumplo 32 años, hace 32 años que vine al mundo. Me gustan los cumpleaños y todo lo que está relacionado con ellos, la celebración, la tarta, los globos para decorar la casa de colores.

Cuando me he despertado esta mañana, mi casa estaba decorada con un cartel grande de Happy Birthday y un montón de globos por el suelo. Además había una gran tarta de chocolate en el frigorífico. Le tengo que dar las gracias a mi chico por hacerme el cumpleaños un poco más dulce y colorido a pesar de estar confinados por el coronavirus. Tengo 32 años, lo que significa que hace 16 años cumplí 16 años. En España no existen los dulces 16 como en algunos países anglosajones o las fiestas de quinceañeras como en algunos países latinoamericanos.

Cumplir 16 años en España no es sinónimo de una gran fiesta necesariamente, Sin embargo, cuando llegas a esta edad se te empieza a considerar una persona adulta, al menos legalmente. La mayoría de edad llega a los 18 años donde somos completamente adultos. Con 18 años podemos beber alcohol o conducir, por ejemplo. ¿Y qué cambia a los 16 años entonces? Pues que podemos trabajar legalmente, casarnos o tener relaciones sexuales.

Recuerdo aprender eso en el colegio y el día que cumplí 16 años me sentía súper mayor, ya era adulto. Años después descubrí que en realidad con 16 años no era un adulto, simplemente tenía más opciones. Te das cuenta de que realmente eres un adulto con pequeños detalles, pequeños momentos en un día que no es especial, un día cualquiera. La primera vez que preparé una coliflor hervida tuve 1 de esos momentos. Pensé, estoy comiendo coliflor hervida por propia voluntad, nadie me obliga, lo hago porque quiero, soy adulto.

Te das cuenta de que empiezas a pensar más en el largo plazo y empiezas a pensar en el concepto alimentación saludable, cuando tienes que preparar tu comida. Otro de estos momentos fue la primera vez que tuve un ataque de ansiedad. Estaba en un restaurante cenando con mi exnovio, llevábamos saliendo juntos muy poco tiempo, y de repente, en pocos segundos, me empecé a encontrar mal. Mi respiración se aceleró, mi corazón latía fuerte, nada se sentía normal, era como un sueño desagradable. Años después, hablando con mi psicóloga sobre la ansiedad, analizamos un poco más esa noche.

Llegué a la conclusión de que ese primer ataque de ansiedad traía un mensaje, César, ya eres adulto y no te sientes preparado. Tenía mi primer trabajo como profesional recién graduado, no como estudiante, además estaba pagando por primera vez un alquiler y tenía facturas de agua, luz, Internet. También tenía novio por primera vez, era un adulto independiente. Y sí, me gustaba la idea, estaba contento, simplemente era un período de transición, tenía que adaptarme a mi nueva situación y lo hice poco a poco. Ahora cumplo 32, el doble de 16, y quiere decir que la mitad de mi vida ya la he vivido como un adulto.

Puede parecer una tontería, pero es como si los primeros 16 años de mi vida hayan sido para crecer física e intelectualmente y los 16 siguientes hayan sido un entrenamiento para convertirme en adulto. Ahora he finalizado, he terminado oficialmente el entrenamiento y ya debería saber exactamente cómo funciona la adultez, la edad adulta. La realidad es que no me siento así para nada. Cuando era niño pensaba que los adultos lo sabían todo y tenían el control de lo que estaba pasando. Ahora que soy adulto me he dado cuenta de que eso no es verdad, no importa que tengas 20, 30, 40, 50 o 100 años, estoy en continuo aprendizaje.

Hay cosas que no están en mis manos y simplemente tengo que vivir con ello. Como adulto ahora veo la vida como un constante ajuste, tengo que ajustar las cosas que quiero con las cosas que pasan y no controlo, buscar un punto intermedio y encontrar la comodidad en ese ajuste. La verdad es que me alucina pensar lo rápido que han pasado los años, el tiempo vuela. Cierro los ojos y puedo volver a mi décimo cumpleaños, el día que cumplí 10 años, puedo recordar la tarta de chocolate y las 2 velas rojas que soplé con la forma del número 10. Me acuerdo de que era un día entresemana, no era durante el fin de semana, porque llevaba puesto el uniforme del colegio.

Me gusta cumplir años. La alternativa sería estar muerto, así que cumplir años está bien. Creo que está bien que pase el tiempo, nos ayuda a tener una mejor perspectiva de la vida. ¿Te imaginas ser eterno? El tiempo no tendría ningún valor y no valoraríamos ningún momento.

En este episodio me gustaría que viajáramos con la máquina del tiempo, ahora que viajar es algo imposible, y volvamos a la época, al tiempo, donde éramos adolescentes. En concreto quiero que volvamos a cuando teníamos 16 años. Viendo las estadísticas de los oyentes que escuchan este podcast, la gran mayoría son adultos, así que será fácil para ti volver a esa edad. Quiero que y yo hagamos un homenaje, un tributo a nuestro yo adolescente, a nuestra versión adolescente. Cuando era adolescente pensaba mucho en cuando era un niño, y ahora que soy adulto pienso mucho en mi yo adolescente.

Cuando pienso en el niño que fui y que de alguna manera sigo siendo, lo hago de una forma tierna, con compasión. Por otro lado, si pienso en mi yo adolescente, la cosa es muy diferente, y me ha sorprendido saber que no soy el único al que le pasa esto. Cuando he preguntado a algunas personas sobre qué es lo que le dirían a su yo de 16 años, la mayoría de ellas han respondido algo que implicaba que ese yo de 16 años no estaba haciendo las cosas bien. Muchas respuestas incluían la palabra más. Te doy algunos ejemplos.

Estudia más, trabaja más duro, come más sano, disfruta más de tu sexualidad, disfruta más de tu tiempo libre y cosas de ese tipo. También muchas personas me han dado una respuesta del tipo no hagas esto o no hagas eso. Estos mismos mensajes los recibimos cuando teníamos 16 años por parte de nuestros padres u otros adultos de nuestro alrededor como nuestros profesores. No nos gustaba demasiado oírlos, sin embargo, ahora, como adultos, nos mandamos exactamente los mismos mensajes. Se nos olvida cómo nos sentíamos y cómo esos consejos, recomendaciones y mensajes bien intencionados, con buena intención, no resonaban en nosotros y muchas veces no tenían efecto.

Cuando hablo de la adolescencia con mis estudiantes, no importa de donde sean o la edad que tengan, todos tienen experiencias similares. Quizás las expectativas o las tradiciones son diferentes pero los sentimientos son muy iguales, no importa si la persona es de Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña o España. Casi todos los estudiantes me hablan de incomprensión, egoísmo, rebeldía, necesidad de independencia, etcétera. Como te decía, la mayor parte de las personas mandaban mensajes negativos a su yo de 16 años. Mi madre, sin embargo, me ha dicho una cosa que me ha gustado mucho, me ha encantado de hecho.

Me ha dicho que cuando ella tenía 16 años su madre, es decir, mi abuela, murió. Ella tuvo que tomar el rol, el papel de madre para algunos de sus 6 hermanos pequeños, e imagino que esto no fue fácil, eran muchos niños y ella muy joven. Cuando le he preguntado qué es lo que ella le diría a su yo de 16 años, me ha dicho. Le diría que puede estar muy orgullosa de misma y que todo va a salir bien. Me conmovió mucho que ese fuera el mensaje a su yo de 16 años y pensé que todos deberíamos sentirnos más orgullosos de nuestra versión adolescente.

Creo que como adultos tendemos a olvidar cómo nos sentíamos en ese momento. Puede ser bueno recordarnos cómo nos sentíamos y decirnos, estoy orgulloso u orgullosa de lo que hiciste, no porque lo hicieras todo bien, sino porque no lo tenías fácil. Y no es que yo quiera hacer una defensa de los adolescentes, todos hemos pasado por ahí. Sabemos que a veces con esa edad nos comportamos de una forma arrogante, egoísta y muy injusta en muchas ocasiones. Pero como te he dicho, este no es el momento de reprocharnos nada, Reprochar es decir a una persona lo que consideramos que no ha hecho bien usando críticas o reproches.

Ser adolescente no es fácil. Muchas veces un adolescente es esa persona con cuerpo de hombre o mujer, pero con una mente no lo suficientemente madura. Y es que el cuerpo es una de las principales obsesiones de los adolescentes, las hormonas empiezan a revolucionarse y los cuerpos empiezan a cambiar. Con esos cambios también aparecen los complejos físicos. Tenemos granos en la cara, más formalmente llamado acné, nos aparece el vello corporal, es decir, pelo, en partes del cuerpo que nos hacen sentirnos incómodos.

Cuando yo era adolescente mi madre me decía que los complejos se iban con la edad, y es verdad que como adulto ya no le das tanta importancia, tus prioridades son otras y la apariencia no está en los primeros puestos de la lista. Creo que podemos agradecerle a nuestro yo adolescente por habernos enseñado a vivir con cosas que no nos gustan de nosotros mismos, por no obsesionarnos con partes específicas de nuestros cuerpos y vernos desde una perspectiva más amplia, vernos en general. Nos ha enseñado a apreciar la máquina tan fascinante que es el cuerpo de un ser humano. También nos ha ayudado a tratar mejor a los demás. Hace tiempo escuché algo que me gustó mucho, era una charla en un instituto con adolescentes y hablaban del cuerpo, los complejos y de cómo teníamos que hablarnos de nuestros cuerpos y de los cuerpos de los demás.

Decían que nunca deberíamos decirle a otra persona nada sobre su apariencia, sobre su cuerpo. Si lo hacemos debería ser algo que esa persona puede cambiar en menos de un minuto. Así, por ejemplo, decirle a alguien que tiene sobrepeso es absolutamente innecesario, primero porque esa persona ya lo sabe seguramente y además no puede hacer nada para cambiarlo en el corto plazo. que podríamos decirle, por ejemplo, que está despeinado por el viento para que en un momento pueda ponerse el pelo correctamente. Algo que está muy relacionado con la apariencia también es el sexo, bueno, mejor dicho, la apariencia está relacionada con el sexo cuando eres adolescente, creemos necesitar una determinada apariencia para poder ser deseados.

Además vemos el sexo como algo idealizado, probablemente fruto de la irrealidad que muestra el cine, el convencional y el cine porno. Podemos agradecer a nuestro yo adolescente por haber pasado demasiado tiempo pensando y preocupándose sobre eso. Le podemos decir que el cine y la vida real poco tienen que ver, no están relacionados. El sexo es natural y divertido, y cuanto menos pienses en tu apariencia, mejor. Otra cosa que como adolescentes teníamos muy en cuenta eran las expectativas, lo que se esperaba de nosotros, lo que esperaban nuestros padres, lo que esperaban nuestros amigos y lo que esperaba la sociedad.

Las expectativas que tenían nuestros padres sobre nosotros son especialmente pesadas en algunos casos. En el episodio número 16 hablamos sobre el trabajo y los cambios de carrera profesional. Varias personas me dijeron que habían cambiado de carrera profesional. La razón era que su primer trabajo o sus estudios no fueron una elección propia. Esta decisión estaba influenciada por las expectativas que tenían sus padres sobre ellos.

Todos conocemos los casos del hijo o la hija que estudia medicina porque sus padres son doctores. Otro ejemplo es el hijo o la hija que da por hecho, es decir, que espera tener que continuar con el negocio familiar. En algunos casos los hijos están encantados con estas expectativas que coinciden con sus preferencias, en otros casos no es así. Como adolescentes intentamos mostrarnos poco vulnerables, pero en realidad tenemos un gran miedo de decepcionar a nuestros padres. La decepción es el sentimiento que aparece cuando no se cumple con una expectativa.

Si quiero ir de vacaciones y cancelan mi vuelo en el último minuto estaré decepcionado, sentiré decepción, no confundir con la palabra en inglés deception, que es engaño en español. Además de gestionar las expectativas de los demás, nuestro yo adolescente tuvo que gestionar las expectativas sobre 1 mismo. Al principio del episodio te decía que cuando yo era pequeño pensaba que los adultos eran personas responsables, consistentes, motivadas, determinadas, generosas, etcétera. Además pensaba que lo eran todo el tiempo, pensaba que cuando yo me transformara en un adulto sería así. Obviamente no fue así y tuve que navegar ese sentimiento, aceptar que aunque ya fuera adulto nunca me convertiría en ese hombre que quería ser, nunca me convertiría en la versión idealizada de lo que yo pensaba que era ser un adulto.

Ahora que eso está bien, no pasa nada, ese hombre que quería ser no existe y además es muy aburrido. He dicho que nuestro yo adolescente tuvo que gestionar los conflictos con la apariencia, el sexo o las expectativas, entre otras cosas. Eso no quiere decir que nuestro yo adulto haya encontrado la solución para todos los conflictos. Todos seguimos teniendo nuestro yo adolescente en nosotros igual que nuestro niño o niña interior. En mi opinión, que creo que el yo adolescente tuvo que digerir de una forma más directa estos conflictos y nos dio herramientas, utensilios para navegar estas situaciones.

Por eso creo que podemos agradecerle a nuestro yo adolescente por haber pasado por todas las primeras veces, por todos los errores que cometieron y que ahora nos ayudan a ser adultos mejores. Después de haber hablado sobre la adolescencia con varias personas y haber reflexionado sobre la mía, tengo una visión diferente del César de 16 años. Yo también era de esos que le dirían a su yo adolescente, haz esto o no hagas lo otro. Sin embargo, en este momento creo que los adultos que somos ahora son resultado de nuestras épocas anteriores. ¿Me hubiera gustado ser más extrovertido, sociable y seguro de mismo?

Absolutamente. Pero la verdad es que eso habría cambiado los factores de quién soy ahora mismo. Probablemente sería una persona diferente con experiencias diferentes. Si pudiera volver 16 años en el tiempo y hablar con mi yo adolescente, le daría las gracias y le diría que no es necesario que se preocupe tanto. Le diría que la vida es cuestión de ajustarse y él también va a aprender a hacerlo, a ajustarse, a vivir.

Hasta aquí el episodio de hoy, espero que además de aprender algo y mejorar tu comprensión auditiva, puedas haberte conectado un poquito más con tu yo adolescente y mostrarle tu amor, tu afecto, tu cariño. Si este podcast te está ayudando con tu español, no olvides correr la voz. Correr la voz es hablar de algo, extender una noticia o un rumor para que más personas lo sepan. Si te está ayudando, por favor, compártelo con otras personas que estudian español y deja un pequeño comentario, una valoración en la aplicación de podcast que utilices para escucharlo. Te recuerdo también que en la página web www punto Spanish Languagecoach punto com puedes conseguir de forma gratuita un ebook que escribí hace unas semanas.

Se llama la guía del estudiante de español intermedio. En ella te doy técnicas específicas para continuar progresando con tu español. Aquí me despido de ti hasta el próximo episodio. Muchas gracias y feliz semana, un abrazo grande.

Podcast: Intermediate Spanish Podcast
Episode: E43 Dulces 16: un tributo a tu yo adolescente - Intermediate Spanish