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Charlas hispanas, episodio mil ciento quince, la adaptación a las alturas. Bienvenidos a Charlas Hispanas, el podcast diario de español latinoamericano. Puedes ver la transcripción completa de este audio y acceder a ejercicios y explicaciones para aprender el vocabulario y expresiones que utilizamos en este episodio. Ese contenido solo está disponible para suscriptores premium, forma parte de nuestra comunidad en Charlas Hispanas punto com. Buenas, buenas, ¿cómo se encuentran, amigos?

Los saluda Alejandro, su locutor y amigo colombiano, aquí en Charlas Hispanas. ¿Pueden creer que ya pasamos el primer cuarto del año? Wow, ya es abril y ni nos dimos cuenta. En unos cuantos días llegará la primavera para todos aquellos que nos escuchan desde lugares en los que hay estaciones, por supuesto, y en menos de lo que pensemos, ya estaremos a mitad de año. ¿Cómo lo ven, amigos?

Bueno, y cambiando un poco de tema, espero que no tengan miedo a las alturas, porque en el episodio de hoy viajaremos a algunos de los asentamientos más altos del mundo. Vamos a echar un vistazo a la adaptación del cuerpo y la vida de los habitantes de las montañas. Imagina vivir en un lugar donde el aire es más ligero, el sol brilla con más intensidad y las montañas se elevan hasta tocar el cielo. Este es el mundo de las personas que viven en las alturas, un lugar mágico pero también desafiante. Estos lugares, donde la vida se abre paso en un entorno hostil, nos recuerdan la capacidad de adaptación del ser humano.

En la meseta tibetana, a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, encontramos ciudades como Laza y Xingatse. En los Andes, la Rinconada en Perú, a más de cinco mil metros, ostenta el título de la ciudad habitada permanentemente más alta del mundo, y en el Himalaya, el pueblo de cómic en India se aferra a las laderas a una altura de cuatro mil quinientos ochenta y siete metros. Y aunque Bogotá no se encuentra a una altura tan alta como las que acabo de mencionar, es la cuarta capital más alta del mundo, a dos mil seiscientos cuarenta metros, unos ocho mil seiscientos sesenta pies sobre el nivel del mar. Quizás algunos de ustedes hayan visitado a Bogotá u otra ciudad a gran altura y hayan sentido los efectos físicos, tal vez como mi esposa, cuando estuvo en Bogotá, que tuvo que parar muchas veces para recuperar el aliento mientras caminábamos. Aquel día, subimos a pie el Cerro de Monserrate, el lugar turístico más alto de Bogotá.

Bueno, pues estos efectos físicos son el resultado de la falta de oxígeno, que puede causar algo que llamamos en Colombia soroche. El soroche es el mal de altura y se presenta en una persona con síntomas como dolor de cabeza, cansancio, dificultad para respirar y náuseas. Para evitar esto, es importante, si se puede, tomar unos días para aclimatarse antes de subir más arriba y no esforzar el cuerpo demasiado. En casos más graves, las personas pueden presentar anemia, enfermedades pulmonares o alucinaciones. A mayor altitud, la cantidad de oxígeno en el aire disminuye y, en el largo plazo, la vida en estas alturas exige una serie de adaptaciones fisiológicas y culturales bien particulares.

El cuerpo humano debe aprender a funcionar con menos oxígeno, y aquí vamos a explorar algunos de los cambios principales que ocurren en el proceso de adaptación. Con el cambio progresivo de la altitud, el porcentaje de oxígeno en el aire permanece constante, pero la presión atmosférica disminuye. Esto hace que el aire se vuelva más delgado, por lo que hay menos oxígeno disponible. Por ejemplo, en comparación con el aire que se encuentra a nivel del mar, el aire a unos cinco mil ochocientos metros de altura contiene solo la mitad de oxígeno. Para compensar, el cuerpo produce más glóbulos rojos que transportan el oxígeno de manera más eficiente.

El corazón también tiene que trabajar más para bombear sangre a los pulmones. Con el tiempo, se vuelve más grande y fuerte, lo que permite una mejor circulación del oxígeno. La hemoglobina, la proteína que transporta el oxígeno en la sangre, también se modifica en las personas que viven en las alturas. Se vuelve más eficiente para captar el oxígeno del aire, incluso cuando este es escaso. Fantástico, ¿no?

Otro cambio físico es el aumento de la tasa de respiración, o sea, el cuerpo respira más rápido para obtener más oxígeno y esto es bien interesante y creo que lo puedo constatar, pues he notado que respiro más rápido que mi esposa. ¿Puede ser una adaptación de mi cuerpo para vivir muchos años en un lugar más alto? No lo sé, pero sería interesante corroborar si mi cuerpo también presenta otros de los cambios que he mencionado. Ahora, las adaptaciones a la altura no solo son físicas. Las personas que viven en las montañas también han desarrollado una cultura y una forma de vida única, en armonía con ese entorno montañoso.

Sus tradiciones y creencias están relacionadas con el entorno natural, con un profundo respeto por los cerros. Suelen tener ritmos de vida más lentos y pausas frecuentes para descansar. En cuanto a la gastronomía, su dieta es rica en carbohidratos y proteínas, lo que les proporciona la energía necesaria para afrontar las demandas de la vida en altitud. Miremos unas comidas típicas de las personas que viven en las cumbres andinas de Bolivia. Comen hortalizas y tubérculos como la papa, la yuca y la oca, que es un tubérculo con un sabor fresco y cítrico.

En Colombia les llamamos cubios. Estos alimentos son adaptados al clima frío y son una buena fuente de energía. También hay granos andinos como la quinua y el amaranto, que son ricos en proteínas y carbohidratos complejos. Adicionalmente, comen carnes y lácteos de animales criados en la altura, como la llama y la alpaca. Un alimento ancestral de los andes se llama chuño.

Básicamente, es un tubérculo como la papa, pero deshidratada por un proceso natural de congelación y deshidratación al sol, que lo convierte en un producto altamente nutritivo y de larga duración. Su origen es de las culturas precolombinas, alrededor del año ochocientos después de Cristo. Para estas comunidades en las alturas, la hoja de coca también hace una parte importante de la dieta. Tiene propiedades estimulantes que ayudan a combatir el zoroche o mal de altura y a mejorar el rendimiento físico. Se consume tradicionalmente más cara o en infusiones.

En algunas regiones de Colombia, las comunidades indígenas que habitan en los cerros también tiene la costumbre de mascar la hoja de coca, pero a esta actividad le llaman mambear, mambear coca. Y atención, que esta no es una droga como la cocaína, no, esta es solo la hoja de la planta, muy tradicional y apreciada por los indígenas. Como las personas de las alturas, esos alimentos se han adaptado a crecer en el clima extremo y sirven para alimentar, proporcionando la energía necesaria para afrontar las demandas de la vida en altitud. Es increíble, ¿no? La capacidad del cuerpo humano para adaptarse a la altitud es un ejemplo de la gran flexibilidad y resistencia de nuestro organismo.

Los cambios fisiológicos que se producen en las personas que viven en altitudes elevadas son una muestra de la capacidad del cuerpo para superar las condiciones más extremas. Bueno, queridos oyentes, ¿han aprendido algo nuevo en nuestra exploración cultural y un poco científica de hoy? Yo, por mi parte, quedé impresionado con la maravilla del cuerpo humano. Yo soy Alejandro y esto fue todo por hoy, hasta la próxima. Recuerda que puedes ver la transcripción completa de este audio y puedes acceder a una hoja con ejercicios y explicaciones para aprender el vocabulario y expresiones que utilizamos en este episodio.

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Podcast: Charlas Hispanas
Episode: 1115. La adaptación a las alturas