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Charlas hispanas, episodio mil doscientos veinticinco, la vida después del nueve once. Bienvenidos a Charlas Hispanas, el podcast diario de español latinoamericano. Puedes ver la transcripción completa de este audio y acceder a ejercicios y explicaciones para aprender el vocabulario y expresiones que utilizamos en este episodio. Ese contenido solo está disponible para suscriptores premium. Forma parte de nuestra comunidad en charlas hispanas punto com.

Buen día tengan todos y todas, familia querida. Un día más para seguir trabajando nuestros proyectos, echándole ganas a nuestro español y valorando lo que tenemos en nuestra vida. El día de hoy estaba pensando sobre qué hablar con todos ustedes, así que revisé el calendario. Vi que el día de mañana, aparte de ser el aniversario de bodas de mi prima, llega el día once de este mes. Un día que, en lo personal, trae muchos recuerdos por el impacto que generó un hecho que, para muchas personas, no es fácil de recordar.

El once de septiembre de dos mil uno, el mundo entero se despertó con una noticia que parecía sacada de una película de terror. Las torres gemelas de Nueva York, un símbolo de poder y prosperidad, fueron atacadas. Todos recordamos exactamente dónde estábamos cuando vimos esas imágenes que nos dejaron helados, pegados a la tele sin poder creer lo que pasaba. Los aviones que se estrellaron en los edificios no solo destruyeron el corazón de Manhattan, sino que también rompieron una parte de la inocencia con la que vivíamos hasta ese día. Precisamente, la semana pasada recordé ese momento hablando con mis amigos.

Yo estaba en segundo grado de secundaria y recuerdo muy bien que estaba realizando mi tarea de geografía en la mesa del comedor. La televisión estaba prendida en las noticias. De repente, vi cómo mi mamá se llevó sus manos a la boca y cambió su cara completamente, llena de preocupación. Es difícil explicar con palabras el shock que sentimos todos al ver cómo esas torres, que parecían invencibles, se desplomaban en cuestión de minutos. Fue un golpe que no solo dejó cicatrices en la ciudad de Nueva York, sino que también marcó un antes y un después en la vida de millones de personas alrededor del mundo.

A partir de ese día, todos cambiamos la manera en que veíamos la seguridad, la libertad y la importancia de proteger a nuestros seres queridos. Antes del once de septiembre, viajar en avión era una experiencia completamente diferente. Claro, había que pasar por los controles de seguridad y todo eso, pero la cosa era mucho más relajada. Podías llevar contigo casi lo que quisieras, líquidos, geles, no había tanto rollo con quitarte los zapatos o el cinto. En comparación con ahora, era como dar la vuelta por el parque.

Pero después de los atentados, todo cambió, y no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. Una de las primeras cosas que hizo el gobierno de los Estados Unidos fue crear la TSA, que en español es la administración de seguridad en el transporte. Esta agencia se encargó de poner en marcha un montón de medidas de seguridad para que algo así no volviera a pasar. No si se acuerdan o vieron videos de cuando la gente podía llevar su botellita de agua, refresco y hasta echarse un cigarro en el avión. Pues olvídenlo, eso se acabó.

Desde entonces, cualquier líquido que lleves antes de entrar a la sala de espera tiene que ser en botecitos de cien mililitros, y solo te permiten llevarlos si están en una bolsita de plástico transparente. También se hicieron mucho más estrictos con el tema de las revisiones. Ahora, es casi seguro que te van a hacer pasar por el escáner corporal, quitarte los zapatos, el cinturón, y hasta te hacen sacar tu laptop de la mochila. Y no crean que estos cambios solo se dieron en Estados Unidos. Los aeropuertos de todo el mundo adoptaron medidas similares.

Por ejemplo, si vas a volar hacia Estados Unidos desde cualquier otro país, te harán pasar por controles extra, porque la seguridad es prioridad número uno. Aumentó la cooperación entre países para compartir información sobre amenazas potenciales, y ahora es muy común ver a policías, militares y perros entrenados en los aeropuertos vigilando que todo esté en orden. Otra cosa que cambió fue la forma en que abordamos los vuelos. Antes, los pilotos podían mantener la puerta de la cabina abierta y hasta podías echarle un ojo al panel de control, Pero ahora esas puertas son como bóvedas, imposibles de abrir desde fuera para asegurar que nadie pueda entrar y tomar control del avión. Una de las lecciones más importantes que nos dejó el once de septiembre fue la necesidad de mejorar nuestros sistemas de rescate y alerta.

Aunque los bomberos, policías y paramédicos hicieron un trabajo heroico ese día, quedó claro que había mucho por hacer para estar mejor preparados ante situaciones de esa magnitud. Desde entonces, se han implementado protocolos más claros y rápidos para manejar emergencias. Ahora, las diferentes agencias de seguridad y rescate están mucho más coordinadas y pueden reaccionar con mayor eficiencia. También se han introducido nuevas tecnologías que permiten una comunicación más eficiente entre los equipos de rescate, algo crucial en situaciones donde cada segundo cuenta. Además, la infraestructura para responder a desastres ha mejorado considerablemente.

Hoy en día, muchas ciudades tienen planes de emergencia que incluyen simulacros regulares para asegurarse de que todos sepan qué hacer si ocurre lo peor. Y, por supuesto, no podemos olvidar el reconocimiento a los rescatistas. Los bomberos, paramédicos y policías que arriesgaron sus vidas ese día se convirtieron en héroes, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo. A partir de entonces, la labor de estos héroes ha sido mucho más valorada y respetada, y eso también ha llevado a mejoras en los sistemas de rescate y entrenamiento en muchas partes del mundo. Pero no todo fue malo después del once de septiembre.

De hecho, una de las cosas más positivas que surgió de esta tragedia fue la empatía global. Personas de todo el mundo se unieron para apoyar a Estados Unidos, dejando de lado las diferencias políticas, culturales o religiosas. Fue un recordatorio de que, al final del día, todos somos seres humanos y compartimos un mismo planeta. El reconocimiento a los héroes cotidianos también fue un cambio positivo. Los bomberos, paramédicos y policías comenzaron a recibir el respeto que se merecían a lo largo y ancho del planeta.

Esto ayudó a que la gente valorara más el valor de estos profesionales y a que se implementaran mejoras en sus condiciones de trabajo y entrenamiento. Además, hubo una unión global contra el terrorismo. No importaba si eras de Estados Unidos, Europa, Asia o Latinoamérica, todos estábamos en contra de los actos de violencia que buscaban sembrar el miedo y el caos. Se creó una especie de solidaridad global que ayudó a reforzar la cooperación internacional en temas de seguridad y combate al terrorismo. Su rechazo fue unánime.

Ninguna excusa, ya sea política, económica o religiosa, puede justificar el uso de la violencia para imponer miedo o causar destrucción. A partir de ese día, el mundo dejó claro que no toleraría ese tipo de actos y que se haría todo lo posible para prevenirlos y castigarlos. Además, el once de septiembre nos hizo reflexionar sobre la importancia de mantenernos firmes en nuestros valores de paz, respeto y solidaridad. Fue un recordatorio de que, aunque existan fuerzas que busquen dividirnos, la mayoría de la humanidad está comprometida con la idea de un mundo mejor donde todos podamos vivir sin miedo. Por eso, la comunidad internacional ha trabajado de la mano para combatir el terrorismo y proteger a las personas inocentes de todo el mundo.

Aunque todavía queda mucho por hacer, el compromiso global para acabar con el terrorismo sigue siendo fuerte y constante. Es por eso que mañana se cumplen veintitrés años de aquel once de septiembre de dos mil uno, que fue un día que cambió al mundo para siempre. Pero, a pesar de la tragedia, también nos enseñó lecciones valiosas y nos hizo más fuertes. Nos recordó la importancia de la seguridad, la necesidad de estar preparados y, sobre todo, el valor de la empatía y la solidaridad. Hoy, el mundo sigue avanzando, más consciente de los peligros que enfrentamos, pero también más unido y comprometido con la paz, porque, al final del día, todos somos parte de la misma familia humana y juntos somos más fuertes.

Muchas gracias por acompañarme, y no olviden que si quieren acceder a la transcripción completa de este episodio y a explicaciones y ejercicios sobre el vocabulario y las expresiones utilizadas el día de hoy, pueden hacerlo volviéndose suscriptores premium en nuestra página web, Charlas Hispanas punto com. Yo soy Fredo de México y los espero en nuestro próximo episodio. Cuídense mucho, pásenla chido y nos vemos la próxima. Chao.

Podcast: Charlas Hispanas
Episode: 1225. La vida después del 9/11