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Charlas Hispanas, episodio mil doscientos sesenta y dos, Noticias en español. Bienvenidos a Charlas Hispanas, el podcast diario de español latinoamericano. Puedes ver la transcripción completa de este audio y acceder a ejercicios y explicaciones para aprender el vocabulario y expresiones que utilizamos en este episodio. Ese contenido solo está disponible para suscriptores premium. Forma parte de nuestra comunidad en charlas hispanas punto com.

Mi gente bonita, buen día tengan todos. Un nuevo día para seguir practicando, mejorando y disfrutando de nuestro español. Y como es día de noticias, les tengo tres bastante interesantes que prefiero que pasemos directamente al plato fuerte. Entonces, pongamos atención a estos tres eventos que vale la pena conocerlos y compartirlos. Me cae que, a veces, las ideas más simples son las más chidas.

Tal es el caso de Measureing the Universe, una obra del artista checoslovaco Román Ondaq, que se estrenó en dos mil siete en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Lo curioso de esta instalación es que solo necesitó una sala blanca, unos marcadores negros y un montón de personas dispuestas a participar. Ah, y no faltó quien se apuntara para ser parte de esto. ¿En qué consistía? Pues resulta que los visitantes, al entrar a la sala, marcaban su altura, su nombre y la fecha en la pared.

Lo chido es que cada marca representaba a una persona que fue parte del proyecto. Así, con el paso del tiempo, la sala blanca se llenó de más de noventa mil marcas, toda la pared forrada de rayones, pero con un sentido súper profundo. Lo que hace especial esta obra es que no es el típico cuadro o escultura que solo admiras después de estar terminada. Aquí cada persona que entraba formaba parte de la creación. Es como cuando dices, no soy solo el espectador, soy el protagonista.

Y vaya que la gente se lo tomó en serio. Ondaugh explicó que la idea detrás de Measureing the Universe tiene que ver con ese deseo que todos tenemos de medirnos, de saber dónde estamos parados en el universo. El nombre de la obra lo dice todo. El hecho de marcar tu altura en la pared es como cuando eres morrito y te miden en la puerta de tu casa para ver cuánto has crecido. Remite a esa idea de evolución y también a ese sueño loco de querer medir el universo para saber nuestro lugar en él.

Algo que también está bien padre de esta obra es cómo refleja la energía de la gente. Cada línea, cada nombre, es una persona que pasó por ahí y dejó su huella, como si fuera un reloj que marca cada instante y hace que todos los momentos importen. Es como decir, cada cabeza es un mundo, una frase que nos recuerda que todos somos diferentes y únicos, pero juntos creamos algo más grande. Después de esta obra, Ondaq siguió con esa misma idea. El arte no solo se crea para admirarlo, sino para que la gente se meta de lleno en él, y lo viva y lo haga suyo.

Cada marca es una historia, una persona que estuvo ahí y dejó su huella, literalmente. Y neta, es algo que te hace pensar, ¿qué tan involucrados estamos con las cosas que admiramos? ¿Nos quedamos como simples espectadores o nos animamos a ser parte del proceso? Dicen por ahí que en algún rincón del mundo anda otra persona que se parece un buen a ti, aunque no compartan ni un poquito de ADN. Según la teoría, cada uno de nosotros podría tener hasta siete dobles, aunque toparte con uno de esos cuates es más complicado que sacar la lotería.

Brunel, un fotógrafo canadiense bien clavado en este rollo, lleva años recorriendo el mundo buscando a personas que, sin conocerse de nada, se parecen cañón. A este fenómeno se le llama socia, y vaya que ha causado revuelo. Desde mil novecientos noventa y nueve, Brunel le ha dedicado un buen de tiempo a su serie I'm not a look a like, algo así como No Soy Un Clon, en la que ha fotografiado a más de doscientas cincuenta pares de personas en treinta y dos ciudades diferentes. Las fotos son en blanco y negro y están súper enfocadas en las facciones de los rostros, dejando a un lado los detalles de la piel o el color del pelo. Así que, aunque no sean idénticos al cien, las fotos hacen que el parecido sea aún más sorprendente.

El proyecto de Brunel es como un testamento a ese misterio que ha intrigado a la raza humana por siglos. ¿Cómo es posible que haya alguien allá afuera que se parezca tanto a uno? Es un fenómeno que ha inspirado montones de películas de terror y series de ciencia ficción. De hecho, de terror y series de ciencia ficción. De hecho, hoy en día, hay hasta páginas en Internet donde puedes subir tu foto y con programas de reconocimiento facial intentan encontrar a tu gemelo perdido.

Imagínense, uno puede encontrarse de repente con alguien que parece salido del espejo. Lo curioso de todo esto es que cuando los parecidos se conocen en persona, muchos se dan cuenta de que las similitudes no se quedan solo en el físico, sino que hasta en la personalidad o en algunos gestos son igualitos. ¿Cómo se sentirían si interactuaran con un yo? Ay, güey. Brunel, que ya es un máster en esto de retratar dobles, dice que una pareja perfecta de gemelos sería medio aburrida.

Lo chido es que en sus fotos se nota cómo se parecen, pero también se ven las diferencias, lo que le da un toque único a cada retrato. Y aunque en muchas fotos los sujetos están bien cerquita uno del otro, no son como copias exactas, sino más bien como versiones réplica de cada quien. Lo fascinante es que, aunque no son clones, se parecen lo suficiente para que uno se quede pensando, ¿a poco sí? Y esta última historia está como de película. Resulta que un médico residente y su enfermera salvadora se reencontraron de la manera más inesperada.

Brandon Seminatore nació prematuro con apenas veintinueve semanas y estuvo al borde del colapso, pero una enfermera llamada Vilma Wong lo cuidó como si fuera de la familia. Hoy, veintiocho años después, se volvieron a ver las caras, pero esta vez no en una cama de hospital, sino en los pasillos del mismo hospital donde Brandon ahora trabaja. Los caminos de la vida, ¿no? La historia de Brandon y Vilma le ha sacado la lagrimita a más de uno en Palo Alto, California. Todo empezó en mil novecientos noventa, cuando Brandon llegó al mundo mucho antes de lo esperado.

Era tan chiquito que casi no la cuenta, pero gracias a Vilma y todo el equipo médico del hospital infantil, Lucille Packard, sobrevivió. La neta nunca se imaginó que casi tres décadas después él volvería a ese hospital, no como paciente, sino como pediatra residente. Lo más suave es que Vilma todavía trabaja ahí y, pues, un buen día, durante su turno en la unidad de cuidados intensivos, vio a Brandon cerca de las incubadoras. Así, sin querer queriendo, le preguntó su nombre y, al escuchar su apellido, se quedó pensativa. Ese apellido le sonaba un buen, así que le empezó a preguntar más detalles y pum, resulta que ese doctor era el mismo bebito al que le había salvado la vida.

Brandon, todo sorprendido, corrió a contarle a sus papás lo que acababa de pasar. Su mamá, que es de esas que nunca olvidan nada, le había dicho que buscara a Vilma cuando empezó a trabajar en el hospital, pero él pensó que no la encontraría después de tanto tiempo. Qué equivocado estaba. Su papá hasta sacó una foto vieja donde se veía a Vilma junto a Brandon, recién salido del problema que tenía. Esa foto la compartieron en redes y, ya se imaginarán, todo el mundo andaba bien emocionado.

Vilma, que lleva más de treinta años chambeando en la unidad de cuidados intensivos, estaba bien contenta de ver cómo había crecido ese bebé tan frágil. Es bien raro que uno pueda ver a sus pacientes crecer, y estoy feliz de que este momento me haya tocado vivirlo, comentó Vilma. Brandon, por su parte, dijo que conocer a Vilma en su faceta actual le enseñó del esfuerzo y amor que le mete a su trabajo. Y es que no cualquiera aguanta tanto tiempo en un lugar tan complicado, pero Vilma lo ha hecho con todo el corazón. Esta historia nos recuerda que a veces la vida es como un efecto dominó, y que lo que uno hace por los demás tiene impacto, aunque uno ni se cuenta.

Brandon cerró un ciclo especial al volver al hospital, pero esta vez siendo él quien cuida a los bebés que pasan por lo mismo que él vivió. Está padre pensar que, gracias a personas como Vilma, muchos chamacos tienen una segunda oportunidad y el ciclo puede repetirse. Muchas gracias por acompañarme, y no olviden que si quieren acceder a la transcripción completa de este episodio y a explicaciones y ejercicios sobre el vocabulario y las expresiones utilizadas el día de hoy, pueden hacerlo volviéndose suscriptores premium en nuestra página web, Charlashispanas punto com. Yo soy Fredo de México y los espero en nuestro próximo episodio. Cuídense mucho, pásenla chido y nos vemos la próxima.

Chao.

Podcast: Charlas Hispanas
Episode: 1262. Noticias en español