La verdad es que mi rutina no ha cambiado mucho, ya que antes de que todo empezara ya hacía muchas horas de clase desde casa. El tiempo en Londres está siendo muy bueno y los últimos días el sol ha estado saliendo, y hemos aprovechado para poner una mesa en el jardín y disfrutar de la vitamina D. Hoy vamos a retomar el tema que dejamos a medias en el episodio anterior. Estuvimos hablando del papel de la monarquía a principios y mediados del siglo veinte. El rey Juan Carlos primero comenzó su reinado en mil novecientos setenta y cinco, y la valoración de los españoles hacia él y la familia real en general era bastante buena.
Contaba con el apoyo de la mayor parte de la población y muchos españoles se declaraban juancarlistas, es decir, admiradores de la figura del rey Juan Carlos I. Durante la década de los años setenta, ochenta, noventa e incluso los dos mil, hay un adjetivo con el que se describe al rey constantemente. Se dice de él que es muy campechano. Una persona campechana es una persona sencilla y cordial en el trato, es decir, una persona que actúa de forma muy normal y nada extravagante, probablemente todo lo contrario a la idea de rey del pasado. Como decía, la familia real gozaba, disfrutaba de una muy buena imagen y todo el mundo estaba pendiente del príncipe Felipe, heredero a la corona y futuro rey de España en ese momento.
El uno de noviembre de dos mil tres se anunciaba por sorpresa el compromiso del príncipe con Leticia Ortiz. Esto supuso un gran cambio en las tradiciones de la familia Borbón. Primero porque Letizia era plebeya, es decir pertenecía al pueblo, a la gente corriente y no venía de ninguna familia real, no tenía sangre azul. Además ella estaba divorciada de su primer marido con el que se casó en una ceremonia civil. Era el principio de los años dos mil y mientras parte de la población veía con buenos ojos, es decir, aceptaba este futuro matrimonio y pensaba que era buena la modernización de la familia real, otros no pensaban esto.
Otra parte de los españoles, la parte más conservadora, no veía con buenos ojos y criticaba que la que sería futura reina de España fuera divorciada, y que además presumiblemente no fuera católica, ya que su primer matrimonio se celebró como una ceremonia civil. De todos modos, Letizia no era una desconocida, de hecho era muy conocida por los ciudadanos españoles, ya que llevaba trabajando varios años en la televisión pública española. Durante sus últimos años como periodista, había sido la presentadora del informativo nocturno, por tanto, Letizia entraba cada noche en millones de hogares españoles a través de la pequeña pantalla. Una aclaración, cuando hablo de pequeña pantalla me refiero a la televisión. ¿Qué creéis que es la gran pantalla entonces?
Exacto, es el cine. Podemos ver una película en la pequeña pantalla o en la gran pantalla. Felipe y Letizia se casaron en el año dos mil cuatro en la Catedral de la Almudena. Si habéis estado alguna vez en Madrid, seguramente hayáis visitado el palacio real, pues bien, esta catedral está justo al lado del palacio. Esta boda real fue todo un acontecimiento, un gran evento, fue televisada y cientos de horas en televisión se llenaron para comentarla.
Fruto del matrimonio de los príncipes Felipe y Letizia nacieron dos hijas, las infantas Leonor y Sofía. Leonor, la primogénita, es la actual heredera al trono. Como os dije en el anterior episodio, hay un punto de inflexión en la valoración de los españoles de la familia real. Estamos en el año dos mil doce, España sufre una grave crisis económica donde muchas personas pierden su trabajo, de hecho la tasa de paro o desempleo es del veinticinco por ciento. Como consecuencia de esto, también muchas personas están perdiendo sus casas, están siendo desahuciadas, sufren un desahucio por no poder pagar las cuotas mensuales al banco.
En general la situación económica y social es complicada, y en mitad de todo esto llega la noticia. El rey Juan Carlos primero ha sufrido un accidente mientras estaba cazando elefantes en Botsuana, en África. Cazar por cierto es disparar a un animal con un arma. Este viaje para cazar era privado y solo se conoció la noticia porque el rey tuvo que ser operado al sufrir una caída durante su jornada de caza. Esta noticia fue una jarra de agua fría para los españoles, dejó a los españoles helados.
Ser una jarra de agua fría es una expresión que utilizamos cuando algo nos sorprende negativamente o nos decepciona profundamente. ¿Por qué fue una jarra de agua fría? Por un lado, creo que los españoles esperábamos más del monarca, mostró una falta de empatía bastante grande haciendo este tipo de viajes, valorado en más de cuarenta mil euros, en un momento tan delicado para el país. Por otro, desde mi punto de vista, también mostró una falta de ética cazando un animal en peligro de extinción por pura diversión y entretenimiento. De hecho, una de las primeras consecuencias de este viaje fue que la organización no gubernamental WWF, dedicada a la protección de la naturaleza, le quitó el título de presidente honorario.
Fue tal la repercusión, fue tan grande la polémica, que el rey se vio obligado a pedir perdón a los españoles. Cuando salió del hospital dijo esto. Sí, lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir. El rey se mostró arrepentido por su acción y pidió perdón a los españoles, algo que no esperábamos. Por cierto, ¿os habéis dado cuenta del error que cometió el rey al pronunciar esta frase?
Dice, lo siento mucho, me he equivocado. Dice equivocado en lugar de equivocado, es decir, se come la letra d. Es habitual en algunos hablantes nativos hacer esto con el participio de los verbos de la primera conjugación, dicen he comprado, he viajado, he hablado, en lugar de he comprado, he viajado, he hablado. No os recomiendo que habléis así, por supuesto, pero es importante saber que hay muchos nativos que lo hacen. Desafortunadamente este no fue el único escándalo que salpicó o manchó el nombre de la casa real durante estos años.
El yerno del rey, es decir, el marido de una de sus hijas, fue declarado culpable de un delito de corrupción. El yerno del rey era el presidente de una fundación sin ánimo de lucro que tenía como objetivo promocionar el deporte español. Sin embargo, el yerno utilizó esta fundación y su influencia como miembro de la casa real para beneficiarse económicamente. Fue acusado de varios delitos económicos y entró en prisión en el año dos mil dieciocho donde todavía continúa. Como podéis imaginar, este caso hizo mucho daño a la imagen de la institución.
La monarquía española necesitaba un cambio de aires y un gran cambio de imagen. Es por esto que en el año dos mil catorce el rey Juan Carlos primero decide abdicar. La abdicación del rey supone la aparición de un nuevo rey, su hijo, que reina con el nombre de Felipe VI. Desde entonces, tanto Felipe VI como la reina Letizia intentan mostrar una cara más amable y moderna de la monarquía. Además, la heredera al trono, es decir su hija mayor, está tomando cada vez más protagonismo y ya pronuncia discursos en público.
Sin embargo, hace pocos días recibíamos una nueva noticia que manchaba la familia real de nuevo. Además, en un momento también crítico para el país por la crisis del coronavirus. La noticia era que se estaba investigando un supuesto pago irregular, es decir, de legalidad dudosa, de alrededor ciento once millones de dólares. Esta es la cantidad de dinero que habría recibido Juan Carlos I en dos mil ocho por parte de la Casa Real de Arabia Saudita. Esta noticia tuvo una reacción rápida por parte del rey actual Felipe VI de España.
Por un lado anunció que renuncia a la herencia que personalmente le puede corresponder recibir de su padre, el rey emérito Juan Carlos. Por otro, Juan Carlos dejará de recibir dinero del presupuesto de la casa real. Además, el comunicado del rey Felipe VI también dice que no aceptará cualquier activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad puedan no estar en consonancia con la legalidad o con los criterios de integridad de su actividad institucional y privada. Es decir, el rey actual intenta alejarse de todo lo relacionado con presuntos negocios oscuros de su padre e intenta marcar una nueva ruta en su reinado. Quiere mostrarse como un rey transparente y al servicio del pueblo.
La verdad es que no soy partidario de la monarquía, creo que es una institución obsoleta en el siglo veintiuno, en un siglo donde estamos luchando por conseguir una igualdad en los derechos de las personas, me da la sensación de que una monarquía es la fórmula opuesta a lo que queremos conseguir, una institución donde la meritocracia no existe, ya que solo tienes que ser hijo de un rey para asegurarte un puesto de mucha relevancia en un país. Me gustaría también que los españoles tuviéramos la oportunidad de ser preguntados, que tengamos la opción de decir si queremos continuar con una monarquía parlamentaria o un sistema similar al francés o italiano. En todo caso, mientras la monarquía española siga siendo una realidad, espero que los reyes actuales puedan ofrecer algo diferente y promocionar España de la mejor manera posible. Hasta aquí el episodio de hoy, espero que hayáis podido conocer un poco más de cerca parte de la cultura de España y que además hayáis aprendido algo nuevo. Os animo a compartir este podcast con todas las personas que estén aprendiendo español, y si tenéis un minuto y usáis iTunes, os agradeceré mucho si podéis dejar un comentario.
Por último, os recuerdo que podéis contactarme en César arroba Spanish Languagecoach punto com y que tenéis disponibles todas las transcripciones en la página web. Un abrazo muy grande y hasta la próxima.