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El puerto de Santa María es una ciudad que tiene todo lo que una persona desea para ser feliz, o sea, desde un buen clima que, prácticamente, tenemos casi todo el año buena temperatura, es también una ciudad que te engancha por su gastronomía, por su gente, sus playas, su ambiente, patrimonio histórico, sus calles, es que aquí disfrutar de un buen vino, viendo una puesta de sol en Puerto Cherry, eso no tiene precio. Ir darte un paseo por el de la Grana, viendo la Bahía de Cádiz entera al completo, que es que es un cuadro. Hablar del puerto es enamorarte de ella sin sin darte cuenta.

No matas. Grandes viajes en Radio Nacional de España. Álvaro Soto.

Se puede decir mucho más, pero difícilmente más claro, es que es una obviedad para cualquier portuense al que preguntes, el puerto de Santa María es igual igual a felicidad. Te lo dice Marta Peregrina, que con ese apellido te puedes imaginar que de viajes sabe bastante. De hecho, es guía de turismo en este municipio del norte de la Bahía de Cádiz, en esta ciudad profundamente marinera, en la desembocadura del río ciudad profundamente marinera en la desembocadura del río Guadalete. Para encontrar los orígenes del puerto de Santa María hay que buscar un poblado fenicio junto a la costa.

Tenían una factoría de salazones, de pescado y, bueno, principalmente su actividad económica era el comercio, ¿no?

Después llegarían los romanos, que también se dedicaban a la pesca y a la sal y al aceite y al vino. La zona la ocuparon después los visigodos y los musulmanes a partir del setecientos once. El rey Alfonso décimo, el sabio, conquistará estas tierras en el siglo trece.

Y, bueno, con él también llegó a la ciudad, la primera iglesia cristiana, que fue lo que actualmente es el Castillo de San Marcos, que, bueno, tiene restos de de esa época musulmana de especial relevancia.

La historia del puerto es la de sus pueblos, que se refleja en sus nombres.

El puerto de Gadir con los fenicios, el puerto de Gades con los romanos, Alkanativ, Alcante o Alkanate con los árabes, que significaba puente o arco, y ya posteriormente con Alfonso décimo el sabio, pues se le dio el nombre actual del puerto de Santa María.

Rinconcito marinero, el puerto de Santa María que vivió tiempos gloriosos a partir del siglo quince. Su orografía, esa ría abrigada en la bahía, propició una actividad naval que fue ganando fuerza. La fama de sus astilleros atrajo a avezados marinos y cartógrafos.

Y bueno, ya fue a finales del siglo quince y atraído por este ambiente marinero y por el poder de los dupes de Medina Celi que se instaló en nuestra ciudad por Cristóbal Colón.

Desde aquí se movieron los hilos de aquella primera expedición patrocinada por la corona.

Y, bueno, en nuestra ciudad participó con la calavera Santa María, que era capitán el cartógrafo Juan de la Cosa, el autor del primer mapa donde aparecía el continente americano.

El puerto de Santa María se convierte en un centro de expansión atlántica. Los comerciantes, la aristocracia vasconavarra fueron tomando posiciones y llenando la ciudad de peculiares palacios. Una distribución muy particular, porque, realmente, eran casas almacenes, ¿no? La

Una distribución muy

particular porque, realmente, eran casas almacenes, ¿no? Las residencias de los cargadores a Indias, que todavía hoy se conservan en esta población de noventa mil habitantes que siguen teniendo como referencia en el lugar más céntrico su iglesia mayor prioral.

Es un templo de estilo gótico y barroco. En su exterior destacaría la la Puerta del Sol, que es un espectáculo, es una fachada retablo. En su interior se encuentra la capilla de la Virgen de los Milagros, que es la patrona de la ciudad en el puerto de Santa María.

Estas son las líneas maestras. Enseguida empezaremos a dar color al retrato de esta ciudad, cuyo mar acuno a grandes de nuestras letras como Rafael Alberti y Pedro Muñoz Seca. Desde este lado de la radio te saludamos Carmen Sujeros al frente de la producción de Nómadas, Javier Hoyero, Juan Carlos Cardeñoa y Sergio Huertas al frente de la técnica en Madrid y Cádiz, y las voces de Luis Calero y de quien te habla, Álvaro Soto.

La caza del tesoro.

Buscamos también ese tesoro imaginario que te puede hacer ganar un maravilloso libro de viajes para seguir soñando con el mundo, y Carmen Zujeros te recuerda lo que tienes que hacer si lo quieres. ¿Qué tal, Menchu?

Muy bien, Álvaro. Pues es tan fácil como acompañarnos en este viaje con los oídos abiertos identificar un lugar concreto de nuestro recorrido. Entre todas las personas que den con él sortearemos el regalo.

Y nos pueden llamar hasta el lunes, ¿no?

Eso es, no hay ninguna prisa, solo hay que marcar el número de nuestro contestador nómada

y grabar la respuesta.

Teléfono noventa y uno cuatro nueve la respuesta. Teléfono noventa y uno cuatro nueve seis dos ocho dos tres.

Gentes del puerto, también podéis participar, Al final la que decide es la suerte. Vamos con la pista.

Nuestro tesoro de hoy se esconde en una plaza del puerto de Santa María, donde se expone el primer mapamundi de la historia en el que se representa a América. El original de esta famosa carta se custodia en el Museo Naval de Madrid, pero aquí existe una copia. ¿Sabrías decirnos dónde está? ¿En qué plaza del puerto de Santa María podemos ver la réplica del primer mapamundi que refleja el continente americano?

Deja tu respuesta en el nueve uno cuatro nueve seis dos ocho dos tres.

Si es que lo lleva en el nombre, el puerto de Santa María es una ciudad navegante, viajera, inquieta, acostumbrada a partir, pero también a recibir, a acoger, cualidades que también reúne la persona, el portuense, que hoy va a guiar nuestros pasos en esta visita. Lo han definido como un músico de frontera porque le gusta merodear por los mapas de las músicas de los géneros, siempre con una creencia muy especial por el sur, cuatro décadas de carrera que podríamos describir en una quincena de discos o en un buen puñado de premios que incluyen el Nacional de las músicas actuales, la Medalla de Andalucía o incluso un Goya a la mejor canción original. Ha vivido en Sevilla, Barcelona, Écija, Jerez, Madrid y, cómo no, en esta ciudad que lo vio nacer. Javier Ruival, ¿cómo

estás? Muy bien, encantado.

Navegando de aquí para allá, pero con el ancla hechadita en el puerto, ¿no?

Sí, el puerto de de de regreso, el eterno retorno siempre es al puerto.

Una relación vital, intensa con esta ciudad, pero hasta tu adolescencia, cuando el trabajo hace que tu familia se establezca allá en el puerto de Santa María de forma estable, tus recuerdos, más allá de haber nacido aquí, son fundamentalmente estivales, ¿no? Los veranos en el puerto hasta, eso, pues, los catorce años así.

Sí, claro, yo daba estirones, era un niño que daba estirones siempre en los veranos y el tiempo se detenía y era eterno y era maravilloso porque vivíamos en la playa todo el día, desde por la mañana hasta por la tarde noche, y era muy muy bonito, todos los primos, todo el mundo juntos bañamos, guardábamos la digestión, lo típico, pero era una rutina muy muy bonita la de la de aquella época.

Y el entorno donde se desarrollaban estos veranos infantiles en un lugar como el puerto de Santa María en los años sesenta, pues era este, donde Javier Ruival ha querido que comencemos este paseo sonoro y sentimental, y si escuchamos el fondo está claro, ¿no? Esto es una playa muy concreta.

La puntilla.

La puntilla, una playa que tenemos que imaginar en su día con toldos, con casetas y con tu tío.

De madera, una caseta que mi tío tenía dos.

Tenía dos.

Por eso nos nos cedía a nosotros que estamos viviendo fuera entonces una de las casetas y los toldos y los y de espartos, había muchos toldos de espartos y y era una una cosa muy, ya te digo, muy familiar y y los niños eran los auténticos dueños de la playa, excepto la hora la hora y media.

Claro, la digestión. Dependiendo de la digestión. Sagrado.

El resto del tiempo éramos los amos, sí.

La puntilla es una de las playas del puerto de Santa María que no anda mal servido en esta materia. Tiene unos quince kilómetros de playa, seis o siete playas, y esta, en concreto, tendrá, pues, algo más de medio kilómetro de anchura, con un darrenal que se mete unos doscientos y pico metros, limitado al oeste por aquella zona de vegetación y dunas, y por un larguísimo espigón de dos kilómetros al este. Supongo que esto ha cambiado bastante desde tus primeros

Claro, yo recuerdo que se formaba, le llamábamos la torta, una torta de arena a la desembocadura del río, y los mayores iban, hacían la proeza de cruzar a nado la desembocadura del río y se sentaban, se tumbaban un rato allí en la en la torta de arena aquella que con una islita, ¿no? Y volvían después y ya los más mayores, por ejemplo, mis hermanos, también empezaron a hacerlo. Y a no me dio tiempo a hacerlo porque empezaron a construir los espigones para proteger, digamos, el río de que no perdiera su navegabilidad. Los arenales que se formaban, entonces hay uno ahí y otro a lo en la otra rivera del río, esto que da Valdelagrana, que es aquello que se ve allí al otro lado.

Valdela Grana, una playa también apreciadísima.

Sí, hombre, es es más amplia, está al fondo de la bahía, tiene un un agua menos movida que la puntilla. Ahora, actualmente, las dos tienen poco movimiento de aguas porque ya la bahía no es abierta, hay mucho espigón y y eso también ha limitado los vientos, la forma de ahí al final donde donde la la vegetación ahí donde los pinares y todo eso, era una una duna de arena enorme dentro de la playa, ¿no? Ahora ya eso el viento, al no estar el viento, ya no están las zonas, ¿no?

Bueno, han cambiado muchas cosas, lo que no han cambiado aquí son las vistas. Si miramos al sur, que es algo que a Javier Ruízal le encanta hacer también en sus canciones, pues vemos todo el sur de la Bahía de Cádiz y qué es lo que divisamos allí como a siete kilómetros si enfocamos hacia el sur.

Pues la ciudad de Cádiz, desde el puerto tiene una tienes una visión muy bonita del contorno de la ciudad, es como si fuera una Venecia chiquita que ves con desde el puerto, se ven las cúpulas de la catedral, las torres miradores de las casas, las las Españas de de la iglesia del Carmen, el Baluarte de la Candelaria, todo ese contorno se ve muy bien desde Cádiz y para de niño era una fantasía, era como yo me veía en un historia de Salgari navegando a conquistar aquella ciudad.

Finalmente no te convertiste en marino ni en aventurero porque el camino que emprendiste inicialmente fue el de la medicina.

Sí, eso fue también por una cuestión, a ver, por una cuestión de vocación humanista, pero también por cumplir con mis padres que que que, claro, querían que estudiésemos todos una carrera universitaria y por eso la emprendí, pero no la acabé. Aunque convalidé un curso y estudié un poco más de prácticas y soy soy lo que entonces era ATS, ayudante técnico sanitario, pero he ejercido dos meses en mi vida.

Y así fueron pasando los años, más de cuarenta años, no con bisturí, pero con guitarra a cuestas, también te la has traído a este paseo, y yo querría pedirte con este fondo maravilloso de Cádiz y las olas de la bahía, que nos tocaras algo, Javier. No si sería posible.

Sí, hombre, claro que sí.

Que podemos

Voy a cantar Toí toca y lo traigo andado, es un juego de palabras dichas popularmente y emula un poco también aquellos versos de Federico García Lorca, que es Triana y todo lo traigo andado. Entonces, yo quería hablar de en ese de ese modo de de Cádiz, de de lo que es pasear el mar, y como no siempre al centro hay una historia de amor que, repito e insisto, siempre no son hechos consumados, son propuestas para que el oyente algún día pueda intentar vivirlas, ¿no? Así que todito cae lo traigo andado.

Pues nada mejor que este balcón sobre la valla de Cádiz para disfrutar este tema en directo, Voz y Guitarra de Javier Ruival, aquí en Nómadas. ¿Vamos?

Vamos.

Ay, qué me importa a el levante si nos vamos por la orilla. Yo vivo el sueño del navegante y sueño que te llevó la sombrilla. Ay, que se sale. Y por las cumbres de tu cuerpo se enreda toda la luna, y más allá todo es incierto. Del alumnado, sería el delirio si me besaran.

Ay, to hito, caí lo que quieras, me lo traigo

Qué rica la sombra, las velas y el sueño del navegante de este cantautor llamado Javier Ruival, que nos alegra los oídos y se agradece, ¿no? Canciones un poco divertidas para Bayer.

Ah, sí, tiene que haber unas gotitas de humor siempre, hay que abrazar al público y la mejor manera es cantarle canciones que lo pongan, los pongan a todos en positivo, ¿no?

La música que nos sana, que nos lima, que nos libera como liberador podía resultar un cabaret en los años cincuenta, ¿no? Tu último disco se titula, precisamente, Saturno Cabaret, que es toda una historia repleta de personajes, músicas que van del rock and roll al tango y al buggie buggie, y un homenaje a esa generación como la la de tus padres, ¿no? A la que le tocó lidiar con lo más duro y gris de de esa posguerra, y en todo ese entorno, la luz, ¿no? El brillo, la el destello, la lentejuela.

Es una lentejuela y un poco purpurina, no veas la lo que hacían las carasitas de aquellas personas que vivían para el trabajo para, o bueno o 0 para criar a sus hijos y y claro en un ambiente con su idea de de el el dios que te vigila y que de entrada ya eres pecador y estás condenado y claro pues el cabaret era el único rinconcito en en el que podían imaginarse que estaban en una película de Rita Hayward, ¿no? Yo he querido homenajear a todas las generaciones esas, que fueron varias, que aguantaron el tirón históricamente y y que no pudieron gozar de la la maravilla que es tener libertad de opinión, expresión y de acción, ¿no?

Y mira, hay un corte en este disco que, precisamente, enlaza de alguna manera con esta tierra que hoy estamos conociendo. No olvidemos que estamos al ladito de Rota, que queda allá, hacia el oeste, nadar estadounidense pisa suelo de ambos municipios, ¿no?

Sí, bueno, la mitad la mitad de una playa de Rota y la mitad de una playa del puerto la tiene la la base.

Así que mientras en otras partes del mundo, en América Latina se gritaba aquello de yanquis's go home, en el Saturno cabaret de Javier Ruival, lo que encontramos es un sonoro, yanquis bienvenidos, yanquis welcome. Va empezando fuerte, Yankee Welcome.

Van pisando fuerte, se acabó la mala suerte, viva la alegría. Ya suenan las botas, atracó la siesta flota para muchos días. Flotan el ambiente, el asfalto se reciente corren, pero monas, y se ha detectado un nivel inusitado de testosterona, pero rubios, sonrientes, tiran dólares calientes a forrar se tocan. De

Atracó la sexta flota, cóctel

ciudad abierta y portuaria con mucho movimiento, muy forzosamente metida más en el mundo que el resto del país, ¿no? Pero aquí en Rota significaba también una, bueno, una una alegría, una cosa divertida ver que venían que, bueno, que eran militares. Pero salían de paisanos y llenaban clubs y jugaban al billar y a los dardos y convirtieron la, sobre todo, la ciudad de Rota en en un en en un sitio bastante más divertido y alegre. Pero lo que de verdad fue maravilloso para todos nosotros, para el era la radio de la base, que por la radio de la base oíamos un disco de de Jimi Hendrix acabadito de salir antes de que se pusiera en una emisora en Madrid, ¿no? Por ejemplo, ese tipo de cosas, ¿no?

Ya que estamos transitando los paisajes emocionales de la Bahía de Cádiz y el puerto de Santa María, quiero que me expliques qué es esto. Ahí teníamos al cantaur gaditano Juanito Villar, una versión del Paso W, Paco Alba, ¿no? ¿Dedicado a quién? Pues al vaporcito del puerto, que es algo que tenéis clavado, además clavado de verdad, en el alma los portuenses, ¿no? Con nostalgia y con dolor.

Pues sí, porque ese barquito cruzaba. Cuando yo soñaba conquistar esa Venecia que para era Cádiz o ese esa isla del tesoro, el el barco iba y venía una vez y otra, y también hacíamos siempre un día de ir a Cádiz en el barco en verano y ese barco pues desgraciadamente chocó contra una roca dentro de la del puerto de Cádiz y y nunca se se reflotó, no hubo tristemente ni por parte de del ayuntamiento, la Diputación, la Junta de Andalucía, el Ministerio de Turismo, quien fuera, guardar ese testimonio de la cotidianidad de del del puerto de Cádiz y del puerto de Santa María, y ahí está varado, ahí en la ribera, está varado pudriéndose, es una cosa que es siniestra incluso cuando pasas por al lado lo que es como se está consumiendo como como una hoja seca, ¿no?

Hola, soy Rocío Osborne, directora de comunicación de Grupo Osborne y sexta generación de la familia, y hoy me gustaría daros la bienvenida a un lugar muy especial para nosotros como es el puerto Santa María, ciudad donde se fundaron nuestras bodegas en mil setecientos setenta y dos. Nuestra historia comienza cuando James Duff y Juan Jauri fundan la compañía que hoy es Osborne. Tomás Osbornemann no llegará a España hasta principios del siglo diecinueve, tradándose desde el sur de Inglaterra a Cádiz. Es en mil ochocientos cincuenta y siete cuando su viuda, Aurora, compra el cien por cien de la compañía. Hasta entonces, Osborne se dedicaba a la elaboración de vinos de Jerez y no se diversificó hasta bien entrado a la segunda mitad del siglo veinte.

En el puerto Santa María, actualmente, elaboramos nuestros vinos de Jerez, los brandys de Jerez y otras bebidas espirituosas. Cualquier visitante que pase por Osborne podrá ver algunas casas palaciegas que pertenecieron a a la familia Osborne, sobre todo en la zona de la calle Ferman Caballero y la calle Los Moros. Nuestras bodegas de mora están ubicadas en el centro del puerto Santa María. Son un lugar muy especial, con varios cascos de bodega organizados alrededor de un patio que tiene en el centro un gran magnolio.

Bodegas sigue la

clásica arquitectura de las Bodegas de Jerez, con techos catedralicios, arcos y las botas dispuestas en el sistema de criaderas y soleras. Yo creo que lo que más sorprende de este recorrido es el aroma, el auténtico vino de Jerez que inunda las bodegas, esa luz maravillosa con esos arcos y esos techos tan altos, y las ventanas cubiertas con sus persianas de esparto, que se abren y se cierran para dejar entrar el viento de levante o de poniente, y que refresque las bodegas de manera natural.

Hola, buenas. Mi nombre es Ana Velázquez, día de hoy es Caballero, y es un placer para poder contaros un poco más de las maravillas que esconde el Castillo de San Marcos. La historia de esta ciudad y de este monumento se remontan al siglo uno antes de Cristo, momento en el que los romanos llegan a esta zona. Fueron ellos quienes comenzaron a construir la primera vía ubicada en la zona, la que llamaron Portus gaditanos. En el siglo ocho, cuando llegan los musulmanes y conquistan la zona tras la batalla del Guadalete, empiezan a llamar a esta villa Alkanatir, que significaba la ciudad del puente.

No es más tarde hasta el siglo diez cuando los musulmanes empiezan a construir su mezquita, de la que seguimos teniendo algunos detalles en el interior de la fortaleza, gracias a la obra de Alfonso décimo de Isario, quien logra realizar la conquista de esta ciudad en el año mil doscientos sesenta y ocho y, tras conquistar la zona, decide transformar esta mezquita califal cordobesa en una iglesia fortificada. El exterior de este enclave es una fortaleza medieval construida en el siglo trece con una muralla exterior construida un poco más tarde en el siglo quince. La familia caballero aquí en el Castillo de San Marcos en mil novecientos cincuenta y nueve. Desde entonces, es la sede institucional del grupo. Actualmente, la bodega que tenemos en el Castillo de San Marcos, adosado de este castillo, solo envejecemos a Montillado del Castillo.

El resto de la producción se encuentra en la Bodega de San Francisco, en el mismo puerto de Santa María, y en Bodega Lustao, en Jerez de la Frontera. Contamos con tres tipos de visita. Tenemos una opción con audioguía, en la que se va contando la historia del castillo a medida que se va paseando por la fortaleza del siglo trece. Además, contamos con una visita guiada y, como última opción, es la visita guiada con posterior cata de vinos de Jerez, nuestro famoso Vermouth de Lustao y, por supuesto, el ya legendario Ponce Caballero.

Nómadas, la radio con vistas. Radio Nacional de España.

Pues fíjate, la cultura del fino, el Camino del Vino nos ha traído hasta un lugar tan sumamente céntrico y crucial para entender la historia del puerto de Santa María, como es el castillo de San Marcos, esta antigua iglesia fortaleza con bodega anexa, estas torres con almenas y este muro de sillares decorado

también con esas almenas puntiagudas, queda

a esta plaza donde seguimos paseando con el cantante, compositor, guitarrista, arreglista, portuuense, Javier Ruibal. ¿Cómo se llama esta plaza lo primero, Javier?

Se llame como se llama, se, como le pongan, se llama la Plaza del Castillo.

La Plaza del Castillo.

Sí, sí, aquí con esto de la nomenclatura, de las calles, somos muy particulares. Yo nací en la calle Luna, que se llamó siempre la calle Luna, pero después en la dictadura se llamó José Antonio Primo de Rivera. Nadie la llamó jamás calle José Antonio Primo de Rivera. Jamás, nadie. La Plaza de la Iglesia es la Plaza de la Iglesia, aunque sea Plaza de España.

La Calle Cielo era General Mola, pues no, la Calle Cielo. Y así van las cosas en nuestro pueblo y cosas que me alegra, porque en realidad la tradición es así y manda más bien la voz popular, ¿no? Esta es la Plaza del Castillo.

La Plaza del Castillo, algunos la llaman Plaza Alfonso décimo el Sabio, ¿verdad? Hermoso espacio con unos escalones vemos por aquí, pavimentado en parte con canto rodado, en parte con granito, que también forma estas dos enormes estrellas de inspiración andalusí que vemos en el suelo. Hay por aquí unos árboles cuya sombra seguro que se agradece los días de de más sol. ¿Y qué más tenemos por aquí? Pues por ahí un busto de un ilustre navegante, ¿no?

Claro, Juan de la Cosa, parece que su primer la primera carta de navegación importante la la hizo aquí, en el puerto de Santa María, y hay aquí, a la vuelta, en el flanco derecho, ahí hay su busto suyo y y también un azulejo que en el que está reproducida la la

carta, donde aparece por primera vez retratada América, nada menos, ¿no? El primer mapamundi que tiene el nuevo retratada América nada menos, ¿no? El primer mapamundi que tiene el nuevo continente. No, si mi pueblo

tiene su mandanga, O sea, quiero decirte, han pasado muchas muchas cosas interesantes, no por apropiarnos de Juan de las cosas ni de sus cosas Bueno, el de la de Santoña,

¿no? De por ahí.

Por eso digo, no, aquí no nos apropiamos de nada, pero Sí. Fue aquí, bueno, pues mira, aquí fue, ¿no?

Si rodeamos esta manzana de edificios que cierra la Plaza del Castillo por el Sur, llegaremos a una lonja muy especial, que también tiene otro nombre, ¿no?

Sí, el resbaladero.

El resbaladero.

Porque, claro, por ahí resbalaban las cajas con con el hielo para cargar los barcos y subían los las las cajas con el pescado y el hielo, y se ponía, ahí se hacía la venta.

Y luego, pues, ha tenido otros usos, ¿no? Pero, bueno, mantiene esa fachada con el pescado esculpido encima de de la puerta de acceso, y luego estos arcos, nuestros soportales, tres a cada lado de la puerta principal, que le da este aire

Qué bonito, pues.

Están señoriales, sí, sí. Como señoriales, por cierto, Javier, son los palacios, y aquí en la misma plaza del castillo tenemos uno de los más llamativos.

Muy llamativos. Hubo un, bueno, hubo un tiempo de bonanza económica, por supuesto, que para la oligarquía, que eran los que tenían, de alguna manera

Los fletes, ¿no?

Exacto, los fletes para barcos y todo eso. Y esas esos palacios además los construían muchos con un con una torre mirador para el otear a los barcos cuando venían, ir preparando, digamos, el desembarco de los pertrechos ganados, por llamarlo de alguna forma, eufemística, allende. Los mares. Los mares.

¿Las casas cargadas en esa India? Pues, esta casa es un tipo de vivienda doméstica palaciega andaluza construida entre los siglos diecisiete y dieciocho, lo que es en Cádiz, el puerto Santa María y San Lucas de Barrameda, que era producto de la actividad comercial con la América española adaptada a las necesidades, pero a su vez era un espejo de la prosperidad y gustos estéticos de sus moradores. Eran casas almacenes, ¿no? Se dividían prácticamente en tres plantas, una planta baja donde se encontraban las oficinas y los almacenes, después una primera planta donde se encontraban las estancias, digamos, de los señores de la casa, y una planta superior con ventana más pequeñita, muy particular, donde vivía el servicio. Estos ricos comerciantes recibían el nombre de cargadores a indies, se exportaba aceite, vino o sal, o productos tradicionales de la zona.

Los podría nombrar algunos, ya que la ciudad del puerto Santa María es conocida por la ciudad de los cien palacios. El Palacio de Aranívar, del siglo XVII, que conserva un extraordinario artesonado en su interior, de origen mudéjar y de forma geométrica, que es precioso. La casa Palacio de Visarrón o casa de las cadenas, que es de los siglos diecisiete, dieciocho, que fue residencia de los reyes de España, Felipe V e Isabel de Farnesio, otorgándole el privilegio de colocar estas cadenas en su puerta, ¿no? También podríamos destacar el Palacio Santa Cruz de Valdivieso del siglo diecisiete, siguiendo el mismo esquema compositivo del de Araniba, y bueno, también el Palacio Villareal de Purullana, también el siglo dieciocho, la casa de Roca Aguado del siglo dieciocho, que incorpora elementos barroco y con un patio, goberraje y yeserías que refuerzan, digamos, en su interior el carácter áulico del edificio. La Casa Palacios de Reinoso, con un patio precioso interior y fue sede también del ayuntamiento.

La fiesta de los patios es una tradición que también se celebra en el puerto de Santa María y todos estos patios que están tan bonitos y que lo engañanan con sus plantas, su decoración y demás, pues lo abren al público y hacen una ruta que también la la acompañan en muchas ocasiones con una ruta gastronómica también. Visitar estos patios es posible durante el resto del año, no todos, pero otros, pues, están dentro de un hotel, como es el caso de la Casa de los Leones. Tiene otros patios que pertenecen a organismos públicos, entonces, están abiertos, como en el caso de Araníbar o Puruyena y, bueno, otros de carácter privado que también se encuentran abiertos y que, dando un paseo por la ciudad, puedes entrar sin ningún tipo de problemas a a visitarlo.

Para el que no lo haya visto, ¿cómo podemos decir que este patio? A ver, Sabrina, cuéntame.

Todo el mundo me dice que es un patio muy bonito, ¿verdad? Un patio típico andaluz, un patio que lo tengo muy adornado de flores, de árboles, de todo, muy bonito. Soy Marta Peregrina Orellana, guía oficial de turismo por la Junta de Andalucía y natural del puerto de Santa María. Me conocen por la peregrina viajera, que es así como podés encontrarme en las redes sociales, ya que es el nombre de mi agencia de viajes.

¿Cómo se puede llamar una calle donde hay unos cuantos palacios a los lados? Pues, evidentemente, calle Palacios. Aquí ya sabemos que con los nombres sois sencillos, directos y, sobre todo, muy prácticos. Incluso, bueno, nos hablabas de todo ese esa retahíla de calles, cada una tiene su nombre oficial y su nombre popular, incluida la dedicada a vuestra patrona, que esa debería haber más respeto, ¿no? Hacia la Virgen de los Milagros.

Aquí no se deja títere con cabeza, es la calle larga La calle larga. Que se llama así porque es la más larga de la ciudad, el Claro,

lo que

promete, sí, sí.

Y nada, y bueno, la buena tiene que tragar con esto porque no iba a remedio.

La Virgen de los Milagros, que es perpendicular a la calle Palacios, que a su vez es paralela a tu calle Luna, ¿no? Donde naciste, zona donde el tráfico afortunadamente supongo que los tiempos más recientes está bastante limitado, ¿no? Se puede pasear con relativa calma, fachadas blancas, suelos adoquinados, un ambiente, pues marinero y bonito, luminoso.

Sí, es bonito, el puerto es bonito, es decir, hay cierto deterioro a veces porque, claro, son casas de estas que son familiares, que ya no están los dueños, los titulares, sus herederos, pues atienden o desatienden eso ya a criterio de de cada uno. Pero hay un patrimonio arquitectónico muy muy vistoso, muy bonito. En general, en toda la bahía y en Jerez también y en en San Lúcar. Hay mucha una arquitectura muy muy muy vistosa que luego te vas encontrando en en Latinoamérica, ¿no?

Son calles donde resuenan los versos de los poetas del puerto, que que tiene unos cuantos, que también forman parte, cómo no, del equipaje emocional de Javier Ruval, que además de cantautor, también es poeta de los de tinta y papel, tienes un poemario que se titula Coraza de barro, y todas tus canciones están atravesadas seguro por por esa influencia de los poetas de casa, ¿no?

Sí, bueno, en realidad que la canción tiene que verse muy influenciada por la poesía, por fuerza, ¿no? Es ser hermana pequeña, ¿no? De la poesía, por llamarlo de alguna manera. Luego también la canción en misma no es hermana pequeña de nadie, es hermana mayor de misma, ¿no? Pero quiero decir que tiene tiene que haber Pero quiero decir

que tiene tiene que haber influencia de los poetas de tu entorno o de otros de otro entorno, pero que que que te lleguen, ¿no? Y en

mi caso, pues evidentemente, pues la figura más señera de nuestra ciudad, como poeta, es Rafael Alberti, amigo personal también de José Luis Tejada, que que vivió entre nosotros, no

Rafael no tuvo que exiliarse. Sí.

Y bueno, afortunadamente, Rafael tuvo la la buena fortuna de volver con buena edad, mayor ya, pero muy lúcido y muy bien de salud, y pudo disfrutar un montón de años del calor de su gente, y luego, pues, sus cumpleaños se fueron celebrando cada año y íbamos a cantarle A

los los participantes, pero sus homenajes, ¿no?

Sí, luego, tanto en Cádiz como en el puerto, se le hacía un concierto y, en fin, era muy muy bonito poder devolverle todo lo que tuvo que, a lo que tuvo que renunciar.

El puerto de Santa María y Rafael Alberti son un binomio, un matrimonio inseparable, una eterna historia de amor. Aquí nació el poeta y aquí quiso volver tras el exilio. El puerto era su ancla, su faro, su memoria emocional.

Rafael nació en el puerto Santa María el dieciséis de diciembre de mil novecientos dos, y su infancia estuvo siempre profundamente ligada a la luz, a los paisajes marítimos.

El mar, la mar, el mar, solo la mar.

A la atmósfera de esta localidad, esa salada claridad de la Bahía de Cádiz es a la que hace alusión en en marinero en tierra. El puerto de Santa María representaba para Rafael la patria chica, la infancia, la belleza originaria, ese lugar al que siempre deseo regresar.

Uberto Estabile es el director del Museo de la Fundación Rafael Alberti, ubicado en la casa natal del genio de la generación del veintisiete, una bonita casa blanca, encalada, de dos plantas y con grandes ventanas enrejadas. Está en pleno centro de la ciudad a la que volvió en mil novecientos setenta y siete, después de que cayera el franquismo.

En sus últimos años, tras regresar del exilio, lo que hace es instalarse definitivamente en el puerto junto a su segunda mujer, María Asunción Matte, confirmando así esa conexión vital que siempre mantuvo con su lugar de nacimiento, y aquí vivió hasta su muerte.

No era esa la primera vez que había tenido que abandonar su tierra Alberti. Antes se había desplazado a Madrid, donde frecuentaba la residencia de estudiantes y se rodeaba de otros poetas.

Al exilio político que le llevó a recorrer distintos países, como Francia, Argentina o Italia, le precedió otro exilio que le lleva en su juventud a Madrid.

Yo comencé escribiendo poemas marineros, porque mi familia cuando se trasladó el puerto de Santa María a Madrid, a me destrozó muchísimo.

Ese es su primer exilio, el mismo que despierta su vocación poética y al que hace referencia en los versos de su primer libro, ¿por qué me trajiste, padre, a la ciudad?

¿Por qué me trajiste, padre, a la

ciudad? ¿Por qué me desenterraste del mar?

Su trayectoria artística, su obra, pero también su propia vida, se presenta ahora ante el visitante en este museo, que nos muestra su biografía en un recorrido cronológico donde encontramos dibujos, poemas, fotografías, cartas o premios.

En la planta baja, cuando el visitante entre, va a encontrar con una exposición permanente, Rafael Alberti, Un Siglo de Creación Viva. Exposición que recorre toda su vida con fotografías, textos, libros dedicados.

Seguimos nuestro recorrido para llegar a la exposición temporal, donde comprobamos cómo el artista entrelazaba la pintura y la poesía de forma magistral.

En este momento, recoge la exposición titulada Con el pincel de la poesía, que son las líricografías tan características de Rafael Alberti que, sobre todo, marcan su época durante el exilio de Argentina e Italia.

Se equivocó la paloma, se equivocaba. Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua.

Entre fotos en blanco y negro de un jovenjísimo Alberti y sus poemas más conocidos escritos en las paredes, como Se equivocó la paloma o A galopar, subimos a la primera planta, que se divide en cuatro salas.

Encontraremos el juego de la oca toro, una exposición montada a partir de la recreación del tradicional juego de la oca que hizo Rafael, también hilirismo del alfabeto en otra sala y, por último, se podrá visitar la biblioteca. La biblioteca,

con su artesonado de madera, es uno de los lugares más acogedores de este museo y un espacio casi de peregrinación para estudiosos de la obra albertiana. También emociona especialmente la sala dedicada a María Teresa León, célebre escritora y la primera mujer de Alberti.

Ella pasa cincuenta años junto a Rafael. La sala que se mantiene abierta al público, pues recoge fotografías, libros, documentos.

El museo es, en definitiva, una apasionante inmersión en el universo de Rafael Alberti, un genio que siempre encontró su refugio espiritual y afectivo aquí, en su puerto de Santa María.

Visita necesaria ese museo que hemos visitado con Luis Calero en la calle Santo Domingo del puerto de Santa María, no muy lejos de esta iglesia donde te bautizaron, Javier. Preciosa portada, por cierto, en esta placita tan recogida y elegante que ya sabemos que se llama Plaza de la Iglesia, pese a que ahí leamos Plaza de España.

Sí, señor. Así son las cosas. Sí, sí. Pues nada, ahí me bautizaron, sí, sí, y acá está un montonazo de gente de y amigos míos y todo eso de aquí, del puerto del centro, digamos, ¿no?

Que también está, hay radicadas ahí unas cuantas cofradías de Semana Santa y

salen todas de ahí. Y qué portada más chula, qué puerta más decorada. Esto lo sé, es plateresca. Este dato lo sé. Muy diferente a muchas otras iglesias.

Curiosamente, la la portada la tiene en la fachada lateral, o sea, la en la en un lateral de la nave principal está mirando al sureste, ¿no?

Digamos, más o menos. Bueno, mirando a la portada plateresca de la de la iglesia de esta basílica menor, si caminásemos hacia la izquierda desde esta preciosa placita, llegaríamos en tres, cuatro manzanas a vuestra plaza de toros, pero si en vez de tomar ese camino, tomásemos el opuesto, enlazaríamos a través de la calle Cielos con otro lugar otro lugar muy muy muy relacionado contigo.

Sí, bueno, al final está el Parque Paseo de la Victoria, que está junto al Monasterio de la Victoria, y esta mi instituto donde yo aterricé a los catorce años está allí frente al al al monasterio de la Victoria que fue prisión también y que tiene una anécdota para curiosísima, es que cuando yo hacía los exámenes de reválida recuerdo haber que venían algunos presos y entre ellos vino el lute, que estaba preso en el puerto de Santa María.

Claro, claro, claro, claro.

Venía a hacer, estaba estudiando el hombre, luego ya se ¿Se

lo traían custodiados, no?

Cómo era

la cosa y, nada, y

él entraba, hacía

su examen

y luego

lo recogían y muy discretamente, en ningún

momento lo nosotros los vimos esposados ni nada, ¿no? Sí. Es decir que también por supongo que por restarle violencia visual a los a los chavales que estábamos allí haciendo nuestro curso, ¿No? Y una Navidad se fugó del penal y fue un en el puerto hubo jolgorio, primero porque que un preso se escape de una cárcel, de la cárcel del puerto además, pues se tuvo un fue un fue un hecho que que simpatizó con muchísima gente, ¿no? Porque en ese mismo penal había presos políticos, ¿no?

Claro.

Y ya desde el Monasterio de la Victoria podríamos regresar tranquilamente por la avenida del Monasterio, la Plaza de la Estación, y en un paseíto enlazaríamos con la Ribera del Guadalete ese río que tiene un gran encanto relacionado con tu abuelo, ¿no? Alcalde del puerto de Santa María, que lo fue mientras se adecuaba para la navegación, ¿no? Y el recuerdo de esos siglos dieciséis, diecisiete, en los que el puerto de Santa María fue la sede de la Capitanía General del Mar Océano, base de las galeras reales, podemos sentarnos aquí a ver pasar los barcos, y podemos seguir profundizando en la historia. La historia, por ejemplo, de un yacimiento fenicio que hay río arriba, pero de momento nos vamos a quedar aquí disfrutando de este costado del río donde sopla la brisa y también el aroma de los bares y restaurantes donde podemos probar las delicias de la tierra y del mar. ¿Qué te apetece que nos pidamos para para despedir, Javier?

Bueno, yo soy muy partidario porque me me gusta mucho las tortillas de camarones, yo estoy diciendo una obviedad, tortillita de camarones, algo de pescado en adobo, cazón o corvina en adobo, y ortiguillas, por ejemplo, que son las anémonas

Sí.

Que que no se sabe si son bichos o son plantas, pero que están riquísimas.

Es lo importante. Pues así da gusto terminar una visita. Hoy el universo portuense del cantautor Javier Ruibal, que nos ha regalado su música y sus recuerdos en este Nómadas Asomado a la Bahía de Cádiz. Muchísimas gracias, Javier.

Un placer, enorme. Estáis invitados todos a volver cuando queráis. Un abrazo. Un abrazo muy grande.

Me llamo Diego Ruiz Mata, catedrático de Prehistoria, presidente de la Fundación de Estudios Fenicios y Púnicos, investigador desde el comienzo, desde mil novecientos setenta y nueve, del Castillo de Doña Blanca. Está situado la ciudad fenicia del Castillo de Doña Blanca al pie de la antigua costa, en la Bahía gaditana. La Bahía gaditana es importantísima porque supone la fundación fenicia de Gadir, ¿y qué es Gadir? Pues el origen de lo que somos, el origen de Europa, el origen de esa cultura con la que nos podemos identificar, y Gadir es una trilogía compuesta por la isla Eritía en la propia Cádiz, la ciudad fortificada, que es el castillo de doña Blanca, y el templo de Melcar, la representación simbólica del dios de los fenicios, el dios Melcar. ¿Dónde está situado el castillo de doña Blanca En la Sierra de San Cristóbal, una elevación a unos seis kilómetros de la ciudad actual del puerto de Santa María es la carretera hacia Jerez, una desfiación hacia el portal, y allí al tres o cuatro kilómetros de esa desviación nos encontramos el yacimiento, la ciudad fenicia.

Los pobladores fueron en principio unos autóctonos indígenas a los que siguieron otros, y es la población que conocieron los fenicios en su llegada a occidente, en su empresa comercial colonial de occidente, lo que supuso la orientalización de occidente y la creación de ese término sustantivo universal e importante que se llamó Tartessos. Rioblanca es una ciudad que recoge todos estos elementos, transformaciones culturales, materiales, sociales, políticos, religiosos, incluso la escritura que llegó con ellos evidentemente, y que nos explica el significado de lo que es la gran colonia fenicia de Gadir y lo que es el origen de esa gran cultura de Tartessos que aparece en la Biblia, los elementos escritos griegos, esa es la importancia de Doña Blanca, es el referente mundial de lo que es el mundo fenicio en occidente. Es una ciudad de unas siete hectáreas con un puerto a la espalda, una necrópolis de cien hectáreas, que eso no lo conocíamos, tiene a su vez unos precedentes de ocupación de la zona de la sierra, que es un poblado, la dehesa de la Edad del Cobre, de hacia el año tres mil, dos mil quinientos antes de Cristo. El nacimiento se compone además de otras cuestiones, como es la zona industrial, en el siglo tercero, en la época de la Segunda Guerra Púnica, donde Cartago y Roma se disputaban quién iba a gobernar el mundo.

Pues bien, ahí en la ciudad de San Cristóbal, tenemos elementos de ese momento, una zona industrial y una bodega, la bodega más antigua conocida, la única completa.

Nómadas, Álvaro Soto, Radio Nacional de España.

El Puerto de Santa María es uno de esos puertos claves que a lo largo de los siglos han contribuido a ensanchar el mundo, patria chica de navegantes, de viajeros, de poetas y músicos, de buscadores de horizontes, de nómadas de la vida como los que han salido a nuestro encuentro en esta visita virtual a la ciudad de los cien palacios. Si quieres volver a vivirla, ya sabes dónde tienes todos nuestros programas, y si quieres dar un saltito en catamarán o soñar con que el vaporcito del puerto te lleva a Cádiz, también podrás encontrar el programa que dedicamos a la tacita. Lo tienes todo en RTVE punto es barra Gracias por navegar con la radio pública y hasta la próxima travesía.

Podcast: Nómadas
Episode: Nómadas - El Puerto de Santa María, proa al océano - 07/12/24