Si me escuchas desde otro país europeo, puede que te identifiques con las cosas que voy a contarte. Si me escuchas desde Estados Unidos, puede que te parezca interesante la perspectiva de un europeo sobre esto. Porque yo a veces pienso en la situación inversa, ¿no? Que, obviamente, no se va a dar porque España no tiene el mismo poder de influencia que Estados Unidos, pero me imagino cómo sería una situación donde vas a Estados Unidos de visita y todo se ha españolizado. Vas al centro de la ciudad y todo está lleno de cadenas de restauración donde puedes comer tapas o paella, donde los jóvenes estadounidenses celebran fiestas tradicionalmente españolas, y, en lugar de Santa Claus, los regalos los empiezan a llevar los tres reyes magos el día seis de enero.
Me parecería rarísimo, ¿no? Si te apetece continuar escuchando el tema que te propongo hoy, cógete tu café con leche o tu pumpkin Spies Latte si ya estás completamente americanizado y vamos a ello. Recuerda que en la web Spanish Language Coach punto com tienes la transcripción gratuita del episodio y las flashcards de vocabulario. Y antes de empezar, quiero aclarar algo importante, ¿por qué digo americanización y no estadounidense? ¿No?
Es una buena pregunta porque técnicamente cuando hablamos de este fenómeno nos referimos sobre todo a la influencia de Estados Unidos, de los Estados Unidos de América. Como sabemos, América es un continente entero con una enorme una enorme diversidad de culturas, tradiciones y lenguas. Sin embargo, a lo largo de la historia se ha utilizado América como sinónimo de Estados Unidos, especialmente en el cine, la televisión y la literatura, y esto ha llevado a que, en muchos casos, la americanización se asocie directamente con Estados Unidos. Algunas personas prefieren evitar el término porque consideran que ignora a los demás países del continente. Yo lo voy a usar simplemente porque es más práctico y más fácil de pronunciar también.
Y a ver, me pregunto, cuántos miles de españolas y españoles han comprado algo este último Black Friday para ahorrarse unos euros, ¿no? O cuántos han celebrado Halloween como si vivieran en, con ética, el lugar de la ciudad de Toledo, la Toledo española, no la de Ohio. Y no me hagas hablar de las cenas de acción de gracias. De hecho, el tema de Thanksgiving en España ha sido la razón por la que decidí hacer este episodio. El año pasado, varias personas españolas que conozco han ido a cenas de acción de gracias aquí en Valencia, y no porque alguien de Estados Unidos o Canadá les haya invitado, no, simplemente es una tradición que se está instalando en España por los mismos españoles.
Entonces, la pregunta que quiero plantear hoy es, ¿nos estamos convirtiendo en una extensión cultural de Estados Unidos o simplemente estamos adaptando lo que nos gusta? Y antes de entrar en materia, tengo que empezar con una confesión, porque lo cierto es que yo tengo un vínculo muy especial con esa cultura. Resulta que di mis primeros pasos en un lugar de lo más americano, en un McDonald's. Sí, como lo oyes, el día que cumplí un año, en mil novecientos noventa, mi familia decidió que sería buena idea celebrarlo con un happy meal, y ahí estaba yo con mis manitas llenas de patatas fritas, cuando de repente decidí que era hora de caminar, y está documentado en vídeo y me hace gracia verme dando pasos patosos de aquí para allá al lado de una estatua súper creepy de Ronald McDonald's, ¿no? Y por cierto, si no quieres usar el anglicismo creepy, puedes decir que algo da mal rollo.
A mí, Ronald McDonald siempre me ha dado muy mal rollo, por ejemplo. Así que si alguien me pregunta si estoy americanizado, mi respuesta es un rotundo sí, literalmente aprendí a andar rodeado de Big Macs y cajas de nuggets, soy culpable. Y otro gran ejemplo de esta americanización es Halloween, ¿no? Porque seamos sinceros, hace veinte años, aquí en España, lo único que hacíamos en octubre era ir al cementerio a dejar flores a nuestros muertos, ir a la iglesia, ir a misa y comer dulces típicos como los huesos de santos, que es un tipo de mazapán o castañas. Y ahora, sin embargo, estamos decorando nuestras casas como si viviéramos en la serie de televisión Stranger Things y gastando un dineral, mucho dinero, en disfraces para asustar al vecino con el truco o trato.
Y lo mismo pasa con los baby showers y los gen the reviewss. Yo crecí en una España donde si anunciabas el sexo del bebé, era diciendo, es niño o es niña, y punto. Ahora no, ahora necesitas globos, confeti, y si puede ser, un espectáculo de luces. Hay gente que incluso usa una avioneta o fuegos artificiales. A mí nunca me han invitado a ninguna fiesta, ni de baby shower ni de gender review, o en español fiesta de revelación del género o sexo de tu bebé, como idea me parece un poco extraña, y tengo que decir que hace unos años era bastante crítico con ella.
Yo defiendo la ruptura de los estereotipos de género porque creo en los beneficios de esa ruptura y liberación, y la idea de celebrar la importancia de un género u otro, pues me parecía un poco ridículo. Y ahora simplemente creo que a las personas nos encanta festejar cosas, no hacer fiestas, y cada vez buscamos más excusas o surgen nuevas ideas para juntarnos y celebrar algo, ¿no? Y eso está bien. Y hablando de americanización, no podemos ignorar un aspecto clave, el idioma, porque los anglicismos son cada vez más frecuentes en nuestras conversaciones en España. Da igual que estés en una meeting tomando un flat white con un amigo o haciendo cookies con tu hijo, cada vez son más frecuentes.
Y lo cierto es que la influencia del inglés en el español es un tema que genera opiniones de todo tipo. Hay quienes defienden con uñas y dientes la pureza del idioma, y otros, en cambio, pues ven el tema con más flexibilidad y piensan, bueno, si influencer suena mejor que influyente, pues oye, ¿qué más da? ¿Qué más da? No importa. Los medios de comunicación aquí tienen un poder clave, la televisión, las redes sociales y hasta los periódicos se han convertido en auténticas máquinas de amplificar palabras en inglés, especialmente en ámbitos como la moda, la tecnología y el entretenimiento.
Ahora no vemos un desfile de moda, vemos un fashion show, no buscamos noticias, sino trending topics, y si algo nos gusta mucho es top. Y algo interesante de cómo usamos anglicismos en España es que a veces usamos palabras del inglés con un significado completamente distinto al original. Por ejemplo, smoking en España no es fumar, sino un traje elegante con pajarita, en inglés sería taxido. Y lo mismo pasa con hacer zapping, que usamos para describir cuando cambiamos de canal de televisión sin parar, aunque en inglés se dice channel surfing. Y en fútbol llamamos mister al entrenador, pero en inglés solo significa señor.
Al final, no solo adoptamos palabras, las hacemos a nuestra manera. Y está claro que este uso más frecuente del inglés es una de las consecuencias de esta americanización de la que hablamos, ¿no? Ayudada por la globalización donde todos estamos cada vez más conectados, pero hay otros motivos por los que esto pasa, por ejemplo, hay veces que hay vacíos léxicos, a veces simplemente no tenemos una palabra exacta en español, por ejemplo, ¿cómo traducimos branch? ¿Almuerzalla, ayuno, almuerzayuno? No, no suena igual, ¿no?
Y también es a veces una cuestión de prestigio social. Usar anglicismos a veces parece más cool, ¿no? Decir break suena más moderno que decir hacer un descanso, aunque signifique lo mismo. Otras veces puede ser una cuestión de economía lingüística, porque algunas expresiones en inglés son más cortas y prácticas, porque a ver, admitámoslo, es más fácil decir spoiler que destripar una película. Y también, claro, a veces es simplemente por una preferencia del hablante, al final cada uno habla como quiere.
La lengua es algo vivo y cambiante, y eso ha pasado siempre y seguirá pasando. Y por supuesto, no podemos olvidarnos de uno de los mayores vehículos de influencia cultural, el cine de Hollywood, y probablemente este fue el primer gran contacto que tuvo España con la cultura estadounidense a nivel masivo. Imagínate la escena, años veinte, salas de cine abarrotadas, llenas de gente, el público viendo por primera vez esas películas con historias fascinantes, efectos especiales impresionantes para la época y estrellas que parecían de otro mundo. Hasta ese momento, las pelis que se veían en los cines españoles eran sobre todo francesas o locales, y mucho más sobrias y, pues, hablando del contexto europeo, pero de repente llega Hollywood con su fórmula de espectáculo puro y su forma tan particular de contar historias, y desde entonces las costumbres, la moda y hasta los valores que aparecían en pantalla comenzaron a filtrarse poco a poco en ese imaginario colectivo español. Después llega el cine sonoro y con él estrellas como Clark Gable, Humphrey Bogard y Marilyn Monroe, que ya no solo eran actores, eran símbolos de un estilo de vida.
Y es curioso porque incluso antes de adoptar palabras en inglés, en nuestro día a día, ya habíamos empezado a soñar con el sueño americano. Muchas personas se imaginaban recorriendo las calles de Nueva York o conduciendo un coche descaputable por una carretera infinita gracias a esas escenas de de esas películas. El cine fue, sin duda, una especie de puerta de entrada a esa fascinación por lo estadounidense, y de ahí que hoy no nos sorprenda tanto ver tradiciones como Halloween o Acción de Gracias en España. Al fin y al cabo, llevamos más de un siglo viendo en pantalla cómo se celebran esas fiestas y cómo se vive un determinado estilo de vida. Y yo creo que ahí está la clave, durante muchos años hemos visto o nos han vendido un determinado estilo de vida muy aspiracional, pero solo se podía soñar con él, porque en España no teníamos ni los medios ni los lugares para poder vivirlo, no existían los centros comerciales ni las hamburgueserías, pero ahora es diferente.
Y yo recuerdo cuando abrió el primer Starbucks en Valencia, principios de los años dos mil. Esta cadena de cafeterías de Valencia no eligió cualquier localización, Escogió uno de los locales, uno de los sitios más bonitos de Valencia, un local comercial en el centro de la ciudad, justo al lado de uno de los teatros más conocidos. Y voy a leerte la nota de prensa que la empresa envió a los medios de comunicación cuando abrieron su primera cafetería en Valencia. Starbucks Coffee busca ser ese punto de descanso para los amantes del café que se encuentra entre el trabajo y el hogar. Su amplio local con cómodos sillones, música agradable y prensa gratuita invitan a sus clientes a pasar y a disfrutar del tiempo libre, acompañados de un buen café, preparado a su gusto y en el momento.
Durante semanas hubo grandes colas para comprar un café en este Starbucks, la gente quería vivir la experiencia que tantas veces había visto en el cine y la televisión, ir a un Starbucks y llevarse el café para llevar en un vaso desechable de papel. Y lo curioso es que en esa época nadie bebía café por la calle, así que era una experiencia para mucha gente. Y yo recuerdo ir por primera vez con una amiga, sentarnos en el sofá con una taza gigante de café y sentirnos en la serie Friends, ¿no? Era una experiencia muy diferente a lo que estábamos acostumbrados. Por cierto, esa tienda de la que te hablo cerró, ya no existe, dejó de ser tan exitosa tiempo después de su apertura, pero eso no quiere decir que la influencia de la cultura estadounidense haya fracasado en mi ciudad, todo lo contrario, ha florecido más que nunca.
Si vas a la Plaza del Ayuntamiento, que puede ser considerada el punto más céntrico en el centro de la ciudad, la mayoría de los restaurantes y tiendas tradicionales, los de toda la vida, han sido reemplazados por McDonald's, Burger King, Taco Bell o, por supuesto, Starbucks. La verdad, siendo honesto, me da pena, me produce tristeza llegar a la Plaza del Ayuntamiento y ver todas estas cadenas que están en cualquier otro lugar del mundo, y no porque sean cadenas de Estados Unidos, sino porque creo que cada vez más los lugares pierden parte de su identidad. E imagino que para un estadounidense será un poco decepcionante también llegar a esta plaza y ver todos estos restaurantes. El mundo está globalizado y no hay duda de que Estados Unidos, por su influencia económica y en la cultura, tiene un gran poder. La pregunta es, ¿cómo podemos conservar nuestra identidad en un mundo que no para de homogeneizarse, donde cada vez todo es más igual?
Yo creo que la clave está en celebrar nuestra cultura y mantener nuestras tradiciones vivas al mismo tiempo que nos abrimos al mundo. O sea, no se trata de rechazar todo lo que todo lo nuevo, sino de elegir conscientemente qué queremos adoptar y qué queremos conservar. Por ejemplo, podemos disfrutar de un pumpkin spike late sin dejar de hacer nuestras tostadas con aceite y tomate por la mañana, un desayuno tradicionalmente español. Podemos ver películas de Hollywood y al mismo tiempo emocionarnos con el cine de Almodóvar o las series locales que cuentan nuestras historias. Y también creo que es importante apoyar lo local, visitar bares de toda la vida, comprar en pequeñas tiendas y participar en las fiestas tradicionales de nuestros pueblos y ciudades.
Y lo mismo con nuestras lenguas, y para todo esto yo creo que es importante también que los gobiernos hagan esfuerzos por protegerlas, porque al final conservar nuestra identidad no es solo una cuestión de resistir la influencia externa, sino de reivindicar lo que nos hace únicos y, sobre todo, compartirlo. La globalización no tiene por qué ser el fin de nuestra cultura, puede ser una oportunidad para mostrar al mundo lo que somos mientras disfrutamos de lo mejor que otras culturas nos ofrecen, y la clave está, como siempre, en el equilibrio. Pero cuéntame en comentarios en Spotify, YouTube o en la web si en tu país también está más presente que nunca este fenómeno y tu opinión sobre ello. Estudiante, te espero en el próximo episodio. No te olvides de seguir o suscribirte al podcast y recomendarlo a otras personas que estudian español.
Muchas gracias y un abrazo grande.