Hola, Karelia. Hola, Silvia.
Karelia Vázquez es mi compañera, colaboradora en El País, ha escrito muchas veces sobre el tema que nos ocupa. Me gustaría que hoy empezásemos, Karelia, haciendo un repaso de quiénes tienen en la foto de Tecnomillonarios, que es así como se les está llamando, tecnomillonarios que acompañaron a Donald Trump en su investidura y cuál es su relación con él. El primero es Elon Musk, dueño de X, el antiguo Twitter. Cuéntame.
Elon Musk es el único que realmente tiene, de momento, un puesto en el gobierno, que es el de sanear, digamos, la economía del del estado, ¿no? O sea, recortar los puestos federales, que eso parece un puesto menor, pero realmente lo que están es eliminando una estructura que es el contrapeso del presidente. O sea, está otorgándole más poder ejecutivo al presidente al quitarle la gente que lo puede controlar, y esa es su misión.
Vamos con el segundo, Jeff Bezos.
Jeff Bezos, pues, es el dueño de Amazon y además compró The Washington Post. Esta gente está invirtiendo en medios de comunicación de los que ellos llaman legacy medias, que son, digamos, el diablo para ellos, y ha enterrado el hacha de la guerra con Trump después de que tuvieran, pues varias discusiones y que Trump dijera que él no pagaba impuestos, que utilizaba el correo de Estados Unidos para la mensajería de Amazon y que eso era ilegal. Bueno, pues después de todo esto, estaba también la foto Jeff Bezos.
Y quizá el más desconocido, pero no menos millonario, ¿Sundar Pichay?
Sí, este es el CEO de de Google. Es cierto que tiene un perfil más bajo y que de momento no se ha montado en la ola de eliminación de puestos por diversidad o por paridad de género. El Google de momento no ha hecho eso y fue un poco una sorpresa verlo allí, pero también hay que entender que no será muy fácil decirle que no atrás ahora mismo.
Tim Cook.
Tim Cook, pues, es el CEO de Apple. Para mí, yo creo que es el más hábil y es el más inteligente. Sabe navegar muy bien estas aguas turbulentas del poder. Fue uno de los grandes donantes de la campaña de Obama en dos mil dieciséis. Es gay, se ha declarado gay abiertamente y ha encabezado muchas veces muchos movimientos por los derechos de la comunidad LGTBI.
Y, por supuesto, Mark Zuckerberg.
Hombre, Mark Zuckerberg, yo creo que de todos estos es el que tiene menos pudor, ¿no? Ha dado un giro radical, además muy pegado a a que Trump ganara las elecciones, eliminó todo el programa de verificación de datos de Facebook y de Instagram, y ahora dice que ha redescubierto la la la energía masculina. Además, ha fichado a un buen amigo de Trump, Adanas White, para su junta directiva. Lo que tienen en común todas estas personas es que en algún momento han tenido una disputa con Trump, porque con Trump es muy difícil mantener la paz durante mucho tiempo, y al final han hecho las paces, entre otras cosas, porque yo creo que todos están buscando algo muy poco libertario, que es intentar agenciarse dinero público para financiar sus grandes proyectos, que no son las redes sociales, son la inteligencia artificial, las criptomonedas, los viajes a Marte. Por ejemplo, Elon Musk quiere estar en dos mil veintisiete en la próxima, estoy diciendo a la NASA, la Luna, Entonces, necesitan dinero del gobierno porque estos son proyectos muy caros.
Entiendo, son negocios y las redes sociales son suyas y por eso estamos hoy aquí contigo, Karelia. Es el motivo precisamente por el que algunas personas se han replanteado seguir usándolas. Se ha visto sobre todo en x, el antiguo Twitter. Mucha gente ha ido dejando esta red social después de la investidura de Trump, y una red aparentemente alternativa, BlueSky, de hecho, registró su segundo pico más alto, el primero fue tras las elecciones estadounidenses. Karelia, nuestra compañera Belén Remacha habló con algunos usuarios y usuarias que han dejado las redes.
Vamos a escucharles.
Me llamo Paula, tengo treinta y cinco años, y trabajo en Berlín en el mundo de la traducción y la localización. Los recuerdos de hace un par de semanas, me descargué todos los datos de Twitter y digo, mira, cada vez que me meto lo veo cada vez peor, la gente responde cada vez con masaña y borra la cuenta directamente. Ahora mismo estoy planteándome si quiero seguir en TikTok, si quiero seguir en en Instagram, si si elimino Facebook y, al final, es todo lo mismo.
Me llamo Miguel, tengo cuarenta y cuatro años y soy ingeniero. Creo que no hubo un punto de inflexión concreto, sino que ha sido un proceso, pues, que empezó cuando Twitter hace ya antes de que lo comprara a Musk, pues, empezó a decir ofrecer, en vez del contenido que yo había elegido, ¿no? Los posts de la de la gente a la que seguía, pues, contenido que me recomendaba. Eran ideas, pues, reaccionarias y, bueno, pues, luego ya cuando cuando Musk compró Twitter, pues, creo que eso ha ido cada vez a que ese contenido, ¿no? Tan tan agresivo, porque sea contenido ultraderecha, mucha más publicidad y muchos tweets del propio Elon Musk todo el rato.
Mi nombre es Álvaro, tengo treinta y un años, soy profesor universitario de enseñanza secundaria, y me decidí a dejar Twitter o x cuando Donald Trump ganó las últimas elecciones en el mes de noviembre. Pero no porque crea que Trump es el único de nuestros males, tal vez ni siquiera el mayor de ellos, sino porque sí creo que Trump, que sus magnates tecnológicos, lo que visibilizan, es la urgencia de ciertos debates que tienen que ver con nuestra autonomía como europeos y como militantes de una democracia liberal. Creo que es tramposo culpar a las redes sociales de toda la polarización que estamos pidiendo en la sociedad, pero también creo que es ingenuo ignorar esta responsabilidad que las redes sociales tienen en el tono, en el lenguaje y los temas que estamos discutiendo.
Me llamo José Luis, tengo cuarenta y tres años, soy científico. Twitter lo abrí en la época del quince m y lo acabo de cerrar hace unos días. El punto de inflexión para dejar Twitter ha sido resultado de las elecciones de Estados Unidos y lo que ha ocurrido desde noviembre hasta ahora. El motivo general es el que ha aducido tanta gente, ¿no? No querer contribuir, ni aunque sea un poco, a una red social que está alimentando la ultraderecha en en todo el mundo.
Tengo un motivo adicional que puede parecer un poco exagerado, que seguramente lo es, pero, bueno, está ahí, y es que voy a ir a Estados Unidos en dos meses. Entonces, en la aplicación que haces para pedir permiso dado de entrada, aunque sea para unos meses, te indican que tienes que dar o que puedes dar, si quieres, es voluntario, tus usuarios de diferentes redes sociales. Yo nunca he dado esa información en anteriores visitas ni pienso hacerlo esta vez, pero, claro, si lo piensas es una cosa que da un poco de miedo.
Bueno, Karelia, como has podido escuchar, cada uno tiene sus motivos, son parecidos, no son muy diferentes, pero te tengo que contar que cuando Belén habló con ellos también les preguntó qué otras redes dejarían, le reconocían que efectivamente Instagram, por ejemplo, está cada vez, por decirlo de alguna manera, más reaccionario, pero que les cuesta dejar esas redes que quieren, pero que no pueden, o no por lo menos de una manera tan rápida o automática como han dejado Twitter. ¿Tú ves ahí alguna contradicción?
A ver, yo aplaudo al que al que se va, pero reconozco que es difícil, sobre todo irse de de WhatsApp. De WhatsApp sí, ahí te quedas más solo que la una, porque es una cosa que está muy implantada en los hábitos de vida.
Claro.
Y está muy implantada en el estilo de vida. O sea, estas compañías, algunas tienen entre quince y veinte años de implantación, han monopolizado todo el mundo de la comunicación y han sido muy hábiles y nosotros hemos sido muy ingenuos. O sea, hemos invertido, hay tiempo, energías. Entiendo que el que ha sido un tuitero y ha pasado diez años creándose una marca personal, pues, le resulta más más difícil irse, y realmente hasta ahora no ha habido algo equivalente a donde irse.
Y más allá de los usuarios personales, hay otro tipo de cuentas que también están abandonando, que son las cuentas oficiales, personales, hay otro tipo de cuentas que también están abandonando, que son las cuentas oficiales, Karelia, las de organizaciones políticos, periódicos, incluso. ¿Esto es otro papel y otra responsabilidad?
Sí, yo creo que es otra responsabilidad, otro papel, pero insisto en que hubo un tiempo de la inocencia, en que todos siempre pensamos que tiempo de la inocencia, en que todos siempre pensamos que estas empresas eran seres de luz, sino empresas privadas que en algún momento iban a tener que dar dinero a sus accionistas. Y esto ha sido un proceso que ha ocurrido en todas las redes sociales, que se llama enjictificación, que es que las redes que empezaron siendo muy útiles gratis, maravillosa, el paraíso, luego fueron estropeándose, llenándose de publicidad, llenándose de contenidos poco interesantes para favorecer a sus anunciantes a expensas de la calidad de la experiencia de del usuario. Eso ha pasado en todas las redes sociales, ha pasado incluso en Google.
Has hablado de redes que se estropean y, de hecho, los entrevistados de Belén también destacaban, ¿no? Que una de las maneras de estropearse esas redes se ve con la proliferación de los discursos de odio, que ya no están solamente en x, sino que se empiezan a ver cada vez más también en Instagram. Escuchamos aquí, Karelia, a Pedro Sánchez, en el Foro de Davos, hablar de hacer las redes sociales grandes de nuevo, jugando, precisamente, con el lema de Trump sobre Estados Unidos. Lo que proponía Sánchez es que sean los dueños de estas tecnológicas, los tecnomillonarios, los que asuman la responsabilidad de los discursos de odio. ¿Esto tiene algún recorrido?
Yo no le veo mucho recorrido, siento ser pesimista, pero pero no se lo veo, y mucho menos con esas grandes plataformas que son poderosas. Yo creo que empezaría, por otro lado, es obligando al usuario a identificarse al abrir una cuenta, o sea, con un documento de identidad. Con eso te quitas el anonimato, que yo creo que es uno de los cimientos del discurso de odio, y te quitas el tema de los de los bots. O sea, es es lo que propone mucha gente, ¿no? Que no te puedas abrir una cuenta sin identificar.
Claro.
Eso me parece más fácil que hacer responsable de los contenidos a esta gente.
Karelia, hemos escuchado a los que se van de las redes, a los que has dicho que tú aplaudes, pero también me has dicho que entiendes a quien no puede o no acaba de tomar la decisión y, precisamente, te voy a poner ahora a alguien que ha decidido quedarse y a quien, me parece, que además
conoces. Mi nombre es Martín Bianchi, soy periodista del país y uso Twitter, Instagram, tengo Facebook, pero no lo uso hace muchos años. Veo TikTok, aunque no lo utilizo. Sí, bueno, WhatsApp también. No sé si se considera una red social o no, pero yo creo que en parte sí.
No, tampoco tengo así un debate, no tengo un dilema filosófico, ético, moral, que veo que hay gente que lo tiene y también lo respeto, pero quiero decir que cada vez que utilizamos Internet estamos vendiendo nuestros datos, creo que eso lo sabe todo el mundo, ¿no? Bueno, entiendo que ahora es Twitter porque es, quizá, es lo más visible, ¿no? De ese poder oculto que hay que quiere gobernarnos. Pero si empiezas a indagar y rascas un poco, prácticamente, todos los aspectos de nuestra vida, desde cadenas de supermercados, tiendas de ropa, todo está controlado por un grupo pequeño de personas que se conocen entre ellas y que quieren controlarnos de alguna u otra manera. Me resigno porque, claro, la vida como la conocemos hoy, la vida moderna, como la conocemos hoy en sociedad y la vida en una ciudad y la vida en sociedad y con otras personas sería impensable sin sin medios de comunicación, y cuando me refiero a medios de comunicación no solamente de la prensa, sino las plataformas redes sociales que, de alguna manera, también funcionan, como como redes sociales o WhatsApp, funcionan, como como redes sociales o WhatsApp, Internet en general, Google, si quieres, Microsoft, Apple.
No tengo una estrategia en el sentido de que vivimos en una sociedad del odio y no va más allá de Mark Zuckerberg o de Elon Musk, ¿no? Quiere decir, yo, por ejemplo, soy homosexual desde desde niño y siempre he luchado, de alguna manera he tenido que luchar contra los discursos del odio porque siempre los he recibido. Entonces, creo que si tuviera que haber renunciado, tendría que haber renunciado a vivir en sociedad, porque desde muy pequeño he sufrido el odio. Creo que la mayoría de la gente somos normales y podemos hablar y no insultarnos. Entonces, partiendo de esa base, pues me tomo lo de quedarme como mi vida normal.
Karelia, ¿qué le dices a Martín? ¿Es renunciar a vivir en sociedad, salir de las redes?
Sí, bueno, puede ser, sobre todo, o sea, si buena parte de tu vida la vives en la en las redes, si tiene un valor lo que creas en las redes y y y la gente que tienes ahí, la gente que te sigue. O sea, desde mi punto de vista, yo creo, más que un debate filosófico o un debate moral, yo lo que pienso es que hay un tema que es más sencillo, que es de es de malestar, o sea, lo que lo que pasa, lo que a mí me pasa ahora en Twitter es que yo entro y no estoy a gusto. Realmente te estás exponiendo, realmente lo que pasa técnicamente es que te estás exponiendo un algoritmo optimizado para crear confrontación. Y entonces, cuando estás allí cinco minutos, te empiezas a sentir mal, empieza a subirte una ira, empieza. Y al final lo que el objetivo es que reaccione, te conviertes en una máquina de reaccionar y te vas a tu casa a seguir haciendo tu vida y estás todo el tiempo con un malestar que que no sabes de dónde viene y viene de ahí.
Es una cosa creada por diseño, es una cosa intencional, es una cosa pensada. Y yo fíjate que creo que es más peligroso para x esa sensación de malestar en los usuarios que cualquier otro debate moral o ético de si estar allí supone que tú tienes una postura en la vida o no. Creo que el problema que tienen es que la gente no está a gusto porque ya no encuentra lo que encontraba allí que le gustaba y que le hacía y que le hacía sentir bien. Creo que la vida de del malestar es más peligrosa que la de la moral y la de la ética. Karelia, esto del malestar que
Estoy hoy con Karelia Vázquez, hablando de si hay que dejar o no las redes sociales. Karelia, me estabas hablando del malestar que produce entrar en x. Te invito a que escuches conmigo otra vez a José Luis, Miguel, Álvaro y Paula. Hoy en día
no creo que haya ninguna red social que sea la mejor. Lamentablemente, si no, no estaríamos todos intentando encontrar esa comunidad de apoyo, soporte y comprensión en diferentes redes sociales, estaríamos todos en la misma. Y depende un poco también de la perspectiva que tenga, de qué es ser responsable y qué es ser ético. Porque, por ejemplo, si te metes en la red social esta del Truth Social de Trump, mucha de la gente que que está metida en esa red, pues, a lo mejor piensan que es más ética, porque coincide con su propio sistema ético y con sus propias impresiones, con sus propias opiniones.
Nunca lo he visto como algo blanco siempre he tenido muy claro que había un negocio que estaba basado fundamentalmente en la publicidad, ¿no? Que ellos cogían mis datos porque eso era lo que la propuesta de valor que le hacían a las empresas que les que les compran los anuncios, ¿no? Pero sí que es cierto que ha sido muy recientemente cuando empezó a tomar consciencia de que más allá, pues, estaba el algoritmo teniendo una incidencia real en modificar la opinión pública. Si recuerdo un Internet mejor, o por lo menos distinto, de finales de los noventa y principios de los dos miles, mucho más amateur, mucho más atomizado, ¿no? Con pequeños foros aquí y allá.
Creo que esos lugares también había comunidades que eran muy muy tóxicas, pero desde luego lo que no tenían era este gran tamaño y esos gestores o esos propietarios decidiendo. Y, desde luego, lo que no estaban diseñados era para tenernos enganchados. Una red social responsable sería que no estuvieran diseñadas para engancharnos.
Necesitamos un x europeo, en mi opinión, y mientras no llega, tal vez, nos sirva Blue Sky. Ayer alguien, precisamente, comentaba que, aunque no lo recordemos porque seamos muy jóvenes, hubo un tiempo en que ser nazi, o como se dice ahora, hacer el saludo romano, daba como mínimo vergüenza. Y hoy estamos en el punto de suplicar que al icono de la x no le saldrán brazos y se convierte automáticamente en una esvástica. Creo que el asunto merece una reflexión.
Me temo que no tengo muchas ideas para una red social responsable. A ver, sí que puedo decir que, como modelo general del Internet posible, algo que me maravilla es la Wikipedia, que no por casualidad está ahora bajo ataque por parte de Nashq y su tropa. Nuestra realidad libre de problemas, pero sin duda es un éxito de la humanidad y no sé si tú me pregunto si hay algo que podamos aprender de ella.
Karelia, no hay ninguna opinión que podamos decir muy, muy, muy optimista. Álvaro, de hecho, dejaba caer la idea de un Twitter europeo. ¿Tú crees que sería posible una red social pública?
Ha habido propuestas, ha habido experimentos muy teóricos hasta donde yo tengo conocimiento. No sé si os acordáis de Tumblr, que era una red de microblogs, su fundador que se llama Mark Cockney, hizo un diseño de red social que él la veía global, no europeo, la veía global, pero decía que si debía financiarse como los grandes museos, con donaciones de mecenas, subvenciones de gobierno, algo así como que la UNESCO o Naciones Unidas financiara esto, que todas esas aportaciones tenían que ser incondicionales. O sea, no no eran accionistas, eran como mecenas. Por lo tanto, el objetivo no era monetizar, o sea, no había posibilidad de que esto se enmierdara por el camino, y también insistía en lo de identificar a a todos los usuarios. Esto, que yo sepa, es el experimento más teórico, o sea, que no ha pasado la teoría, pero él decía eso, que se financiara como se financia un museo.
Y había otra propuesta del fiscal de Ohio, que es republicano, que él decía que se debía considerar como, y él lo llamaba public utility, o sea, como la electricidad o como en su momento el ferry. O sea, que eran bienes públicos en los que el estado podría intervenir para regular.
Karelia, y para acabar, ¿qué has hecho tú con tus redes sociales?
Pues yo sigo en en x, ahí estoy, ahí está mi cuenta, ahí cuento yo como usuaria de x. A mi pesar, no publico nada, pero estoy, estoy expuesta al algoritmo, miro, sé que no me gusta, cada día tengo más claro que no quiero estar, pero ahí estoy. Y, bueno, me planteo que, tal y como parece que van a ir las cosas, voy a tener este mismo conflicto en poco tiempo en en Instagram y probablemente, pues no sé qué va a pasar con WhatsApp, si en WhatsApp en algún momento te empiezan a meter publicidad o te empieza a de ahí me costaría más irme, porque significaría reducir mi vida social bastante, porque todo lo tengo ahí.
Si eso pasa, volvemos a hablar seguro. Gracias, Karelia.
Gracias a ti, Silvia.
Este episodio lo ha realizado Belén Remacha. El diseño de sonido es de Nicolás Chavertidis, la edición de Ana Rivera. Yo soy Silvia Cruz La Peña, y he dirigido este episodio de Hoy en el país. Gracias por escuchar.