Hay mil formas de conocerse, pero solo una que cambió radicalmente las relaciones y el amor durante la última década.
Al poco tiempo de conocernos, nos dimos cuenta que meses antes habíamos hecho un match en Tinder, habíamos tenido una conversación durante dos o tres días en Tinder y había caído en el olvido.
Sin embargo, esto de hacer match o swipe en aplicaciones de citas como Tinder en una era donde cada vez más hay quien busca desconectar de las pantallas parece que está perdiendo fuerza. Soy Silvia Cruz La Peña. Hoy en el país, si las aplicaciones pierden tirón, ¿cómo ligamos ahora?
Hola,
Karelia.
Hola, Silvia.
Karelia Vázquez eres periodista especializada en tecnología, pero escribes también sobre fenómenos sociales, y más allá de la polémica sobre si celebrar o no el día de San Valentín, sabes que hoy en el país nos gusta hablar de amor y de relaciones. Así que aprovecho el día para que me hables de un run run que no paro de escuchar y de leer, y es que Tinder está perdiendo fuelle.
Bueno, sí, es un run run que empieza a ser ya bastante consistente, porque según los datos del segundo trimestre de dos mil veinticuatro, había diecisiete millones de usuarios menos que en dos mil veintiuno. O sea, que ya es es bastante. Y algo, digamos, más fácil de más objetivo que esto, que puede ser el valor en bolsa. Y es que las acciones de Mashed punto com, que es la propietaria de la dueña de Tinder y de otras, pero sobre todo de Tinder, han caído un setenta por ciento en dos mil veinticuatro. O sea, que es una cosa bastante contundente.
La acción que valía ciento sesenta dólares ha pasado a treinta y siete, o sea, que es una una caída estrepitosa.
Mi pareja y yo nos conocimos en Dinamarca justo cuando acabó el confinamiento y todo el mundo estaba súper animado y con muchas ganas de salir y quedar. Entonces, fue una época muy divertida allí y también mucha gente empezó a usar apps de citas y así nos conocimos. A través de Bumble empezamos a hablar, pero no pudimos quedar porque los dos estábamos viajando y no coincidíamos. La primera vez cuando nos vimos fue algo original, diría yo, porque quedamos para ver un partido de de Eurocopa, era Italia contra España. Y no quedamos los dos solos, quedamos él con sus amigos y yo con los míos y, simplemente, juntamos los grupos.
Y entonces hablé un poco con él, hablé un poco con sus amigos y no tenía nada de de lo típico de una la primera cita de la app con un desconocido que solo hablabas por por el móvil. Así que ya después de esta vez teníamos muchas ganas de una cita de verdad y fui unos días más tarde fui a cenar con él con mucha ilusión.
Karelia, como ves, me estabas dando los números de Tinder, que está en caída, y aquí acabamos de escuchar ahora a Eva, y te la he puesto para que la escucharas, porque no hace tanto, incluso estuviste por aquí hablando de que esta forma de relacionarse por aplicaciones o por Internet era bastante común. Eva habla ahí de que conoció a su pareja en otra aplicación, Bumble, y te quería preguntar, ¿es Tinder lo que pierde fuerza o son las aplicaciones de citas en general?
A ver, yo diría que es en general. O sea, al final yo creo que, o sea, todas se duplican y todas se parecen mucha entre sí. O sea, Bumble, por ejemplo, lo que permitía era que la la chica diera el primer paso, ya sea que esta esto no pasaba, pues el chico no podía hablarle. Era una manera de de de darle a las mujeres un contexto más cómodo, pero al final lo que falla en una sigue fallando en todas, que yo creo que son aplicaciones que privilegian el volumen de las interacciones sobre la calidad. Entonces, es un es un modelo que si funciona bien, o sea, si si dos personas se encuentran, hacen match y les va bien, salen dos clientes de la aplicación.
O sea, que si han emparejado a mucha gente, probablemente, pues, esa gente está afuera y la gente que quede igual no está tan interesado en encontrar una pareja, digamos, a largo plazo y quieren otra cosa.
Entiendo. Karelia, hay otra hay otro concepto que llevo leyendo estos días, que es el de aplicaciones nicho. ¿Qué son?
Sí, Sí, bueno, esos yo creo que son, podríamos verlo como estrategias de supervivencia, que son, bueno, aplicaciones para que se conozcan personas que, por ejemplo, son judíos o son musulmanes. Están tienen algo en común que los une y que ellos perciben que los separa del resto de de las personas que pueden estar buscando pareja. Hay aplicaciones para personas que tienen hijos, hay aplicaciones para personas de muy alto perfil o gente con mucho dinero o celebrities. Entonces, van como segmentando segmentando el mercado, pero creo que es una estrategia de supervivencia, porque tienes que darte cuenta que muchas aplicaciones, digamos, su reclamo comercial ahora mismo es, soy una aplicación que no me parezca a una aplicación de citas, o sea, soy una aplicación de citas que no parezco una aplicación de citas. Ya.
Entonces, digamos que hacer una aplicación de citas ya no es tan cool como podía ser hace diez años.
¿Y por qué, Karelia, se sabe la causa?
Bueno, se habla de se habla mucho de la de la fatiga de Tinder, que en inglés es el el Tinder burnout, que es que lo que hemos hablado que estas plataformas o estas aplicaciones empiezan bien y por el camino se van se van estropeando. Y ahora, bueno, Tinder es como un alimento para el algoritmo y es un juego, como se diría, pay to play, que es el que no pague, el que no tiene la aplicación premium no va a hacer nada allí, porque entre otras cosas probablemente esté interactuando con perfiles sintéticos que ni siquiera son reales. Esto es por una parte. Por otra parte, lo que te decía antes, esto es ingeniería social, se privilegia el volumen sobre la calidad de las relaciones, y yo recuerdo un ingeniero de Tinder que cuando le preguntaban qué tenían que hacer los hombres para ligar, decía que era desplazar hacia la derecha indiscriminadamente, porque de esa manera aumentaban su probabilidad de hacer match, daba igual con quien fuera. Ya.
Entonces, esto como que le va quitando la ilusión, digamos, al al asunto, ¿no? Digamos que en el en el amor romántico, lo que conocíamos como el amor romántico, uno de los pilares eras que tú al a tu objeto de deseo, a tu crash, a la persona que te gustaba, le ponías una serie de atributos que, a lo mejor, ni los tenía, pero a ti te hacía ilusión. Y esto es al revés, o sea, eso lo que hace es convertir a un sujeto en sustituible por otro. Todos son iguales, todos son mercancías, puedes cambiarlo, puedes interactuar con uno, con dos o con tres, todos son intercambiables entre sí.
Karelia, tengo entendido que en esa estrategia de supervivencia, como tú la llamabas, muchas aplicaciones lo que hacen es ofrecértelo de siempre, es decir, quedar con otra persona. ¿Es así?
Es así, esa es una vuelta a los básicos, por decirlo de alguna manera, y simplificar. Entonces, este, Tinder, por ejemplo, pues tiene unas convoca una serie de eventos personales, pero además tienen clubs de lectura, tienen clubs de runner, venden entradas para conciertos en directo. Esto es exactamente lo que se hacía antes de las aplicaciones. Ahora, por ejemplo, Bombel quiere cambiar su imagen y quiere decir que es una empresa de conexiones, no una app de ligar.
A ver, se está poniendo de moda lo de quedar a tomar algo, a bailar, a cenar, es decir, a ligar de forma
A leer, a leer.
A
leer, quedar de forma offline. ¿Tú crees que eso explica el éxito de programas como First Dates o son formas de ligar que ocurren en paralelo, Karelia?
A ver, yo creo que First Dates, lo que y por lo que triunfa First Dates es porque te ofrece el espectáculo de ver a alguien quedar cara a cara, que es algo ya insólito para una generación entera. Entonces, este espectáculo de la primera impresión, de la primera reacción sin pantalla, sin filtro, sin nada, pues, es lo que tiene yo creo que a todo el mundo delante de la pantalla totalmente fascinado. Porque estos esto se había olvidado. O sea, tú cuando quedabas con alguien, probablemente habías chateado durante un mes y ya más o menos igual cuando llegabas te sorprendía porque esa persona no era lo que tú pensabas o cuando ibas que esto le ha pasado a mucha gente, cuando iba camino a la cita le hacían ghosting y ya no contestaban mensajes y ya no sabía ni con quién había quedado. Entonces, lo que te da Fairseid es este espectáculo otra vez del cara a cara y de ver la cara al otro cuando se ven la primera vez, que esto es algo insólito, por lo menos para una generación completa.
Me estoy acordando, Karelia, de cuando estuviste aquí no hace tanto y grabamos un episodio que se tituló, precisamente, ¿Por qué ya nadie te pide salir? Y esto que me estás explicando se parece mucho ya a pedir salir a alguien. ¿Nos hemos cansado de esas aplicaciones? ¿Nos vamos a empezar a pedir salir otra vez?
Pues yo no, te digo, no me extrañaría que hubiera una una una vuelta a los rituales. ¿No? Porque lo que te decía, lo que han hecho las aplicaciones de citas, las aplicaciones de citas hay que verlas también en en un contexto del sexo casual, o sea, que que favorece mucho el sexo casual y todo esto, despoja de atributos al objeto de deseo. Y yo creo que la gente está queriendo otra vez romantizar un poco a esa persona que te gusta. O sea, que no sea esta persona o la de al lado, la de al lado todas iguales, sino que la gente quiere de alguna manera disfrutar otra vez de esto.
A mí no te diría que no volvieran un poco los rituales, a lo mejor no tan exagerados como se vivieron hace treinta años, pero algo de ritual yo creo que volverá.
¿Y se percibe esto de manera diferente entre chicos y chicas? ¿Hay más chicas que chicos abandonando las aplicaciones?
A ver, yo creo que siempre fue diferente. De hecho, lo que te contaba que recomendaba el ingeniero de Tinder era para los chicos, era como tenéis menos probabilidades de hacer más, con lo cual, indiscriminadamente a la derecha, a ver quién os habla. Entonces, creo que es diferente y también creo que
el mundo heterosexual es muy diferente a
al mundo gay. De hecho, creo que la heteropesimismo,
que
es ellos lo lo lo, o sea, no lo no dicen que es una queja, dicen que es algo como que se mueve entre el activismo y el meme, y es esto que está muy de moda de decir, ojalá no fuera heterosexual porque me iría mejor en el amor.
Ya, entiendo el trasfondo, pero es cierto que hay aplicaciones específicas para la comunidad LGTBI y que se hicieron con un sentido, ¿verdad, Karelia?
Sí, totalmente. Fueron unas aplicaciones que sirvieron de refugio y de lugar seguro a muchas personas que se encontraron allí y que, bueno, hicieron de aquello una fiesta y y se lo se lo pasaron muy bien y y estaban muy protegidas.
Ahora seguimos hablando, Karelia. Enseguida volvemos. Hola. Yo conocí a mi pareja en el año mil novecientos setenta y cuatro.
Y nos conocimos en un avión de Iberia porque los dos éramos auxiliares de vuelo.
Hace cincuenta y siete años conocí a mi marido. Íbamos por la calle, un grupo de amigas, y vimos pasar, cruzar por por la calle de enfrente a un grupo de chicos y nos paramos a hablar.
Pues yo le conocí en abril de dos mil veintiuno
y, nada, fue en el pueblo porque una noche salimos de fiesta. Pero, digamos, que fiesta era la huerta de un tío de mi pueblo perdida de la mano de dios.
Nos conocemos de toda la vida, somos de el mismo pueblo y siempre hemos coincidido, y justo ahora, hará dos años, nos conocimos más a fondo en una calsutada.
Yo trabajaba de socorrista, y una compañera un día me comentó que había ya, que ya tenía una alumna que se que la recordaba mucho a mí, que decía que tenía mi misma personalidad, mi misma forma de ver la vida, que qué me parecía si le daba mi Insta. Y yo le dije, yo te digo, por supuesto. Y esa chica, que resulta que es que es mi actual pareja, me escribió por Insta.
Nos conocimos en una aplicación, no me escondo, y fue hace año y medio.
Mi amiga Clara nos presentó y desde ese momento, pues empezamos a hablar, a tener conexión.
En en el verano de dos mil quince haciendo la ruta Quetzal y, de hecho, nos conocimos haciendo cola para entrar a a a que el rey Felipe nos conociera en una recepción que organizó la ruta Quetzal con la casa real.
Yo conocí a mi pareja en el instituto, iba a mi clase, éramos compañeros de clase.
Pues yo conocí a mi chica hace, van a ser tres años, este veintidós de febrero, y la conocí en el instituto, era parte de mi clase, que justo me cambié ese año. Conocí a
mi marido en una discoteca, y
nada, hasta ahora. Conocí a en el año sesenta y siete. Me lo presentó un amigo que teníamos común.
Pues, yo conocí a mi mujer cuando teníamos los dos catorce años. Íbamos en cuadrilla con unos amigos y amigas, olíamos jugar, pues, a los juegos típicos de en aquellos años que eran, pues, el pilla pilla, el policía tacos, el burro. Y después de dos años, pues, ya empezamos a a conocernos, o sea, tenemos ya dieciséis años y empezamos a salir hasta que nos casamos ya con veintitrés años, pues unos cuarenta y tres años que la conozco y que estoy con ella. Nuestros amigos también fueron haciéndose parejas entre ellos e, incluso, nuestros hijos todavía han hecho una especie de cuadrilla entre ellos, que lo cual nos hace muy felices.
Pues yo conocí a mi pareja en Twitter porque nos movíamos como en el mismo nicho o círculo dentro de la psicología, y él me leía a mí, me era un voyeur, pero un día me pidió por MD bibliografía y le fiché.
Yo conocí a mi pareja hace ya dos años en Grinder, que es una aplicación que de la que yo no he sido, efectivamente fan nunca, porque cada vez que la utilizaba, como que todo el mundo iba a lo que iba y no era lo que yo estaba buscando. Y una de las veces que me la instalé empecé a hablar con con quien es ahora mi pareja, y nos dimos el Instagram enseguida, nos empezamos a conocer y al final, al cabo de los meses, terminamos formalizando nuestra relación. Puedo decir que, es decir, que no conozco a mucha gente que tenga la suerte que que hemos tenido nosotros, pero bueno, sí, desde aquí puedo lanzar un poco un mensaje de esperanza a todas esas personas que creen que que, pues Grindel en concreto no es un lugar en el que puedas encontrar el amor, que sepan que sí que se puede encontrar.
Karely, acabamos de escuchar a gente de generaciones muy distintas contando cómo se conocieron. Hay algo de redes sociales, algunas aplicaciones de citas, pero mucho de lo de toda la vida, trabajo, instituto, amigos en común o incluso una fiesta popular, como le pasó a mis abuelos.
Sí, sí, yo creo que las aplicaciones de cita cambiaron un poco el mundo de las citas, pero no tanto como nos nos hicieron creer, aunque es verdad que hubo un momento en que la gente dejó de de ligar en los bares, por ejemplo, o sea, la gente podía estar en un bar ligando a través de una aplicación, pero no cara a cara.
Hay un gráfico, Karelia, un gráfico de datos que se hizo viral de un experto en datos y visualización, James Eagle, seguro que lo has visto, y en ese gráfico repasa cómo se conocen las parejas desde los años treinta en Estados Unidos. Entonces, evidentemente, nadie se conocía online. Donde más se conocía la gente era porque la presentaba su familia, sus amigos, en la escuela. Alrededor de los años sesenta ganaban fuerza los amigos y subían los compañeros de trabajo, la universidad y los bares. Y en los dos mil cogió muy rápidamente la delantera Internet hasta llegar a que el sesenta por ciento de las parejas se conocía ya por esa vía.
Es decir, Internet en general y las aplicaciones de citas en particular cambiaron el mundo.
Bueno, yo creo que el al menos el mundo de las relaciones personales lo cambiaron, pero, bueno, hay que tener en cuenta que Internet no son solo las aplicaciones de citas, o sea, que hay gente que se ha conocido en Twitter, que se ha conocido en Instagram, que se conoció mucho en Facebook o se reencontró en redes sociales después de de muchos años. Yo creo que ahí hubo un mix que yo diría que es lo que se va a quedar, o sea, un poco el mix de te conozco en Internet o te reencuentro en Internet, pero luego paso rápidamente a al mundo real.
Y si las aplicaciones pierden fuerza, Karelia, por lo que me estás contando, ¿qué novedades hay ahora? ¿Alguna tendencia nueva, más allá de la supervivencia de las empresas para seguir adelante y sacar dinero con estas aplicaciones.
Bueno, yo hoy me he leído un reportaje en Whyte, que es una revista de Estados Unidos de tecnología, donde hablan con un con un chico que estuvo una semana quedando con varios con varios bots de inteligencia artificial. Ya se dedicó a a esto y bueno, él él decía que la experiencia había sido rara, era lo que lo que decía. Entonces, hay mucho, hay mucho ahora de meter inteligencia artificial aquí, que para mi gusto yo creo que es empeorarlo todo un poquitico más.
Y de las citas rápidas, ¿qué me cuentas?
Bueno, de las citas rápidas esto es el el state daking, este que se llama, que es, a ver, es un poco parecido a eso que se llamaba speed dating en los dos mil, que era que alguien venía y te organizaba como citas de siete minutos con cinco desconocidos, y tú tenías ahí como siete minutos para venderte y el otro para venderte, y lo único que ahora tú eres el que te gestionas tus tres citas, y un poco le quitas solemnidad y te lo metes como entre al gimnasio, ir a comer con tus padres y es un poco, bueno, es un poco el checking, ¿no? Ya lo he hecho, ya yo he hecho mi esfuerzo por encontrar pareja. Es un poco, es es un tema de optimización, que es una cosa que se lleva mucho ahora y es yo voy a buscar pareja, pero de un modo eficiente, igual que lo hago todo en la vida porque tengo que ser productivo. Tampoco me parece que funcione.
Claro, Karelia, es que oigo optimización, y me estoy acordando que hace un momentito hablábamos, ¿no? De que cierto romanticismo controlado, adaptado a estos tiempos, igual no está mal del todo, y no me casan muy bien esas dos ideas.
Claro, es que todo el mundo quiere quiere ser especial para alguien, ¿no? Entonces, estas aplicaciones un poco te convierten en una en una commodity de Internet, ¿no? Eres un sujeto intercambiable por otro, te pueden cambiar, te pueden abandonar y esto ha hecho mucho daño. O sea, esto del ghosting, que es como el arte esta de sumarse gracias a la tecnología, ha hecho mucho daño y yo creo que ha ha ha expulsado a mucha gente de las de las redes sociales. Entonces, yo creo que un poco de no es el el amor romántico del siglo diecinueve y la idealización de las personas, pero bueno, tampoco esto de que nadie quiere estar ahí en ese lugar donde da igual que estés tú o que esté otro.
Karelia, estamos acabando y me queda claro de que estamos cansadas de las pantallas, que no sé si nos cansaremos de ligar, de interactuar, o si piensas, como decía mi abuela, que la jodiendo no tiene enmienda.
Yo diría que no tiene enmienda y que no nos vamos a cansar, creo que estamos en la búsqueda de de cuál es la mejor manera de conseguirlo y y y, al final de pasártelo bien, pero espero que no nos cansemos de interactuar porque yo creo que sería muy aburrido, ¿no? Sería convertirnos ya en en setas.
Gracias, Karelia.
Gracias a ti.
Este episodio lo han realizado Belén Remacha y Carelia Vázquez. El diseño de sonido es de Camilo Iriarte, la edición de Ana Rivera. Yo soy Silvia Cruz La Peña, y he dirigido este episodio de Hoy en El País. Gracias por hacer match.