Una luz tenue y cálida ilumina ese rincón del cuarto. Angélica se pone de pie y camina descalza y todavía somnolienta hasta la ventana. Los ruidos vienen de allí. Las cortinas son de una tela gruesa y opaca, similar al terciopelo. Son suaves al tacto y apenas dejan pasar la luz de la mañana.
Cuando recién llegó a su habitación, Angélica pensó que habría preferido persianas que cubren mejor la luz, pero ha terminado por acostumbrarse. Ya no necesita la oscuridad total para dormir. Además, le gusta que su dormitorio cumpla los ciclos del sol, que no esté del todo aislado. Se siente armónico y más natural, ni siquiera las cuevas son completamente oscuras. Angélica corre un poco las cortinas usando el dorso de su mano, apenas lo suficiente como para poder espiar lo que ocurre debajo de su habitación, y lo que ve la sorprende.
Un pequeño grupo se ha reunido en la puerta del hotel. No deben ser más de 15 personas. Después de todo, no son todavía las 8 de la mañana, pero, de cualquier manera, allí están. A la distancia, Angélica apenas puede distinguir los detalles. Solo alcanza a notar que cargan carteles y afiches.
Ellas son, indudablemente, las que gritan y aúllan. ¿Qué tenemos aquí? Piensa. Ruido, noise, aullido, hold, velador, lamp. Mesa de luz, betside table.
Cuarto, room. Descalzo descalza, ver footed. Terciopelo, velvet, persiana, blind, cueva, cave, dorso, back, cartel, sign, afiche, póster. And now, let's listen to story one moth time. Capítulo 98, aullidos.
Un ruido extraño despierta Angélica. Parecen gritos, pero no son exactamente gritos. Son más bien aullidos, piensa Angélica, algo por el estilo. Gira sobre la cama y enciende el velador en su mesa de luz. Una luz tenue y cálida ilumina ese rincón del cuarto.
Angélica se pone de pie y camina, descalza y todavía somnolienta hasta la ventana. Los ruidos vienen de allí. Las cortinas son de una tela gruesa y opaca, similar al terciopelo. Son suaves al tacto y apenas dejan pasar la luz de la mañana. Cuando recién llegó a su habitación, Angélica pensó que habría preferido persianas que cubren mejor la luz, pero ha terminado por acostumbrarse.
Ya no necesita la oscuridad total para dormir. Además, le gusta que su dormitorio cumpla los ciclos del sol, que no esté del todo aislado. Se siente armónico y más natural, ni siquiera las cuevas son completamente oscuras. Angélica corre un poco las cortinas usando el dorso de su mano, apenas lo suficiente como para poder espiar lo que ocurre debajo de su habitación, y lo que ve la sorprende. Un pequeño grupo se ha reunido en la puerta del hotel.
No deben ser más de 15 personas. Después de todo, no son todavía las 8 de la mañana, pero de cualquier manera allí están. A la distancia, Angélica apenas puede distinguir los detalles. Solo alcanza a notar que cargan carteles y afiches. Ellas son, indudablemente, las que gritan y aúllan.
¿Qué tenemos aquí? Piensa. Nos vemos allí.