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Y ahora, empecemos. Capítulo cuatro, una disculpa a las madrastras malvadas. Manolo se sienta en el piso alfombrado del pasillo del hotel. Apoya la cabeza en la puerta de la habitación ciento siete, justo debajo del picaporte. Tiene la sensación, no podría explicar por qué, de que del otro lado Angélica está haciendo lo mismo, casi que podría dibujar su figura sobre la madera de la puerta.

¿Por qué quieres irte, Angie? Pregunta Manolo. Angélica tarda en responder. Por un momento, Manolo cree que no va a decir nada en absoluto. Suenas muy joven, dice Angélica finalmente.

¿Qué edad tienes? Veintisiete, responde Manolo. Pero, ¿qué tiene que ver eso con, sabes quién soy yo? Interrumpe Angélica. Por supuesto, contesta Manolo casi con indignación.

Su respuesta lo sorprende. Él no es particularmente un fanático de la obra de Angélica Castro. No recuerda haber visto una telenovela después de los trece años, cuando se empezó a interesar por el cine y a cambiar la pantalla de la televisión por la de la computadora? Pero no importa. ¿Quién no sabe quién es Angélica Castro?

Me imaginaba, continúa Angélica. Estás en la edad. El botón es de aquí, no me reconoció, ¿sabes? Es lógico, tiene dieciocho años. Era un bebé cuando daban aroma a Jazmín.

¿Ese es el problema, Angie? Pregunta Manolo con toda la delicadeza de la que es capaz. ¿Que el botones no te reconoció? No, por favor, ¿qué va? Responde Angélica.

No soy tan vanidosa, solo que me di cuenta de que de que ya ha pasado cierto tiempo, ¿sabes? Y ahora tengo que hacer este papel, la madrastra malvada. entiendes cómo funciona esto. Las jóvenes protagonistas se convierten en madrastras malvadas y más adelante en las abuelitas que se mueren en el cuarto o quinto episodio. Hasta hace poco, yo era la protagonista.

Alfombrado, carpeted. Picaporte, dorknob. En absoluto, ad all, delicadesa, delicacy. ¿Qué va? No way.

Vanidoso, vanidosa. Bane, papel, role. Malvado, malvada. Evil. And now, Let's Listent's a story one mood time.

Capítulo cuatro, una disculpa a las madrastras malvadas. Manolo se sienta en el piso alfombrado del pasillo del hotel. Apoya la cabeza en la puerta de la habitación ciento siete, justo debajo del picaporte. Tiene la sensación, no podría explicar por qué, de que del otro lado Angélica está haciendo lo mismo, casi que podría dibujar su figura sobre la madera de la puerta. ¿Por qué quieres irte, Angie?

Pregunta Manolo. Angélica tarda en responder. Por un momento, Manolo cree que no va a decir nada en absoluto. Suenas muy joven, dice Angélica finalmente. ¿Qué edad tienes?

Veintisiete, responde Manolo. Pero, ¿qué tiene que ver eso con? ¿Sabes quién soy yo? Interrumpe Angélica. Por supuesto, contesta Manolo casi con indignación.

Su respuesta lo sorprende. Él no es particularmente un fanático de la obra de Angélica Castro. No recuerda haber visto una telenovela después de los trece años, cuando se empezó a interesar por el cine y a cambiar la pantalla de la televisión por la de la computadora, pero no importa. ¿Quién no sabe quién es Angélica Castro? Me imaginaba, continúa Angélica.

Estás en la edad. El botón es de aquí, no me reconoció, ¿sabes? Es lógico, tiene dieciocho años. Era un bebé cuando daban aroma a Jazmín. ¿Ese es el problema, Angie?

Pregunta Manolo con toda la delicadeza de la que es capaz. ¿Que el botones no te reconoció? No, por favor, qué va, responde Angélica. No soy tan vanidosa, solo que me di cuenta de que de que ya ha pasado cierto tiempo, ¿sabes? Y ahora tengo que hacer este papel, la madrastra malvada.

entiendes cómo funciona esto. Las jóvenes protagonistas se convierten en madrastras malvadas y más adelante en las abuelitas que se mueren en el cuarto o quinto episodio. Hasta hace poco, yo era la protagonista. Nos vemos allí.

Podcast: StoryLearning Spanish
Episode: Season 4 - Episode 4. Una disculpa a las madrastras malvadas