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Episodio número setenta, la corrección política. Hola, hola, ¿cómo te va? Mi nombre es César, soy profesor de español y estás escuchando el podcast para estudiantes de español de nivel intermedio. El objetivo de este podcast es que mejores tu comprensión del español y que también aprendas cosas que quizás no sabías. Si quieres, puedes usar la transcripción gratuita del episodio en www punto Spanish Languagecoach punto com.

Además, en la transcripción también encontrarás unas flashcards con el vocabulario nuevo de este episodio. Estoy seguro de que vas a aprender nuevos términos y te recomiendo que uses las flashcards para memorizarlos de forma más efectiva. Si escuchas una palabra una vez, no vas a poder memorizarla, necesitas trabajarla en contexto y verla de forma repetida, por eso las flashcards te ayudarán. También quería mencionar el tema del que hablamos la semana pasada. He recibido varios mensajes de muchos oyentes a los que también les parece muy complicado cambiar de hábitos y tener rutinas saludables.

En mi caso, he de decir que la última semana me he sumergido por completo en la preparación del examen de inglés y he estudiado una hora de media al día. Por otro lado, he vuelto al gimnasio, fui tres veces la semana pasada y salí muy contento. Estoy empezando a recordar que hacer ejercicio me hace sentir bien, aunque mucha pereza empezar. Ahora bien, si tengo que ser honesto, al tema del dulce todavía no he conseguido ponerle freno. El freno es la parte del coche que usamos para parar, el acelerador acelera mientras que el freno nos ayuda a frenar, a parar.

He continuado comiendo demasiado dulce y bebiendo demasiado café. En general, estoy contento por haber vuelto al ejercicio y por empezar a tomarme en serio mi examen de inglés. Además, estoy disfrutándolo mucho, me gusta volver a estudiar el idioma de una forma estructurada, y en cuanto al dulce, pues aunque la situación no haya mejorado, estoy siendo más consciente de cuándo tiendo a comer más, por ejemplo, cuando no he dormido mucho, ¿no? Si tengo sueño y estoy cansado, bebo más café, y si compro un café, pocas veces me resisto a la tentación de comprar algo dulce para acompañarlo. Poco a poco y paso a paso.

Ahora sí, vamos a empezar a tratar el tema de hoy, la corrección política. Si me preguntas cuáles fueron los principales choques culturales que tuve cuando empecé a vivir en Inglaterra, te hablaría de la comida, los horarios o las alfombras en muchos suelos de las casas británicas. Sin embargo, después de un tiempo aquí, y cuando mi inglés mejoró, empecé a notar cosas más útiles. La corrección política estaba mucho más presente que en España. Pronto me di cuenta de que había cosas que no se podían decir, bromas que no se debían hacer y preguntas que no se debían preguntar.

Estoy bastante convencido de que los españoles somos mucho más políticamente incorrectos que los británicos, y de que en la forma en la que hablamos todavía están presentes palabras y expresiones que harían que cualquier británico se llevará las manos a la cabeza. En el episodio de hoy vamos a hablar de corrección e incorrección política, vamos a ver si realmente es efectiva para los resultados que intenta conseguir y por qué produce tanto rechazo en algunas personas. Primero analicemos un poco más el término. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de corrección política? Usamos el término para describir el lenguaje, las políticas o las medidas que evitan ofender o marginar a personas de grupos particulares de la sociedad, especialmente los más oprimidos históricamente.

Hace algunos años, decir que la mujer era el sexo débil, que la raza negra era inferior a la blanca o que los homosexuales eran unos desviados, no era visto tan mal como lo es ahora. La corrección política se basa en la igualdad de todos los seres humanos y rechaza cualquier acto que ponga en peligro esta igualdad. Creo que aquí podemos estar de acuerdo en que la intención de la corrección política es buena. La corrección política está presente en el lenguaje, como hemos dicho, y quiero darte algunos ejemplos de expresiones que se usan en España de forma bastante frecuente. Son expresiones que se consideran ofensivas bajo el prisma de la corrección política.

Empecemos con las que tienen que ver con la raza y el color de piel. Si alguien en España quiere decirte que ha trabajado mucho, es probable que te diga que ha trabajado como un negro. Y sí, trabajar como un negro es una expresión que alude al periodo de esclavitud. Esta expresión la podemos encontrar todavía en el diccionario de la RAE, la Real Academia Española, como una expresión coloquial, a pesar de varios intentos de eliminarla por considerarse discriminatoria. Por cierto, en español la forma más correcta de referirse a una persona de raza negra es usando el color un hombre negro o una mujer negra.

También tenemos expresiones políticamente incorrectas relacionadas con la nacionalidad. Engañar a alguien como a un chino, por ejemplo. Ya sabes que engañar es hacer creer a alguien algo que no es y hacerlo con mala intención. Al parecer, esta expresión está relacionada con la esclavitud también. Muchos culíes chinos fueron voluntariamente a Perú a trabajar, sin saber que las condiciones que les habían prometido no eran reales, es decir, que habían sido engañados y se iban a convertir en esclavos.

También es frecuente escuchar que alguien está haciendo el indio cuando, como dice el diccionario de la RAE, alguien se divierte o divierte a los demás con travesuras o bromas. Si hablamos de religiones, también hay expresiones que ponen en evidencia la falta de corrección política del español actual. Si estás enfermo, otra forma de expresarlo es diciendo que no estás muy católico. En este caso, se atribuye el estar católico como a algo positivo. Sin embargo, si hablamos del judaísmo, ser un perro judío es ser alguien malo, y hacer una judiada es hacer una acción mala a otra persona.

También te digo que el nivel de consciencia para no usar estos términos está aumentando, aunque todavía sea frecuente el uso de estas palabras y expresiones. A veces los términos cambian de significado de forma natural y dejan de usarse. Un ejemplo muy claro es la palabra subnormal. Hasta los años ochenta se usaba esta palabra en España para hablar de personas con una discapacidad intelectual. Poco a poco, la palabra subnormal se convirtió en un insulto y dejó de usarse para hablar de este grupo de personas.

Te acabo de mencionar estas expresiones porque es posible que las escuches alguna vez a algún español. Como profesor, no te recomendaría usarlas. De hecho, si alguien de mi confianza usara alguno de estos términos, también le recomendaría no usarlos. Creo que efectivamente son ofensivos y que el español ofrece muchas opciones no ofensivas que podemos usar en su lugar. Es posible que si yo le digo a una persona que llamar a alguien perro judío es un insulto antisemita, a pesar de que no sea consciente de ello, esa persona me acuse de ser demasiado políticamente correcto o de pertenecer a la generación de cristal con la piel muy fina.

También se está usando mucho el término ofendidito, que sería la alternativa en español a un snowflake en inglés. La pregunta a la que quiero responder también es, ¿puede la corrección política provocar el resultado contrario a lo que busca? ¿Es realmente efectiva? Recordemos que lo que busca es la defensa de igualdad entre personas y la protección de grupos discriminados. Preparando este episodio, he encontrado un artículo muy revelador sobre este tema de dos investigadoras del LSE, el London School of Economics.

En el artículo, las investigadoras se cuestionan si la corrección política puede ser un lastre, un peso, para la verdadera diversidad, igualdad e inclusión en el trabajo. Su primera conclusión es que la corrección política provoca cambios, pero son superficiales. Las personas responden a la corrección política de diferentes formas, y las personas que se revelan contra ella lo hacen por dos motivos. El primero es que las personas queremos afirmar y compartir nuestros pensamientos individuales y tener el derecho a elegir libremente. En otras palabras, no nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer o decir, somos como un eterno adolescente.

La segunda es que tenemos miedo a la contaminación de la información, tenemos miedo a que nos engañen. Hay personas que se cuestionan por qué las ideas que antes eran válidas, las que les enseñaron hace años en casa o en la escuela, ya no lo son, han cambiado. Como ejemplo de esto tenemos el cambio de consideración de Plutón. En dos mil seis la Unión Astronómica Internacional dejó de considerar Plutón un planeta. Algo tan insignificante como esto para la mayoría de personas supuso un verdadero dolor de cabeza para personas con resistencia al cambio.

No entendían que si ellos habían estudiado en el colegio que los planetas eran Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, este último ya no estuviera en la lista. Estas dos razones por las que algunas personas se revelan al cambio tienen el mismo origen. Tenemos la necesidad de tener la razón. Otra cosa a considerar es la influencia de la corrección política en el discurso y en el pensamiento de una persona. La corrección política puede moderar el discurso de una persona racista, por ejemplo, puede moderar lo que dice por miedo a sufrir consecuencias, pero no va a moderar su pensamiento.

Si esto pasa, el racista va a continuar encontrando formas más sutiles de discriminar, formas pasivo agresivas. ¿Cómo podemos entonces acercar posturas? ¿Cómo podemos tener conversaciones con personas con pensamientos que consideramos discriminatorios u ofensivos? Bueno, pues por supuesto, los dos lados tienen que poner de su parte, contribuir y hacer un esfuerzo. Primero tenemos que acabar con él nosotros contra ellos.

Ya vimos en el episodio número cincuenta y nueve que esta posición es el primer paso para generar odio. Acercar posturas no es fácil, y va a necesitar de un alto grado de humildad por los dos lados, reconocer posibles limitaciones de nuestros argumentos, tener una disposición real a escuchar y usar la persuasión y la influencia en lugar de la presión. Presionar puede hacer que alguien cambie su discurso, pero no lo que piensa. La educación para esto es clave. Acciones como el black history moth acercan a los ciudadanos realidades que pueden que no conozcan y lo hacen a través de la educación.

Es verdad que este tipo de acciones tampoco están exentas de polémica. En España, con el clima político tan polarizado en los últimos años como en el resto del mundo, cualquier acción que intente educar en algo que no tenga que ver con la educación tradicional puede ser considerado adoctrinamiento, un lavado de cerebro. Esto pasa mucho con la educación sexual afectiva. Hay padres que piensan que hablar a sus hijos de temas relacionados con el colectivo LGTBI es adoctrinamiento y que se intenta lavar el cerebro de los más jóvenes con una ideología específica. Yo creo que no puedes adoctrinar una realidad, no entiendo la resistencia de algunas personas por conocer la realidad de personas que no son como ellos.

Como digo, la cuestión no es fácil. Yo creo que la corrección política tiene que ir acompañada de algo más sustancial. No es útil que un gobierno diga que cierta palabra no es políticamente correcta porque es ofensiva para un determinado colectivo si luego no hace nada para mejorar la vida de ese colectivo discriminado, si no hay políticas que lo acompañen. Y hay algo también que me continúo preguntando, ¿hasta cuándo hay que tener determinadas conversaciones? Hemos visto que es necesaria la comunicación y el acercamiento de posturas si queremos solucionar problemas de discriminación de una forma profunda y real.

Pero, ¿hasta cuándo? A día de hoy, a nadie normal se le ocurriría cuestionar si la segregación racial en Estados Unidos es una buena o mala idea. Estas leyes se dejaron de aplicar a mitad del siglo pasado. ¿Hasta cuándo voy a tener que defender en España la validez del matrimonio homosexual? Hace ya dieciséis años desde su aprobación, y ahora el tercer partido político más votado en España, un partido de ultraderecha, quiere dar un paso atrás, negando este derecho.

Me pregunto de verdad hasta cuándo será necesario tener determinadas conversaciones. Al hacerme esta pregunta, también me hago otra. Pienso que si niego a alguien la opción de cuestionar el matrimonio homosexual, por ejemplo, estoy limitando su libertad de expresión. Esta es precisamente una de las críticas más comunes a la corrección política. La libertad de expresión es un derecho fundamental, todas las personas tienen derecho a la libertad de pensamiento, conciencia, religión, opinión y expresión.

Sin embargo, este derecho puede tener algunas restricciones para asegurarnos de que no entra en conflicto con otros derechos como, por ejemplo, el derecho a no sufrir discriminación. Dios mío, siento que acabo el episodio con más preguntas que respuestas, pero la verdad es que es un tema complejo. Lo único que tengo claro es una cosa, y es que la empatía no hace daño a nadie, no es mala ni para los defensores de la corrección política ni para sus detractores. Reflexionando sobre el lenguaje políticamente incorrecto, con el que he crecido, creo que ha tenido un impacto negativo en mí. Escuchar la palabra maricón, fagot, en inglés, cuando se habla de alguien cobarde o débil, por ejemplo, tener esa asociación constante en el subconsciente tiene un impacto negativo, claro que sí.

Y me alegra saber que gracias a la corrección política esa palabra se use cada vez menos con el beneficio que eso trae para las nuevas generaciones. ¿Por qué no podemos usar la palabra cobarde o débil para hablar de alguien cobarde o débil, en lugar de asociarla con un colectivo, atribuyendo este significado negativo a un grupo de personas? Si queremos ser más creativos podemos usar otros sinónimos de cobarde como gallina, miedica, cagado o flojo. ¿Por qué no usar la palabra malvado o diablo para hablar de una mala persona, en lugar de llamarlo perro judío? Como he dicho, el lenguaje nos ofrece millones de alternativas, y creo que si usamos un poquito la empatía, podemos ver que es simplemente innecesario usar determinados términos ofensivos.

Y vamos a dejarlo aquí, me hubiera gustado hablar de muchísimos más temas relacionados con la corrección política y quizás lo podemos continuar en otro episodio. Muchas gracias por estar al otro lado y acompañarme, espero tus comentarios sobre este tema en Instagram o en la web, donde también puedes dejar tu opinión, y me despido hasta el próximo episodio. Un abrazo grande. Chao, chao.

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Episode: E70 Hoy hablamos de la corrección política - Intermediate Spanish