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Episodio número setenta y cinco, el culto al cuerpo. Hola, ¿cómo va tu semana? Espero que estés bien. Es probable que hayas empezado a preparar tu Navidad, si es que la celebras. Mi chico y yo teníamos pensado ir a España el día veintiuno de diciembre para pasar la Navidad con mi familia, pero la COVID nos ha estropeado los planes.

Hace unos días nos empezamos a encontrar mal, nos hicimos un test de antígenos y confirmamos que estábamos contagiados. Estamos bien, hemos tenido síntomas leves, quizás puedes notar que tengo la nariz algo bloqueada, yo tuve un pelín, un poco de fiebre el primer día, pero ya me encuentro mejor. Aunque nos apetecía mucho ir a España, vamos a intentar que nuestra Navidad londinense sea bonita también, como decimos en español, al mal tiempo buena cara. Voy a aprovechar para trabajar en nuevos vídeos para YouTube y en la preparación del nuevo lanzamiento de mi curso de nivel intermedio, español ágil. Si te interesa, te aviso de que el día once de enero se abrirán de nuevo las inscripciones.

Tienes toda la información en la página web www punto Spanish Languagecoach punto com. En esa misma web tienes la transcripción de los episodios del podcast de forma gratuita y las flashcards con todo el vocabulario nuevo. Por cierto, algunas personas me han comentado que solo podían escuchar treinta segundos del episodio en la web. Ahora ese problema ya está solucionado. Ahora sí, empezamos el episodio.

Te quiero contar algo que me pasó una de las últimas veces que estuve en España. Siempre que estoy en Valencia aprovecho para ir al fisioterapeuta, al dentista o al podólogo, ya que los precios de estos servicios allí son significativamente más baratos, más económicos. Una de las últimas veces que fui al dentista a hacerme una revisión y una limpieza bucal, el dentista me recomendó hacerme un blanqueamiento dental. Me dijo que con el café mis dientes habían perdido su blancura y que podría ser una buena opción para verme mejor. Lo curioso es que esa esa misma semana también fui a hacerme una limpieza de cara, ya sabes, este tratamiento de belleza donde te exfolia la piel, te quitan impurezas y puntos negros.

La esteticial me dijo debía usar más crema hidratante y también me preguntó mi edad. Le dije que tenía treinta y dos años. Me dijo que esa era una buena edad para empezar a prevenir la aparición de arrugas en la cara y que sabía lo que era el baby bótox. La verdad es que era la primera vez que hablar de baby bótox, conocía lo que era el bótox, pero no su versión baby. Al parecer, la diferencia es que un tratamiento de baby bótox es una microdosis de bótox y se usa para prevenir la aparición de arrugas.

La cosa es que cuando salí del centro de belleza me quedé pensando en cómo estas dos personas, el dentista y la esteticien, habían creado en una incipiente inseguridad que no tenía. Hasta entonces, yo nunca había pensado en hacerme un blanqueamiento de dientes, nunca se me había ocurrido. Lo mismo con las arrugas, me empecé a cuestionar si era normal ponerse baby bótox con treinta años, y si quizás yo debería considerarlo también. ¿Se está poniendo todo el mundo baby bótox y blanqueando los dientes en España? Dentro de diez años, todas las personas de mi edad tendrán una cara juvenil y los dientes mega blancos y yo no, ¿qué está pasando?

Para mi desconcierto, para mi sorpresa, hasta los camellos se ponen bótox. Quizás has leído la noticia de que cuarenta y tres camellos habían sido descalificados de un concurso de belleza en Arabia Saudí porque sus dueños les habían inyectado esta sustancia. Paramear y no echar gota. Esta expresión tan extraña, por cierto, la usamos cuando estamos muy sorprendidos por algo, especialmente algo que nos irrita un poco, paramear y no echar gota. La verdad es que ni el dentista ni la esteti cien tienen la culpa de estas modas o tendencias, ellos hacen su trabajo y recomiendan tratamientos que son frecuentes hoy en día.

Este tipo de tratamientos estéticos, que hace años eran exclusivos para los ricos y famosos, cada vez se extienden más, se han democratizado. En ocasiones, parece que el culto al cuerpo no tiene límites y que nuestra sociedad actual está un poco obsesionada con la imagen. ¿Pero esto es un problema actual o siempre ha sido así? Pues la verdad es que siempre ha habido estereotipos de belleza, desde los primitivos que asociaban la voluptuosidad de la mujer como algo bello, asociándolo a la idea de fertilidad. En la antigua Grecia, lo importante era la armonía y las figuras proporcionadas.

Si nos centramos en las últimas décadas, el estereotipo de belleza ideal femenino ha ido cambiando desde la mujer con curvas a la mujer delgada, desde la piel muy pálida hasta la piel bronceada. Hoy en día continuamos teniendo estereotipos de belleza, pero hay una gran diferencia respecto a otras épocas, y esta diferencia hace que el culto al cuerpo sea una realidad hoy más que nunca. Para explicar esta diferencia primero tenemos que hablar de la pirámide de Maslow. Esta es una teoría de motivación que trata de explicar qué impulsa la conducta humana. La pirámide tiene cinco niveles que están ordenados jerárquicamente según las necesidades humanas por las que pasan todas las personas.

En la parte más baja de la pirámide tenemos las necesidades básicas, como respirar, alimentarnos, descansar o el sexo. Una vez satisfechas estas necesidades, buscamos satisfacer las necesidades del siguiente nivel, las de seguridad, seguridad familiar o de trabajo, por ejemplo. Más arriba tenemos las necesidades sociales y, por último, en los dos niveles más altos de la pirámide, las necesidades de reconocimiento y autorrealización. Es en estos dos últimos niveles donde el culto al cuerpo encuentra su lugar. ¿A quién no le gusta que los demás piensen que es guapo o que tiene un cuerpazo, un buen cuerpo?

Esta es la diferencia respecto a otras épocas de la que hablaba antes, nunca antes hemos tenido nuestras necesidades básicas y de seguridad tan cubiertas. Con el progreso de las sociedades y la aparición de la clase media, podemos empezar a preocuparnos más por nuestro aspecto, queremos ser más bellos, más esbeltos y parecer jóvenes el mayor tiempo posible. A este hecho se le unen técnicas de marketing cada vez más sofisticadas que van directamente a atacar esas necesidades de las que te hablaba. Así, un tratamiento blanqueador de dientes no se venderá con un eslogan simple como haz este tratamiento y consigue unos dientes más blancos, sino con algo como deslumbra con tu sonrisa a los demás o alguna frase del estilo, apuntando a nuestra necesidad de reconocimiento. Si te fijas, casi cualquier tratamiento de belleza o estético se ofrece como una solución para sentirte mejor contigo mismo, es decir, apunta a las necesidades más altas en la pirámide.

La industria de la estética y la belleza es un negocio increíble, además, ha sabido cómo encontrar nuevas vías para hacer el negocio más grande. Es evidente que la mujer siempre ha sufrido una gran presión por su imagen, y desde hace algunos años los hombres también hemos sido el nuevo objetivo perfecto para esta industria. No si fue primero el huevo o la gallina, es decir, no si por los cambios sociales el hombre empezó a demandar más productos cosméticos o fue la industria la que provocó este cambio. Lo que es evidente es que si en los noventa el hombre medio tenía una rutina de belleza casi inexistente, hoy en día, en los pasillos de cualquier supermercado, tenemos líneas de cosméticos de varias marcas. Hablando del culto al cuerpo en el hombre, tengo que hacer un pequeño paréntesis para hablar de la obsesión por la imagen en la cultura gay.

Es mi impresión, como yo lo vivo. Cuando era pequeño y una mujer hablaba de algún hombre gay, siempre se escuchaban comentarios del tipo, todos los gays son guapos o algo así, Algo que, obviamente, no tiene ningún sentido. No creo que los hombres gays sean más atractivos que el resto de hombres, pero que creo que existe una cultura, a veces un poco tóxica, de excesivo culto al cuerpo, lo que quizás haga que algunos hombres gays puedan ser más atractivos por el esfuerzo que ponen en ello. No de dónde nace esta cultura, en mi opinión nada saludable en muchas ocasiones, pues quizás venga de la necesidad de sobre compensación, y esto es mi opinión personal. Lo que veo es que algunas personas con orientaciones sexuales no normativas y que, de alguna manera, se han sentido rechazados o han sentido el miedo a ser rechazados, buscan formas de compensar ese posible rechazo potenciando otras áreas de su vida que puedan hacerles sentir más válidos y aceptados, y vuelvo a repetir que esto es solo una sensación mía y que quería compartir porque he estado pensando en esto últimamente.

Y después de todo esto que te estoy contando, puede que pienses que yo soy una persona ajena a la sociedad actual, a la sociedad del culto al cuerpo, pero no es el caso. Ya te hablé que cuando tenía trece años o así, tenía algo de sobrepeso y eso me acomplejaba mucho, me generaba complejo. Me gasté todos mis ahorros en unos parches electrónicos que prometían eliminar tu grasa abdominal y conseguir un 6 pack increíble. Bueno, España es un país preocupado por la imagen, según diferentes estadísticas que apuntan a que es el país europeo con mayor número de operaciones de estética y uno de los primeros del mundo. Valencia, mi ciudad, es la ciudad de España con mayor número de operaciones de de cirugía plástica por habitante en España.

Quizás sea el resultado del buen tiempo durante todo el año o de otros factores socioculturales, no lo sé. En mi caso, yo voy al gimnasio desde que tengo catorce años. Cuando tenía sobrepeso quería estar delgado, cuando estaba delgado quería estar musculoso, nunca es suficiente. Hace años descubrí que el ejercicio me proporcionaba una sensación agradable más allá de lo que se veía afuera, me hacía sentir bien mentalmente. Pero es cierto que no es la única razón por la que continúo haciendo ejercicio o cuidando mi piel o mi pelo, es muy difícil escapar de la sociedad del culto a la imagen.

Y yo no creo que haya nada de malo en querer sentirse bien con uno mismo, en cuidar tu imagen, en tener objetivos en el gimnasio o incluso en entrar en un quirófano si quieres cambiar algo de ti. Lo que que he aprendido es que, independientemente de lo que quieras mejorar, es importante hacerlo desde un lugar donde te sientas, donde sientas que ya eres suficiente. Cuando era más joven, mi motivación para hacer ejercicio venía desde un lugar más negativo, donde me decía cosas feas a mismo para motivarme y cambiarlo. Y con los años y la madurez sigo haciendo ejercicio pensando en mis objetivos, queriendo mejorar o cambiar cosas, pero sabiendo que ya soy suficiente, incluso si nunca tengo el cuerpo de un modelo en la portada de la revista Men's Health. No me sentía suficiente ni bien conmigo mismo cuando tenía sobrepeso, cuando era adolescente, pero me siento suficiente ahora, a pesar de no tener los dientes perfectamente blancos o de tener un poco de arrugas.

Espero de verdad que ese sentimiento de suficiencia, de sentirse sentirse suficiente, se mantenga a lo largo de mi vida, independientemente de mi aspecto. Y hablando de este tema, me viene a la mente alguien. Hay una persona a la que conocí hace algunos años que me dejó marcado. Era una mujer alemana que conocí en un vuelo de Berlín a Barcelona. Me contó que tenía ochenta años y viajaba a Barcelona sola, le encantaba viajar y hacía varios viajes por Europa al año.

Dos cosas de su aspecto físico me llamaron mucho la atención. La primera es que fue una de las personas más arrugadas que he visto en mi vida. No si era porque había tomado mucho el sol en su vida o simplemente por genética, pero recuerdo que me llamó mucho la atención su piel arrugada. La otra fue el brillo de sus ojos, ese brillo que a veces tenemos en los ojos cuando tenemos un momento de ilusión. Pues ella parecía mantener ese brillo y esa ilusión durante todo el viaje, y cuanto más hablaba con ella, más sentía que yo era la persona mayor y ella la joven.

Su espíritu era más joven que el mío. Y hablando del brillo de los ojos, hay una entrevista muy famosa de una cantante folclórica española, se llamaba Lola Flores y murió hace más de veinte años. En esta entrevista hablan de la belleza y de la cirugía estética, y ella le pregunta al entrevistador, ¿tú sabes por qué yo estoy tan guapa? Pues porque el brillo de los ojos no se opera, porque lo que sientes por dentro te sale a flor de piel. Algo a flor de piel es algo que se manifiesta con facilidad, que es muy visible, y me encanta esa frase, tiene mucha verdad.

El brillo de los ojos no se opera. El brillo de los ojos se cultiva y transmite muchas más cosas que una piel sin imperfecciones, un abdomen plano o una sonrisa perfecta. Vamos a dejarlo aquí. Agradezco que hayas llegado hasta el final y espero, como siempre, que te haya sido útil y hayas aprendido algo. Recuerda que puedes dejar tus opiniones sobre este tema en la web o en la cuenta de Instagram, Spanish Language Coach.

Te mando un abrazo grande. Chao, chao.

Podcast: Intermediate Spanish Podcast
Episode: E75 El culto al cuerpo - Español Intermedio