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Hola a todos, I'm Rocío.

I'm I'm Jesús.

Welcome to language El otro día estuve hablando con un alumno y estábamos hablando sobre televisión.

Qué raro que hables sobre televisión, Rocío.

Me encanta. Pero no hablamos sobre la televisión de hoy, hablamos de cómo era ver la televisión cuando éramos pequeños. Interesante. Sí, porque realmente no cómo era en tu casa, pero en mi casa solo había una televisión.

Claro.

Creo que era en blanco y negro.

Yo nunca he tenido una televisión en blanco y negro, Rocío.

Entonces era en color, ¿no?

Hombre, a ver, no sé, mi madre tendría una televisión en blanco y negro, pero yo no, yo no tú, yo no si en tu casa, quizás, lo dudo, decidisteis tener una televisión en color más tarde de lo normal, pero, pero no, no. Nuestra generación ha vivido la televisión en color.

Creo que mi memoria me está fallando. Pero lo que recuerdo es que en España solo teníamos un canal de televisión. Bueno, realmente teníamos dos, que era la televisión pública. Era la uno y la dos y punto. Y cuando al día siguiente comentabas con la gente lo que habías visto en televisión, no preguntabas.

Decías directamente oh, ayer, la película o la serie de televisión, porque solo había una opción.

Sí, bueno, eso es cierto, pero también tendrás que reconocer que a nosotros eso nos duró muy poco tiempo, porque yo recuerdo, sí, Televisión Española o la dos, que era la otra de Televisión Española, pero era yo muy, muy, muy pequeño cuando apareció la televisión de Andalucía, Canal Sur.

Las privadas aparecieron en el año noventa o noventa o no si noventa y dos.

Pero yo creo que las autonómicas aparecieron antes, creo, no lo sé, no estoy seguro. Obviamente no puedo recordarlo si no lo busco en Google, pero creo recordar que antes de tener Telecinco y Antena tres, yo ya podía ver en mi casa Canal Sur, que era la autonómica de Andalucía. En Madrid no. Y recuerdo, de hecho, cuando empezaron las

los canales de televisión privados, que fue como tenemos demasiadas opciones y fíjate ahora cómo es. Ahora es que tienes tantas opciones, tenemos tantas plataformas que a veces gastamos más tiempo pensando ¿qué vamos a ver que realmente viendo la película o la serie de televisión?

Hombre, antes era mucho más fácil, pues si ponían gris en televisión, todos los españoles íbamos a ver gris en televisión. Y además, bueno, nosotros que éramos pequeños, sobre todo todos nosotros, bueno, quiero decir, nosotros y nuestros amigos veíamos los mismos dibujos animados.

Sí, qué divertido.

Y no sabíamos todas las canciones y bueno, sí.

¿Y recuerdas si en tu casa teníais mando a distancia?

No. A ver, y no. Yo recuerdo, claro, cuando, pues en mi casa, en Cádiz teníamos una tele bastante grande, porque a mi padre siempre le ha gustado mucho la televisión y siempre ha intentado tener así como los últimos modelos de televisión. Pero recuerdo cuando nos fuimos a vivir a Galicia, que fue temporal durante dos años, teníamos una tele que llevamos desde Cádiz, muy pequeña, que no es que no tuviese mando a distancia, sino que tenía un palo de plástico pequeño, rojo. Que tenías que meter en agujeros.

Por ejemplo, si querías ver Televisión Española tenías que meter ese palo en el número uno.

Pero pero ¿por qué?

No lo sé. Entonces, claro, mi padre siempre, a mi hermano o a mí, nos daba órdenes para cambiar el canal de televisión, y era Jesús. Venga, ve viendo a ver qué hay en los diferentes canales Y allá iba yo con el palito rojo de plástico, agujero por agujero.

Tenemos que investigar esto

del palito

rojo de plástico. Yo recuerdo que en mi casa también yo era la pequeña, yo era el mando a distancia. Y y también el el tema de los teléfonos. Cómo han cambiado los teléfonos en relativamente poco tiempo, ¿verdad?

Además, yo no por qué, pero también recuerdo que de pequeño y de adolescente me hablando con mis amigos por teléfono y ahora odio hablar por teléfono. ¿Cómo era el teléfono de tu casa? El que recuerdes más mítico.

Ah, pero estás hablando de teléfono fijo.

Sí, claro.

No de teléfono móvil.

No, no, no, estoy hablando de cuando, bueno, yo no en tu casa, en la mía normalmente siempre ha habido dos teléfonos, Uno en el salón, donde no querías hablar con tus amigos, y otro en el dormitorio de mis padres, donde me pasaba horas y horas

hablando. No, en mi casa teníamos uno en el salón y uno en la cocina, y pronto llegaron los teléfonos inalámbricos que podías mover alrededor de la casa. Lo que recuerdo es que yo sabía de memoria los números, como mínimo, de cinco amigas, y ahora eso es imposible. Yo el otro día pensé, imagínate que yo, no sé, me roban por la calle el bolso y mi móvil está dentro y voy a la policía y no sé.

Yo tampoco podría ahora llamar a nadie de memoria. El caso es que yo aún recuerdo los teléfonos de mis amigos de cuando era pequeño.

Yo también y recuerdo el teléfono fijo de mis padres que todavía

tienen. Pues el de mis padres ya no existe. De hecho, el teléfono era ochenta y ocho diez cincuenta y ocho. No, no, si es que si llamas a ese número no va a responder nadie, no, no hay, no existe ese teléfono porque es el teléfono que teníamos antes de que existiesen los prefijos. Yo no en Madrid cómo funcionaba, pero en Andalucía teníamos un teléfono de seis cifras, por ejemplo, ochenta y ocho, diez, cincuenta y ocho, y después nos añadieron un nueve, cinco, seis delante.

Ah, nosotros teníamos siete cifras y añadieron el nueve uno delante. Y y cómo era aquello de estar incomunicado. Y no sé, si tenías un problema y ibas a llegar tarde a casa, tenías dos opciones, no comunicárselo a nadie o buscar rápidamente un teléfono público o un bar.

Yo siempre tenía en el bolsillo una moneda de cinco duros para los oyentes, cinco duros eran veinticinco pesetas y la peseta era la moneda anterior al euro en España. Yo siempre tenía cinco duros que nunca gastaba por si tenía que llamar desde una cabina de teléfono a mi madre.

Y también yo que de pequeña era muy empollona, que me gustaba mucho estudiar a la hora de hacer trabajos. Si hoy en día tienes que hacer un trabajo, tienes toda la información que quieras en Internet, tienes la Wikipedia, pero cuando éramos pequeños, yo la única opción que tenía era consultar una enciclopedia gigante que tenían mis padres, que por supuesto, estaba desactualizada porque no podías comprar una enciclopedia cada año.

Bueno, al menos tenías una enciclopedia en tu casa. Yo cada vez que tenía que hacer un proyecto para el colegio, tenía que ir a la biblioteca y buscar información. Recuerdo un trabajo que fue terrible, era sobre Oscar Wilde y sobre un libro que se llamaba El Príncipe Feliz y yo que sé. Dios mío, qué aburrimiento en la biblioteca horas y horas buscando información sobre Óscar Wilde.

¿Y recuerdas un? Era un software del ordenador que se llamaba la Encarta.

La Encarta, claro.

Que era una enciclopedia en un CD ROM. Y y yo recuerdo la primera vez en mi casa con tema ordenadores, CD ROMs, hemos sido más, hemos estado actualizados. Y y recuerdo que tuve que hacer un trabajo, y era la biografía de un compositor. Qué fácil, lo encontré en la carta, lo imprimí y fácil. Pero mis amigas hicieron exactamente lo

mismo. Y todos los trabajos eran iguales.

Y la profesora pensó que todas habíamos copiado.

La profesora no tenía la encarta.

No, era una señora mayor y no sabía ni lo que era. Y sobre la seguridad en los viajes. ¿Cómo eran esos viajes sin cinturón de seguridad?

Bueno, bueno, eso era ahora y un peligro público. Yo recuerdo nosotros, mi familia, en mi núcleo familiar somos cinco Y cuando viajábamos, por ejemplo, a Galicia, que eran dieciséis horas en coche, cruzando todo el país. Íbamos los cinco metidos en un pequeño Alfa Romeo y y vamos sin cinturón, no porque no nos pusiéramos el cinturón, sino porque no existía el cinturón en el coche. Y vamos los cinco, mi padre iba con un mapa medio perdido por todo el país, preguntándole a gente en medio de la nada para dónde teníamos que ir. Sí, era un peligro.

Mi madre siempre cuenta, ellos son siete hermanos y entraban nueve, nueve en un coche, en un seiscientos. Y mi abuelo también tenía una moto y podía llevar a cinco de sus hijos en la moto, obviamente todos sin casco. Y ahora que has dicho lo del mapa, para un invento revolucionario para mí, que soy una persona que no tiene sentido de la orientación, el GPS.

Hombre, el GPS nos ha salvado de muchas.

Es una maravilla.

Y en el Bueno, y si seguimos hablando de viajes, acuérdate de esos viajes en tren o en autobús, bueno, o incluso en avión, aunque yo no experimenté eso, pero en tren y en autobús donde los pasajeros iban fumando.

Qué asco.

Era terrible. Pero es que yo recuerdo, no solo en el transporte público, cuando yo estaba en primero de primaria con seis años, mi profesora fumaba dentro de clase, dentro de una clase con treinta niños de seis años.

Madre mía, madre mía. Mi madre siempre cuenta que que ella, estando embarazada, el médico le dijo que, bueno, que fumar cinco cigarros al día no era malo. Y en la consulta el médico y ella fumaban un cigarro.

Hombre, porque a él le convenía que tu madre se fumase un cigarro con él.

Madre. Y yo creo que en nuestra época, en el instituto y probablemente en la universidad, también estaba permitido fumar.

Sí, claro, en mi instituto fumábamos en los cuartos de baño y ahí en los cuartos de baño no estaba permitido, pero tampoco estaba prohibido. Y fuera del del edificio, en el patio del del colegio, fumábamos con los profesores. Los profesores nos pedían cigarros a los adolescentes.

¿Tú te imaginas dar una clase en el instituto con tus alumnos fumando un cigarro?

Bueno, muchos de ellos estarían contentísimos de poder hacerlo. Yo creo que no podría estar ya en una habitación como una clase o 0 un bar, incluso con gente fumando a mi alrededor.

No, es asqueroso, es asqueroso. Y ya por último, ¿tú recuerdas esos viernes por la noche? No en Cádiz, pero en Madrid y en mi familia, viernes por la noche, película. Pero claro, veías en el periódico cuáles eran las películas que iban a emitir por la televisión. Pero y si no te interesaba, ibas al videoclub.

Me encantaba ir al videoclub. Podría o podía, perdón, pasar horas y horas eligiendo una película. De hecho, lo que más me gustaba de ver una película en el videoclub era elegir la película en el videoclub.

Era maravilloso, ¿verdad?

Y cuando era una película como, pues no sé, de Disney, como Aladdín o La Bella y la Bestia y la la alquilabas el viernes, la veías una y otra vez, una y otra vez, hasta que tenías que entregarla el domingo. No, no, no, perdón, perdón. Cuando la alquilabas el sábado, como el domingo no abría el videoclub, la podías entregar el lunes y desde el sábado hasta el lunes veías la película una y otra vez.

Vamos a rezar por Blockbuster, que en paz descanse.

Bueno, aunque ahora está a modo de plataforma. Hasta luego. Nos vemos.

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