I'm I'm Jesús.
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Rocío. Hace unos días leí un artículo. ¿Tú te consideras
millennial? Mira, yo tengo un lío con lo que es ser millennial. ¿Cuál es el otro? Bumer.
Bueno, pues ya te digo que Boomer no eres.
Sí, ex gen. Yo realmente no sé en qué, yo que soy Jesús, por favor.
Pues mira, somos millennials.
Vale. Y pero ¿los millennials tienen como un perfil o unas características?
Bueno, a ver, los millennials hemos vivido una generación muy complicada.
Vale.
Pero no te vengo a hablar de lo complicada que es esa generación. El otro día, como te he dicho, leí un artículo sobre millennials y que decía que los millennials son la primera generación que prefiere las mascotas a los
bebés. Madre mía, soy muy millennial.
¿Ves? Es como yo sabía que eras millennial.
Sí, sí, es verdad. Ahora la gente de nuestra generación, la mayoría prefiere tener una un gato, un perro y olvidarse de tener un bebé.
Pues sí, decía algo así, que como que hemos sido los que le hemos atribuido a los animales, a las mascotas, esas carencias afectivas que quizás a nosotros nos faltan.
Y hemos humanizado un poco a los animales, ¿no? Antes no eran miembros de la familia y ahora yo hablo con mis perros y cuando hablo de ellos, hablo de mis hijos.
Bueno, hay una una cosa del artículo que me hizo mucha gracia y es muy verdad, y es que los animales nos hacen sentir ese cariño, esa gracia, ese aprecio como un rasgo que tienen, y es que nos resulta muy llamativo a los seres humanos los animales, porque tienen ojos muy grandes en cabezas muy pequeñas. Y eso nos crea como una ternura hacia esos animales.
O sea, que si conoces a una persona con la cabeza pequeña y los ojos grandes, también te crea ternura, ¿no?
Dependiendo del tamaño de los ojos y la cabeza, a lo mejor me crea miedo.
Entonces hay razas de perro que son más tiernas, por ejemplo, un chihuahua.
Claro. O por ejemplo, perros que tengan ojos muy expresivos, como el basset hound, por ejemplo, ¿Tú no has visto en TikTok vídeos de un mono gracioso con ojos grandes? Sí, por
favor, qué mono tan mono.
Pues eso, mascotas. ¿Qué opinas de las mascotas? Yo
estoy profundamente enamorada de mis hijos peludos y yo de pequeña, oh, yo quería tener un perro y quería y quería, pero mis padres
No querían.
No querían. Yo creo que no es que no les gustaran las mascotas, es que las odiaba. No,
yo conozco a tus padres y sé que no odian a los animales.
Claro, pero porque ellos ahora tienen nietos peludos.
Bueno, y porque ellos, bueno, en el pueblo, por ejemplo, han tenido relación cercana con animales, solo que probablemente no veían a esos animales como nosotros vemos a nuestros hijos.
A mis padres solo le gustan dos perros, los nuestros, punto y final.
Pero cuando salen al campo les gusta ver siervos, jabalíes.
Pero son animales solo, exclusivamente animales. Sí. Bueno, la excusa que me daban mis padres cuando era pequeña yo insistía, es que nosotros hemos cambiado mucho de de casa, de ciudad, de país y decían, claro, no podemos tener un un animal de compañía, no podemos tener un perrito, porque ¿qué vamos a hacer con él? Eso era mentira, papá y mamá, si me estáis escuchando, porque sí se puede, puedes mudarte con los animales.
Sí, pero también es cierto, en su favor hay que decir que antes era muy complicado viajar con animales.
Sí, es verdad.
No estaba permitido entrar en trenes, autobuses o aviones con animales. Y si podías era muy caro. Sí, y complicado. Ahora también, pero es más normal.
Sí, ahora la gente lo entiende y y tú, sin embargo, sí que has tenido mascotas desde pequeño, ¿no?
Siempre. Yo además, si mis padres no querían que tuviésemos un perro, que sí también lo teníamos, yo buscaba a los animales en la calle. Los más indefensos, los heridos, los enfermos, todos venían conmigo a mi casa desde caracoles que estaban indefensos en medio de una carretera e iban a morir indiscutiblemente hasta palomas, por ejemplo.
Les hacías chantaje emocional a tus padres.
Bueno, pero porque yo sabía que especialmente mi madre era como yo en ese sentido. Al principio, si veíamos un gorrión, un pájaro que había caído del nido y yo le decía, mamá, pobrecito, ella me decía no, no podemos, se va a morir si lo llevamos a casa. Y a los cinco minutos me decía corre a ver si todavía está el gorrión en el mismo sitio.
Ay, tu madre es una santa. Y vale, cuéntame ¿qué más mascotas has tenido? ¿Pero has tenido entonces todo tipo de mascotas?
Sí, desde insectos como grillos y hormigas Hasta bueno, he tenido caracoles, he tenido gorriones, palomas, peces, varios tipos de pájaro y obviamente he tenido también perros y gatos. Pero he de decir que mi mascota que siempre me ha gustado más por por excelencia ha sido la tortuga. Me encantan las tortugas.
¿Las tortugas de agua o de tierra?
Me gustan las de tierra más, pero es más fácil tener tortugas de agua.
Ay, pero las tortugas de tierra son muy graciosas y crecen mucho, ¿no? Muy
Sí. Mi, en casa de mi tía hay una tortuga. Bueno, había una tortuga que adoptaron, la encontraron en la calle cuando yo nací y creo que murió cuando yo tenía unos veinte o veinticinco años.
Madre mía, madre mía. Y vale, vamos a hablar de mascotas normales, ¿vale? ¿Cuántos perros habéis tenido en tu familia?
Pues una perra que se llamaba Danny.
Como, como nuestra amiga Daniela.
Cierto. Un perro que se llamaba Draco.
Yo he escuchado muchas historias de Draco.
Era un perro muy inteligente y otro perro que aún tenemos en casa de mis padres, que se llama Buggy.
Buggy, ¿qué es un bussed houn?
Es un bussed hounds y se llama Buggy, por la palabra en inglés buggy, porque tiene así como orejas que le arrastran por el suelo y las pieles muy sueltas.
Es como un rapero. Sí. ¿Cuántos años tiene Buggy?
Buggy acaba de cumplir el ocho de diciembre trece años.
Trece años. Baggie fue protagonista en nuestra boda. Sí, sí, qué guapo. Y es bueno.
Sí. Y bueno, y ahora pues tenemos animales tú y yo, tenemos hijos, Hijos peludos y hemos tenido hijos que ya no están con nosotros.
Sí, Yo últimamente sueño mucho, mucho, mucho con dos gatos que Jesús y yo adoptamos en Tailandia. Y la historia de cómo adoptamos a los gatos es muy divertida.
Sí, bueno, es es preocupante.
Bueno, la historia es cuando vivíamos en Tailandia, Jesús pensó que era buena idea adoptar dos gatos y me dijo ¿qué piensas? Y yo lo primero que pensé fue ¿y si volvemos a España? ¿Vamos a tener que traerlos y y toda esa odisea. Y él dijo no, quiero decir, vamos a dejar entrar en casa a los gatos, y yo le dije, si tú dejas entrar a un gato a casa, ya el primer día lo vas a considerar tu hijo, no va a ser un animal de la calle que entra y sale de casa.
Sí, bueno, más o menos fue así la historia. Yo me refería, porque sabes que en nuestro barrio había muchos gatos y yo me refería a, bueno, pues dar de comer en nuestro jardín a los gatos que quisieran venir a vernos. Pero el caso es que yo en Tailandia echaba de menos a Baggie Y entonces un día a una compañera de trabajo se lo dije, le dije, echo de menos a mi perro de España. ¿Qué ocurrió al día siguiente? En el colegio, en la sala de profesores, una caja con dos gatitos dentro.
Con dos gatitos moribundos.
Los pobres estaban enfermos, desnutridos, pero no se enamoraron con esos ojos grandes en cabezas pequeñas.
De verdad yo los echo mucho, mucho de menos, porque los gatos estaban muy enfermos y bueno, vivieron con nosotros tres años en Tailandia y después los trajimos aquí y al cabo no sé cuántos años cumplieron, cumplieron cinco años.
Unos alrededor de cuatro años.
Sí, fueron muy felices y se llamaban Sheldon Y Cooper. Por el personaje de televisión de Big Bang Theory, Sheldon Cooper.
Sí. Ahí descubrí yo a los gatos. Yo nunca había tenido gatos y desde entonces creo que se han convertido en mi animal favorito.
Para mí, sin duda. Y no sé por qué da la casualidad de que tengo muchos alumnos que que tienen gatos y estamos en la clase y veo al gato y ya no puedo concentrarme en la
clase. Bueno, hay un dicho que dice Dios los cría y ellos se juntan. Pero bueno, los gatos nos marcaron, obviamente, pero ahora tenemos otros dos bebés que si nos están escuchando estarán muy celosos.
Pues sí, cuando vivíamos en Tailandia y teníamos a los dos gatos, Jesús cometió otra vez el mismo error de decirle a una compañera de trabajo o un
No, eso no fue así, sino una compañera de trabajo, otra diferente, vino un día contándome que había cuatro perritos enfrente de su casa que no tenían mamá. Entonces yo le dije, Vinas, llamaba Vina mi compañera, no puedo tener perros, tenemos dos gatos, vivimos en España, viajamos mucho. Bueno, al día siguiente, Jesús, de los cuatro perritos, ya solo quedan tres, porque un perrito se lo ha comido una serpiente. Madre mía, no. Y yo no, Vina, por favor, no me lo cuentes.
Bueno, pues así, hasta que solo quedaban dos perritos y dije por favor, Vina, tráeme a esos perritos Y los trajo y yo les busqué familias entre mis alumnos. Pero ¿qué pasó cuando tú viste la foto de los perritos?
Culpable, me enamoré, me enamoré de Dexter.
Tenemos que decir que de los dos, la hermana eran un chico y una chica, la hermana la adoptó una amiga nuestra de Sudáfrica que, por cierto, ahora vive en España también.
Yo estoy deseando el reencuentro de los hermanos. Y entonces llegó la hora de volver a España con dos gatos y un perro.
Éramos cinco para volver.
Madre mía. Yo recuerdo aquello como una auténtica aventura. Bueno, es que
Lo primero era preparar todos los documentos para poder viajar con animales desde el sudeste asiático hasta Europa. Teníamos que enviar desde Tailandia hasta Alemania pruebas de sangre de los animales.
Y para mí lo peor. Bueno, sí, lo peor para mí fue comprar el billete de avión, porque yo hablé con la compañía aérea para preguntar cómo, cómo puedo comprar el billete para ellos. Y me dijeron no, primero compras el billete para los seres humanos y después vemos si hay espacio para para las mascotas, y compré los billetes, hablé con ellos y me dijo solo hay espacio para dos.
Muy mal, además, porque no te lo dijeron en el momento, compramos los billetes. Pues mira, por ese lado, esta empresa aérea muy mal, muy mal con los animales.
No digas cuál es, no quiero meterme en problemas.
Es una aerolínea rusa. Nos compramos los billetes para los cinco y un mes antes o dos semanas antes del vuelo, te llamaron para decirte que uno de los gatos no podían viajar.
Sí, y entonces le dije ¿y qué tengo que hacer? Me dijo, cambia el billete. Y le dije, bueno, primero cambio el billete y es mucho dinero cambiar un billete. Y dije, pero si yo cambio el billete, ¿me vas a asegurar que va a haber espacio para las mascotas? Y me dijo, no.
Entonces, le pregunté, y esto es hasta el infinito. ¿Puedo cambiar el billete hasta que encuentre
espacio? De hecho, los tres animales iban a ir en la bodega del avión y en el último, último, último minuto nos llamaron para decir que uno de los gatos viajaba en cabina con nosotros.
Sí, y fue super estresante para el pobre gato. Y acuérdate también que el día antes de viajar tenían que pasar por el veterinario del aeropuerto para comprobar que no tenían fiebre, que no tenían nada. Eso fue madre mía.
Pero bueno, afortunadamente llegamos los cinco a casa y fuimos superfelices y comimos perdices.
Y bueno, pero no te olvides de nuestra niña.
Oh, ay, perdón si me está escuchando, Debra. No, Debra, yo te quiero mucho, no me olvido de ti.
Una vez en España nuestros pobres gatitos pasaron a mejor vida y Dexter, el perro,
que se comportaba como un gato,
Se quedó muy triste y entonces adoptamos, sí, a nuestra deverita. Debra,
que es un galgo y hay que decir que los galgos son perros muy maltratados en España y hay muchos galgos en this
Hasta luego. Nos vemos.