Me gustó mucho y después de verla, me vino a la cabeza la idea de este episodio. Aunque el tema principal de la película es la maternidad, también toca el tema de la memoria histórica en España. Antes de empezar el episodio, quiero avisarte de que vamos a hablar de la guerra civil en España. Es posible que debido a las guerras y conflictos que están sucediendo ahora mismo en el mundo, no te sientas con el ánimo de escuchar este episodio. He decidido hablarte de esto hoy porque la memoria histórica habla de no olvidar, de no olvidar para no cometer los mismos errores que los humanos hemos cometido a lo largo de la historia.
Te recuerdo que puedes usar de forma gratuita la transcripción del episodio y las flashcards de vocabulario. Lo encontrarás todo en WWW punto Spanish Language Coach punto com. También allí podrás leer toda la información sobre Español Ágil, mi curso online para estudiantes de nivel intermedio, que abre sus inscripciones de nuevo el próximo martes veintidós de marzo. Ahora sí, empezamos con el episodio de hoy. Quiero que prestes atención a este sonido.
Escucha atentamente. ¿Sabes lo que es? Es un sonajero, un pequeño objeto que los bebés muy pequeños usan y que al mover genera ese sonido, suena de esa forma. Este sonajero forma parte de la historia que voy a contarte. Es un sonajero de plástico, con muchos colores y muy vibrantes.
Veintidós de septiembre de mil novecientos treinta y seis. Catalina, una mujer española de treinta y siete años, morena y con ojos negros, sale de su humilde casa por última vez. Sabe que no va a volver. La van a fusilar, ejecutar. Dos meses antes ha empezado la guerra civil en España.
Los españoles se dividen en dos bandos, el republicano y el nacional. Durante casi tres años, los del bando nacional matan a los del republicano y viceversa. Catalina y su marido son republicanos. Su marido está en prisión acusado de asesinato. A ella no la envían a prisión, directamente la fusilan.
No es la única. En su pueblo, cerca de doscientas cincuenta personas acaban siendo ejecutadas y son abandonadas en una fosa común. Más de ochenta años después, el sitio donde los cuerpos de estas personas fueron abandonados se ha convertido en un parque infantil. Los niños corren y juegan por el parque, completamente ajenos al horror de los hechos que pasaron ochenta años antes. Un grupo de investigadores decide abrir la fosa común para conocer qué pasó con estas doscientas cincuenta personas y quiénes eran.
Consiguen identificar a Catalina. Había un objeto junto a ella que les deja muy sorprendidos. La mujer se había llevado el sonajero de su hijo a su ejecución. Lo puso en uno de sus bolsillos. Su hijo, Martín, tenía nueve meses cuando fusilaron a su madre en la guerra.
Martín todavía vive, tiene más de ochenta años y vive en el pueblo donde nació. No recuerda la cara de su madre, era muy pequeño, y tampoco tiene una foto para recordarla. Cuando el padre de Martín y marido de Catalina salió de prisión, nunca hablaron de ella. Era como si Catalina nunca hubiera existido. El hijo tenía miedo de hacer daño a su padre con determinadas preguntas.
La vida de Martín no ha sido fácil. Su madre fue fusilada y su padre estaba en prisión en los años de la guerra y posguerra. No pudo ir a la escuela y empezó a trabajar en el campo con ocho años. Cuando los investigadores le entregaron el sonajero, con el que él había jugado ochenta años atrás, pudo sentirse cerca de su madre de nuevo. En ese momento, Martín y su familia decidieron abandonar la ley del silencio.
Pusieron el sonajero en una urna transparente para que los miembros más jóvenes de la familia pudieran verlo y conocer la historia de Catalina. Me gustaría decirte que es una historia de ficción, pero no lo es, es una historia real. Tristemente, tampoco es una historia excepcional. Durante los años de la Guerra Civil española, cientos de miles de civiles de los dos bandos fueron ejecutados, todos con historias que quedaron incompletas por culpa de lo absurdo de las guerras. Mi padre me cuenta que mi abuelo tuvo que ir al frente, tuvo que luchar en la guerra obligado, con solo dieciocho años, prácticamente un niño.
Él estaba en un bando y sus dos hermanos en el bando contrario. Mi abuelo siempre decía que cuando los dos bandos se encontraban y tenían que dispararse con las pistolas, él siempre disparaba al aire, hacia arriba. No podía soportar la idea de acabar disparando a uno de sus hermanos. De nuevo, lo absurdo de la guerra. El cerebro humano es fascinante.
Una de las cosas que nos permite ser quien somos es, precisamente, nuestra memoria. Podemos tener una memoria muy buena, de elefante, o una memoria muy mala, o de pez. Pero, sea como sea, tu memoria es tu memoria, gracias a ella puedes recordar cosas imprescindibles para ti, momentos que han marcado tu vida o información útil y necesaria. La memoria es la función del cerebro que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar la información del pasado. Entonces, ¿qué es la memoria histórica?
Lo cierto es que hay diversas definiciones, pero para hacernos una idea podemos decir que es algo similar a nuestra memoria individual, pero adaptado a los pueblos o a las sociedades, en definitiva, a un colectivo, y es esto lo que la hace bastante compleja. Igual que nosotros necesitamos tener una memoria, tener recuerdos de nuestra vida, una sociedad necesita tener una memoria colectiva para saber quién es, para tener una identidad clara. A lo largo de nuestra vida nos suceden cosas que nos definen, que nos hacen aprender. Bien, algo similar ocurre en las sociedades, por eso necesitamos construir esta memoria histórica que permite analizar las circunstancias y acciones pasadas, incluso justificarlas en algunas ocasiones, que además nos ayuda a explicar cómo esos factores influyen en el presente. Gracias a la memoria histórica, creamos una identidad común que es más importante que las diferencias individuales y puntos de vista particulares.
Esto es especialmente necesario porque la memoria de un individuo es subjetiva y puede estar muy condicionada por nuestras opiniones, creencias o crianza, la forma en la que nos han educado. Por supuesto que la memoria de un pueblo, aunque sea colectiva, continúa siendo subjetiva. Al fin y al cabo, todos tenemos opinión sobre hechos que pasaron antes de nuestro nacimiento, aunque no sepamos mucho de ellos de manera objetiva, porque las personas de nuestro entorno nos han influido. Aquí es donde entra en juego, donde es más relevante la parte histórica. La historia pone en perspectiva nuestros recuerdos colectivos, los documenta a través de diversas fuentes y nos ayuda a entenderlos mejor y a sacar conclusiones.
¿Por qué necesitamos esto? Lo necesitamos especialmente porque, tristemente, a lo largo de la historia de la humanidad ha habido abusos de poder, injusticias, crímenes y manipulación. En España ha habido bastante polémica respecto a la memoria histórica. Para entenderlo voy a explicarte la cronología de los hechos. España vivió una guerra civil desde mil novecientos treinta y seis a mil novecientos treinta y nueve.
Todas las guerras son dolorosas, especialmente guerras donde el el enemigo es tu vecino o tu hermano. El bando perdedor fue el bando republicano y el bando vencedor, ganador, fue el bando nacional, liderado por Francisco Franco, que fue dictador en España hasta su muerte en mil novecientos setenta y cinco, es decir, gobernó durante casi cuarenta años. Cuando muere Franco, el gobierno que lo sucedió, que gobernó después, no tenía un trabajo fácil, la transición hacia la democracia. Los grupos políticos decidieron que lo mejor era aprobar una ley de amnistía, también conocida como el pacto del olvido. La amnistía es el perdón de cierto tipo de delitos, crímenes, que hace que sus autores ya no sean responsables por haberlos cometido.
Por cierto, como curiosidad, amnistía y amnesia, o sea, la pérdida de memoria, vienen del griego y tienen la misma raíz común. O sea, en España se decidió olvidar algunos delitos de carácter político anteriores a la muerte de Franco. Esto benefició a los presos políticos que estaban en contra del régimen de la dictadura de Franco, pero también hizo que no se pudieran juzgar los crímenes de la guerra civil o de la dictadura, por lo que sus responsables quedaron impunes, no fueron juzgados y no tuvieron un castigo. Vamos, que en España decidimos olvidar, pasar página, pero cuarenta años más tarde, en dos mil siete, se aprobó otra ley en España, la ley de la memoria histórica. El objetivo de esta ley era contribuir a cerrar heridas, todavía abiertas, en los españoles y a dar satisfacción a los ciudadanos que sufrieron directamente, o a sus familiares vivos, por las consecuencias de la guerra civil o de la represión de la dictadura.
Pretendía reconocer a las víctimas, reparar a las víctimas con ayudas económicas y ayudas para localizar e identificar a las víctimas que murieron, como el caso de Catalina. También quería promover el conocimiento y la reflexión sobre nuestro pasado para evitar que se repitan situaciones de intolerancia y violación de derechos humanos como las que se vivieron en esos años. La ley de la memoria histórica ha generado mucha controversia desde su publicación. Recuerda que debido a la ley de amnistía se habían intentado borrar los recuerdos de una guerra civil y de una dictadura. El problema es que es imposible que una ley borre los recuerdos.
La ley de la memoria histórica intenta que eso que la memoria colectiva había decidido olvidar, pero que no se había perdonado, volviera a salir a la luz, a hacer un ejercicio de reparación. En España hay partidarios, personas que están a favor, y detractores, personas que están en contra de esta ley. En general, los partidarios de la ley de la memoria histórica son los partidos de izquierda y más progresistas. Los detractores, por el contrario, son las corrientes políticas conservadoras, de derecha o de extrema derecha. Las personas que están a favor de la memoria histórica son conscientes de que, aunque es imposible cambiar lo que pasó, sí que se puede sacar una enseñanza del pasado, se puede aprender algo y especialmente puede ayudar a no repetirlo.
También consideran que las víctimas merecen una justicia que se les ha negado, y aunque no se puede conseguir en España debido a la ley de amnistía, al menos necesitan gestos que les ayuden a cerrar las heridas que todavía están abiertas. Lo cierto es que esta ley sí que ha conseguido algunas cosas. Los símbolos relacionados con el dictador Franco han ido desapareciendo con el tiempo, y gracias a esta ley se ha dado un paso más y se han eliminado muchos nombres de calles que hacían referencia a personas en favor de su régimen, personas que lo apoyaron, militares y políticos, por ejemplo. La postura de los detractores de esta ley es que recordar al pasado no es útil, y que la memoria histórica nos llevaría a reabrir las heridas. Es decir, los partidarios a la ley creen que las heridas están abiertas y que hay que curarlas, se creen que las heridas están abiertas y que hay que curarlas, se necesita reparación.
Por otro lado, los detractores piensan que las heridas están cerradas y que abrirlas solo traería problemas y división. Entiendo también esta posición, creo que es importante que exista una ley de memoria histórica, pero es necesario que no tenga un carácter de revancha, de represalia. Es una cuestión de buenos y malos, porque los dos bandos cometieron crímenes injustificables. Se trata de reparar la memoria y el dolor de las víctimas de todos los españoles que sufrieron de forma directa las consecuencias de la guerra y posguerra. Como te decía al principio del episodio, la nueva película de Almodóvar habla de este tema.
Yo fui a verla hace unas semanas con varios amigos, ninguno de ellos es español. Algunos de ellos tienen una ideología más conservadora y otros más progresista. Sin embargo, todos estaban de acuerdo en la necesidad de la aplicación de la memoria histórica y de la reparación. Hablar de este tema en un contexto diferente, con personas que no son españolas, me hizo darme cuenta de lo dogmáticos que somos a veces los españoles con la política. Defendemos nuestra ideología como si fuera un equipo de fútbol.
Si le preguntas a un votante de la derecha española sobre esta ley, probablemente estará en contra, porque así lo dice su partido, sin meditar si realmente podría ser beneficioso o no. Con los votantes de izquierda pasa exactamente lo mismo. Creo que a veces los españoles todavía estamos divididos en dos bandos, las dos Españas, y que necesitamos más madurez democrática. Pero esto, como siempre, es simplemente mi opinión. Vamos a dejarlo aquí por hoy, espero que hayas podido aprender del episodio, y recuerda que la mejor forma de apoyar la continuidad del podcast es recomendarlo a otros estudiantes de español o dejando una valoración en la plataforma en la que lo escuches.
Nos escuchamos la semana próxima, donde vamos a hablar de un tema que me parece superinteresante e importante, vamos a hablar de por qué ya no podemos concentrarnos, por qué no podemos mantener nuestra atención. Hasta el próximo episodio, un abrazo grande.