Por otra parte, y puesto que varios estudiantes me han preguntado, te informo de que Español Ágil, mi curso online para estudiantes de nivel intermedio, abre sus puertas de nuevo en septiembre, en concreto el martes seis de septiembre. Si te interesa, puedes ir a la web y dejar tu dirección de email para recibir un mail cuando esté abierto. Ahora, empezamos con el episodio de hoy. Finales de los años noventa. El mundo se preparaba para el cambio de década y, más importante, el cambio de milenio.
Los ciudadanos tenían miedo por el llamado efecto dos mil, donde quizás las máquinas y esa cosa llamada Internet podrían dejar de funcionar y crear un caos a nivel mundial. En esas fechas, en Europa, se hablaba de la introducción de la moneda única, el euro. En Estados Unidos, la actualidad informativa se centraba en el juicio a Bill Clinton, primer presidente que estaba siendo juzgado en ciento treinta años. Ahora, poniéndonos serios, sin duda el acontecimiento más importante del final de esta década fue cuando una joven llamada Britney Spears lanza su primer álbum, Baby 1 More Time, vendiendo más de treinta millones de discos, convirtiéndose en disco de diamante. La verdad es que en ese final de década, donde yo tenía diez años, ninguno de esos acontecimientos me importaban demasiado, ni siquiera el primer disco de Britney.
Para los niños de mi generación todo eso no era relevante. Mi generación tenía otra obsesión. En esos años, millones de niños en todo el mundo tenían en su mesita de noche, al lado de su cama, un libro de un pequeño mago llamado Harry, de apellido Potter. Y ahora tengo que hacerte una confesión, algo que puede herir tus sentimientos si tú eras uno de esos niños con uno de los libros de Harry Potter en su mesita de noche. Tengo que confesar que a mí Harry Potter nunca me entusiasmó demasiado.
En esos años, si eras un niño, el regalo fácil para tu cumpleaños o Navidad era comprarte una bufanda o un libro de Harry Potter. Mi cumpleaños es en invierno, así que en esos años acumulé muchas bufandas y también varios libros de Harry Potter. No leí ninguno. Lo intenté, de verdad que lo intenté, pero no había forma de conectar con lo que estaba leyendo y siempre acababa abandonando el libro que tantas personas en el mundo no podían dejar de leer. Hace pocos años decidí que esos libros que acumulaban polvo en la estantería de mi habitación de Valencia merecían un mejor destino, así que los doné a una librería solidaria.
He visto algunas de las películas de Harry Potter también, no todas. Tampoco puedo decir que me apasionen, la verdad. Ni fu ni fa. Ni fu ni fa es español, aunque parezca otro idioma. Es una expresión que usamos cuando algo nos deja indiferentes.
Lo siento, Harry, pero a mí tus historias ni fu ni fa. El género fantástico o de aventuras nunca ha sido mi favorito. La misma suerte corrió la saga de El señor de los anillos. He intentado ver la primera película varias veces y siempre me acabo durmiendo en los primeros treinta minutos. Te decía que Harry Potter no tuvo un impacto en mi infancia, sin embargo, en esos mismos años del final de la década de los noventa, otro personaje de ficción sí se ganó mi corazón, Manolito Gafotas.
Su nombre real es Manuel García Moreno, pero todo el mundo lo conocía por su mote. Un mote es un nombre que le damos a alguien y que hace referencia a una característica particular de esa persona. Manolito porque era un niño y gafotas porque llevaba unas gafas grandes. Conocí a Manolito en el verano de mil novecientos noventa y nueve, cuando yo tenía diez años. En ese verano aprendí tres cosas importantes.
La primera es que podías querer a alguien que no existe, como un personaje de ficción. La segunda era que podías reírte a carcajadas leyendo un libro. Y la tercera era que no era buena idea mezclar pastillas para dormir con whisky. Y no te asustes, déjame que te explique cómo llegué a estos tres aprendizajes. Ese verano de mil novecientos noventa y nueve me fui de vacaciones con mi padre a Portugal.
Creo que fue la primera vez que salía de España. Cruzamos la península en coche y llegamos al país vecino un par de días después. Ahora que lo pienso, aprendí una cuarta lección estando en Portugal. El agua del océano Atlántico está congelada comparada con la del mar Mediterráneo. Recuerdo mi decepción al comprobar lo fría que estaba el agua, no conseguía estar más de dos minutos dentro.
Y ese no fue mi único choque cultural en Portugal. Pronto me di cuenta de que, sorpresa, no hablaban mi idioma. Me resultaba frustrante el hecho de que los portugueses pudieran entenderme bastante bien cuando yo les hablaba en español, pero yo no era capaz de comprender el portugués. Intenté ver la tele en portugués varias veces, pero no pillaba casi nada de lo que decían. En esos años no existían los teléfonos inteligentes ni apps como Instagram o TikTok, así que todavía experimentábamos algo llamado aburrimiento.
¿Lo recuerdas? Entonces me acordé de que mi madre me había puesto un par de libros en la maleta. Eran dos libros que habían traído a casa los de Círculo de lectores. Creo que ya no existe, pero Círculo de lectores era una empresa muy famosa en España, Era una especie de club donde cada miembro recibía un determinado número de libros al mes. Ellos te hacían recomendaciones para asegurarse de que leías todo tipo de libros, de todos los géneros.
Los dos libros en mi maleta me esperaban y yo, muerto de aburrimiento, me decidí por uno de ellos, Wilt. La portada del libro me llamaba la atención, era un dibujo de una mujer con colores muy chillones, muy fuertes. El otro era Manolito Gafotas. Aunque sabía que era un libro para niños de mi edad, no me apetecía leerlo. Quizás tenía miedo de sentir la misma decepción que sentí cuando empecé a leer los libros de ese mago inglés llamado Harry.
Con Wilt, una novela de mil novecientos setenta y seis de género humorístico del autor británico Tom Sharp, aprendí que podías reírte a carcajadas leyendo un libro. Recuerdo lo bien que lo pasé leyéndolo. Años más tarde descubrí que el autor escribió cinco novelas más, las secuelas de este primer libro, aunque no he leído ninguna de ellas. Leí el libro en un par de días, es increíble lo mucho que cunde el tiempo cuando estás de vacaciones y no lo pierdes viendo la televisión o usando el teléfono. Lo más lógico, después de haber leído Wilt, era darle una oportunidad a Manolito Afotas, pero continuaba resistiéndome.
En su lugar, empecé a leer un libro que se había comprado mi padre en España, en un área de servicio de la carretera, antes de cruzar la frontera con Portugal. Era la autobiografía de una famosa actriz española que en ese momento tenía sesenta años. Un libro, tengo que decir, nada apropiado para mi edad, pero que me fascinó. Gracias a este libro aprendí que no era una buena idea mezclar las pastillas para dormir con el whisky, como te he dicho antes. En el libro, esta actriz contaba su infierno con las drogas y su proceso de rehabilitación, cómo logró salir de ellas.
Aunque no entendí todo lo que contaba, me pareció un relato muy didáctico. Además, en uno de sus episodios también hablaba de la amistad y de lo importante que habían sido sus amigos para superar sus adicciones. Teoría sobre la amistad me marcó, de hecho, creo que ya he hablado de ella en otro episodio. Ella decía que no había que buscar al amigo perfecto, sino que era mejor tener un collage de diferentes tipos de amigos, Uno que siempre recuerde tu cumpleaños, otro que nunca recuerde tu cumpleaños, pero que siempre te coja el teléfono a las tres de la mañana si necesitas hablar, otro con el que te puedas ir de vacaciones, otro con el que jamás te podrías ir de vacaciones porque acabaríais mal, pero que te da muy buenos consejos cuando quedáis para tomar un café un domingo por la tarde. La verdad es que esta teoría la he intentado aplicar en mi vida con muy buenos resultados.
Acabé la autobiografía de esta actriz y todavía nos quedaban algunos días en Portugal, así que finalmente decidí darle una oportunidad a Manolito Gafotas, aunque lo hice con un poco de desdén, sin mucho entusiasmo. Manolito Gafotas es un personaje creado por la escritora española Elvira Lindo. El personaje nació en realidad en la radio, donde esta autora interpretaba a este niño de un barrio de Madrid. Esa sección se hizo tan popular que la autora empezó a escribir libros sobre él, creando una saga de ocho libros. Ya puedes deducir que leer ese primer libro de Manolito me alucinó.
Había algo en ese niño de barrio obrero que era adictivo y que hacía que le quisieras, a pesar de ser un poco sabelotodo. Era muy emotivo ver la ilusión que sentía por todas sus aventuras, aventuras que no eran las típicas de los libros infantiles de la época. No había animales fantásticos ni lugares inventados, era todo muy terrenal. Sus aventuras podían ser viajar en el camión de su padre o la posibilidad de irse de vacaciones a la costa con su vecina. Pero también sus aventuras tenían que ver con problemas adultos, como puede ser tener el dinero justo para llegar a fin de mes.
Creo que esa forma de presentar la realidad adulta en un libro infantil es lo que hizo que mucha gente se fijara en él. Manolito nació en la radio, creció en los libros y de ahí pasó al cine. En el verano de mil novecientos noventa y nueve se estrenó la película Manolito Gafotas, y claro, después de haber leído el libro necesitaba ver la película, como comprenderás. Siempre se dice eso de el libro es mejor que la peli, pero en este caso yo diría que la peli es tan buena como el libro. La forma en la que yo había creado los personajes en mi mente era muy similar a cómo se representaban en la peli.
El reparto, es decir, los actores y actrices, era excelente. Mención especial al pequeño actor que eligieron para hacer de Manolito, el protagonista. Buscaron entre más de tres mil niños y, sin duda, dieron en el clavo con su elección, hicieron la elección correcta. En mi caso, por primera vez me podía identificar con un niño de la ficción, un niño rechoncho, gordito, con gafas y un poco patoso, es decir, no muy ágil. Además de sus características físicas, él era un niño un poco viejoven, un oldsow, como se dice en inglés.
En esos años, los anuncios de televisión, las series y las películas españolas siempre elegían a niños y niñas rubios, con ojos claros, todos tenían un aspecto nórdico, nada que ver con la realidad de la mayoría de españoles. Era muy fácil identificarse con Manolito, no solo por su físico, sino también por su estilo de vida. En las pelis de la época todo estaba muy americanizado, los niños vivían en casas grandes, en urbanizaciones lujosas. Las pelis infantiles eran casi como un anuncio de detergente, donde todo era perfecto y aspiracional. Manolito, en contraste con esto, vivía en un barrio obrero con gente con problemas económicos que no podía permitirse irse de vacaciones en verano.
Niños, cuya cena favorita eran las salchichas Oscar Mayer acompañadas de kétchup, mucho kétchup. Y aunque Manolito es el protagonista indiscutible, los personajes a su alrededor le dan credibilidad y, en mi opinión, representan muy bien a la sociedad española de esa época en ese contexto. Tenemos al abuelo viviendo en casa con su hija y con sus nietos, intentando ayudar en lo que puede. También a Luisa, la vecina soltera, que está ligeramente en una posición económica mejor y puede irse de vacaciones a la playa, y aunque no lo hace con mala intención, a veces es un poco condescendiente y mira por encima del hombro a los vecinos con menos dinero que ella. Y por último a la madre de Manolito, madre de dos hijos, ya que Manolito tiene un hermano pequeño.
Una madre un poco superada por las circunstancias, con su marido trabajando como camionero y fuera de casa todo el tiempo, con problemas económicos, con una gran fatiga mental y, por qué no decirlo, un poco harta de sus hijos. Hay una escena de la película que refleja cómo se encuentra Cata, la madre de Manuelito, después de una discusión con su hijo que ha roto sus gafas por tercera vez en un mes. Vamos a escuchar lo que les dice a sus hijos. Dios abandono. Fijaos lo que os digo, un dios se abandona y me queda más ancha que larga.
Amenaza con abandonarlos, que creo que es algo que todas las madres españolas hacían en algún momento de la vida de sus hijos. Dice que los va a abandonar y se va a quedar más ancha que larga. Quedarse más ancho que largo es una expresión que usamos para expresar la idea de quedarnos satisfechos después de hacer una acción, incluso cuando la acción no es algo bueno. Años después del éxito de los libros y de la película, decidieron crear una serie de televisión con la historia de Manolito. A esto se le llama estirar el chicle, alargar una situación lo máximo posible, aunque no sea recomendable.
Efectivamente, se estiró tanto el chicle de Manolito que la serie no fue bien, de hecho, solo hubo una temporada. El primer capítulo se estrenó con un gran éxito, pero cada semana perdía más y más telespectadores, entre ellos yo mismo. Antes te decía que la saga de Manuelito Gafotas consta de ocho libros. Yo me he leído los siete primeros y, gracias a estar haciendo este episodio, he descubierto que había un octavo libro que salió diez años después del séptimo. Y no sabes lo contento que me he puesto con este descubrimiento, tengo unas ganas locas de leerlo estas vacaciones.
El libro se llama Mejor Manolo, y aunque no he querido leer de qué va, por el título deduzco que la autora me va a presentar a un Manolito más maduro, al que ya no le gusta que le llamen así, mejor Manolo. De la misma forma en la que la primera vez que empecé a leer el primer libro de Manolito en mil novecientos noventa y nueve tenía un poco de miedo de sentirme decepcionado, ahora tengo miedo por reencontrarme con Manolito veinte años después, perdón, Manolo, miedo de no volver a conectar como lo hicimos la primera vez. De todos modos, estoy dispuesto a asumir el riesgo. Y ahora te propongo un reto, ve a la página web donde puedes leer la transcripción del episodio y escribe un comentario contándome cuál fue el libro o personaje de ficción que más te marcó, y si te identificabas con él o ella. Es una buena manera de practicar tu producción del español escrito.
También quiero recordarte que tengo dos podcast más, uno llamado Spanish for Falls Beginners, donde el inglés y yo tenemos conversaciones casuales sobre varios temas, y otro, el más nuevo, Advanced Spanish Podcast, para estudiantes avanzados. Me despido ya agradeciéndote una vez más que te hayas pasado por este rincón en español, espero que lo hayas disfrutado. Nos escuchamos en el siguiente episodio. Un abrazo grande.