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¡Hola, filoadictos! Hoy aprovecharemos el debate entre la gata de Schrödinger y un cristiano para hablar sobre el problema del mal.

L.R.A. Otra vez aprovechando la tirada de un youtuber mayor para rascar visitas...

T.R.T. Todo sea por la filosofía. L.R.A.

Amén, hermano. TITULO 1 LA GATA

DE SCHRÖDINGER Hace unas semanas, Rocío Vidal, del canal La Gata de Schrodinger, participó en un debate sobre la existencia de Dios. En ese debate salieron varios argumentos, tanto por un lado como por el otro, pero a me gustaría que nos centráramos en el problema del mal o la paradoja de Epicuro.

Y ¿dónde viene la paradoja de Epicuro? Por un lado, es un dios omnipotente, es decir, lo puede todo, y por un lado es un dios benevolente. ¿Por qué permite que haya tanto sufrimiento humano? Entonces, una de dos. O Dios no es omnipotente, es decir, no lo puede todo, o Dios no es benevolente, entonces ¿en qué quedamos?

¿Es un Dios débil que no lo puede todo pero que es bueno, o es un Dios malvado que lo puede todo pero que no quiere hacer nada por arreglar las cosas que ocurren en nuestro planeta.

Ha habido muchas formulaciones de este problema a lo largo de

la historia. Yo personalmente prefiero la formulación de Lactancio, porque es más esquemática. Dios o bien quiere evitar el mal y no puede, o puede y no quiere, o ni puede ni quiere, o puede y quiere. Si quiere y no puede, es débil, lo que no es propio de Dios. Si puede y no quiere, es malo, lo cual tampoco es propio de Dios.

Si ni puede ni quiere, es tanto malo como débil, y claramente no es Dios. Y si quiere y puede, que sería lo único propio de Dios, ¿de dónde proviene entonces el mal?

LL- A ver, para los que siempre se quejan en los comentarios, esa fuente no es Comic Sans. Pesados.

A esta objeción, Gerson, el oponente cristiano

de Roció, trata de responder en

la línea de William Lane Craig.

Ese es un argumento que se oía mucho hace décadas, pero la verdad es que académicamente no se defiende porque Dios podría tener razones para permitir el sufrimiento.

Pero a mi juicio no acaba de dibujar completamente la respuesta craitiana y enseguida el debate se mueve a otros temas. Lo cual es una pena, porque Craig, siendo como es un filósofo de inspiración analítica, plantea varias distinciones que hubieran ayudado mucho a clarificar los términos del problema. Esto hubiera permitido, a su vez, que Rocío profundizara en las razones de su objeción y que el debate en general saliera fortalecido. De modo que, con vuestro permiso, voy a meterme donde nadie me ha llamado y tomaré sobre mis hombros la tarea de presentaros de modo esquemático la respuesta de William Lane Craig al problema del mal, y a partir de ahí que cada uno juzgue por mismo. Lo primero que dice Craig siempre al tratar este problema es que hay que distinguir entre el problema emocional del mal y el problema intelectual del mal.

Ésta es una distinción clave y muy útil, porque habitualmente estos dos aspectos del problema se entremezclan de tal manera que el rechazo emocional oscurece el debate intelectual. Esto ocurre, por ejemplo, cuando alguien presenta una larga lista de todos los males que hay en el mundo apelando retóricamente más a las emociones del auditorio que a su razón.

L. L. ¿Puedo ejemplificarlo? E.

E. Adelante, por supuesto. L. L.

Por cada persona que no está suscrita a este canal, muere un gatito aquejado de horribles sufrimientos. ¿Por qué no estás suscrito? ¿Tan mala persona eres? ¿No te da pena este gato tan hermoso? ¿Lo he hecho bien?

Mucho. Ojo, Craig no está diciendo que

el problema emocional no tenga importancia. Por supuesto que la tiene, de hecho, según él, al final del día la única dificultad existente para conciliar a Dios con el mal es una dificultad emocional. Por tanto, no se trata de quitar la importancia, pero de reconocer que lo que permite tener un debate de fondo es poner entre paréntesis las emociones e ir a las razones filosóficas básicas para afirmar que Dios y el mal se excluyen mutuamente. Es decir, poner entre paréntesis el problema emocional del mal y abordar el problema intelectual del mal. Aquí, como veis, ya hay algo que Gerson podría haberle preguntado a Rocío.

¿De qué me estás hablando, del problema emocional del mal o del problema intelectual del mal. Pero sin haber hecho esta distinción no se dio la oportunidad de profundizar tanto. Dentro del problema intelectual del mal, Craig distingue a su vez dos versiones, una versión lógica y una versión probabilística. La versión lógica vendría a decir que, dado el mal en el mundo, es lógicamente imposible que Dios exista. La versión probabilística vendría a decir que, dado el mal en el mundo, es improbable que Dios exista.

Como podéis ver, no es lo mismo una cosa que otra, y es importante que el defensor de la paradoja de Epicuro aclare qué argumento está haciendo. Como Gerson no presionó a Rocío en este punto, Rocío se quedó sin decir a qué versión se atenía. Es decir, se quedó sin aclarar qué era lo que estaba diciendo. Veamos cada una de estas versiones por separado, ¿os parece? LL



Pues no sé, no sé,

La versión lógica afirma que hay una incompatibilidad lógica entre la existencia de

un Dios bueno y omnipotente y la existencia del mal. Es lógicamente imposible que Dios y el mal existan al mismo tiempo. Sería como la incompatibilidad entre una fuerza imparable y un objeto inamovible. Son dos cosas que se excluyen mutuamente, o existe una o existe la otra, pero es imposible, lógicamente, que existan ambas al mismo tiempo. Por tanto, si Dios y el mal son lógicamente incompatibles, pero como es evidente el mal existe, entonces Dios no existe.

Por cierto, esta sería la versión que Tomás de Aquino escoge como objeción a la existencia de Dios, como os expliqué en este otro vídeo de aquí. El problema, dice Craig, es que entre estas dos proposiciones no existe ninguna contradicción explícita que sea evidente a primera vista, como en

la noción círculo-cuadrado. Es más, ambas pueden hacerse lógicamente compatibles sólo con añadir una tercera proposición. Dios podría tener razones moralmente suficientes para permitir el mal. Mientras tal cosa sea lógicamente posible, es evidente que no hay contradicción entre la existencia de Dios y

la existencia del mal. Por tanto, para seguir manteniendo que hay una incompatibilidad lógica entre Dios y el mal, tendríamos que demostrar que es lógicamente imposible para Dios tener razones para permitir el mal. Pero ¿cómo, dice Craig, podríamos demostrar tal cosa? La versión lógica del problema del mal resulta, entonces, ser una tesis con una carga de la prueba insoportable y, en consecuencia, tenemos que abandonarla. Llegados a este punto, podríamos ensayar la versión probabilística.

De acuerdo, no hay contradicción lógica entre Dios y el mal. Vale, Dios podría tener razones para permitir el mal, es lógicamente posible. Ahora bien, es altamente improbable, dada la cantidad de mal que hay en el mundo y especialmente su gravedad. Aquí lo que tenemos que argumentar es que si Dios existiera sería improbable que permitiera el mal, o tanto mal, o un mal tan grave. Pero, de nuevo, ¿cómo podríamos saber tal cosa?

Un juicio de probabilidad de ese tipo es altamente ambicioso dada nuestra condición epistémica. ¿Por qué? Porque somos seres finitos, limitados en el espacio y en el tiempo, con una inteligencia que deja mucho que desear y una perspectiva muy pobre de las cosas. Pero un Dios trascendente vería la historia de principio a fin, de modo que podría perfectamente tener razones que desde su perspectiva total fueran plenamente justificadas, pero que en cambio no aparecieran en nuestro marco epistémico limitado y parcial. Pensad lo siguiente, incluso el acontecimiento más trivial puede tener ramificaciones que vayan más allá de lo

que podemos imaginar y es imposible para nosotros calcular todas sus consecuencias. Bien podría ser que el motivo que Dios tiene para permitir este mal concreto no salga a la luz hasta dentro de 100 años y en otro lugar completamente distinto. A nosotros, este sufrimiento puede parecernos gratuito e injustificado, pero si pudiéramos ver las cosas desde la perspectiva de Dios, dice Craig, quizás diríamos «Ah, ahora todo encaja, ahora entiendo por qué lo permitiste». Esto implica, entonces, que la versión probabilística del problema del mal tampoco se sostiene. Puede que este mal me parezca gratuito a mí, pero no estoy en situación para hacer ese juicio con ninguna confianza.

Dadas nuestras limitaciones cognitivas, es altamente presuntuoso por nuestra parte decir que este mal concreto que veo o experimento es tal que Dios es improbable que pudiera tener una razón para permitirlo. Escuché una vez una historia que puede servir para ilustrar este punto. Había una vez un campesino chino que tenía un caballo.

¿Por qué un campesino chino?

No sé, si es chino suena como un poco más a sabiduría oriental. Un día el caballo se le escapó y enseguida vinieron sus amigos a decirle. ¡Oh, qué mala suerte! Los sentimos mucho, qué desgracia. El campesino les contesta.

Ya veremos. A la semana, el caballo regresa, pero no regresa solo, lo acompañan tres caballos más que el campesino puede aprovechar para su trabajo. Vienen sus amigos. ¡Oh, qué buena suerte tienes, qué alegría! Y él...

Ya veremos. Al cabo de un mes, su único hijo se rompe una pierna al caerse de uno de los caballos nuevos. Otra vez vienen los amigos. ¡Oh, qué mala suerte, lo sentimos mucho, qué desgracia! Y él contesta, bueno, ya veremos.

A los pocos días estalla la guerra, pero como su hijo tiene la pierna rota, es eximido del servicio militar. Vienen otra vez los amigos. ¡Oh, qué buena suerte tienes, qué alegría! Y que contesta el campesino...

L.M.L. Que sí, que sí, que ya lo hemos pillado. Ya veremos.

Es esta cautela epistémica la que, según Craig, debería alertarnos sobre el tipo de juicios de probabilidad que está haciendo la versión probabilística del problema del mal. Estas son, pues, las dos versiones posibles del problema del mal, con sus respectivas propuestas de solución. Habría sido realmente interesante que Rocío, confrontada con esta distinción, hubiera podido aclarar cuál era exactamente su argumento. Al hacerlo, Gerson podría haber tirado de la respuesta correspondiente y se habría generado un debate de fondo sobre el tema en cuestión. Pero quién sabe qué ramificaciones habrá tenido tal acontecimiento.

Yo lo que defiendo es que existe una inteligencia sobrenatural y sobrehumana que crea el universo y todo lo que contiene, también incluyéndonos a nosotros.

A estas alturas de la historia, plena

2019,

nadie debería creer en Dios. ¿Por qué? ¿Por qué es eso? Precisamente por la evidencia. Somos fruto de fuerzas ciegas indiferentes.

No airdismo, ni razón, ni bondad, ni maldad. Este argumento se conoce como el ajuste fino. Déjame decir algo. Yo soy el camino, la verdad y la vida. Disfruto mucho el sexo con mi mujer.

Es algo que no es usual en España, pese a que en otros países que puede ser más usual como en Estados Unidos. Se puede normalizar con tratamiento.

Estoy de acuerdo. Yo tuve que pasar por este proceso. La palabra fe, la ardaíz original significa McFlurry. Y ojo, quiero enfatizar algo. Estoy teniendo cuidado con las palabras.

Comienzo yo.

Palabras. Comienzo yo.

Muchas gracias Rocío. Pues Gerson, sin más demora, siéntete libre si quieres. Se me ha ido, perdóname. Genial, pues un fuerte aplauso por favor.