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¡Hola, filoadictos! Hoy vamos a ver Aristó... Hoy vamos a ver Aristó...

Hoy va...

¡Vale, vale, vale, vale!

¡Dios! Vamos a ver Kant.

Venga, Kant, puedes, Enric. Bueno, no me hago responsable

de las trombosis cerebrales que este vídeo pueda provocar. No ha sido mi culpa, sino vuestra, por Insistir. Immanuel Kant, probablemente uno

de los más grandes filósofos de todos los tiempos, fue

un hombre tranquilo que jamás salió de su ciudad natal, Königsberg, y cuyo mayor mérito fue escribir un libro a la edad de 57 años que revolucionó todo el panorama de la filosofía.

Estoy hablando, por supuesto, de la Crítica de la Razón Pura, que

va a iniciar una trilogía que Kant terminará, tras nueve años, con la Crítica de la Razón Práctica y la Crítica del Juicio, demostrando que en esta vida hay que pensar mucho y escribir poco. Lo digo por si hay algún Illuminati de la NECA escuchando. Hoy vamos a

hablar de la crítica de la razón pura, donde Kant construye su teoría del

conocimiento. Crítica significa para Kant examen. Criticar la razón pura significa, entonces, poner la razón a examen, examinar cuáles son sus límites, cuáles son las posibilidades

del conocimiento humano. En definitiva, la pregunta que Kant quiere responder es ¿qué podemos conocer?

Pensad que Kant se encuentra justo en medio de una lucha encarnizada entre el racionalismo cartesiano, representado por un señor llamado Wolf, y el empirismo, representado por Hume. El racionalismo sería el campeón de los conceptos puros, mientras que el empirismo sería el campeón de las intuiciones sensibles. Pero para Kant, ambos sistemas de pensamiento acaban en agonías. Por un lado, el racionalismo desemboca en una metafísica dogmática, porque se pone a teorizar sin haber examinado antes el instrumento que utiliza, la razón. Por otro lado, el empirismo de Hume termina en un escepticismo radical, que pone en cuestión el fundamento de la ciencia y de la moral, porque niega la posibilidad de cualquier conocimiento universal y necesario.

Y esto es un problema para Kant, porque era un forofo no sólo de Newton y de la ciencia moderna, sino también del deber moral universal e ineludible. Y como era su deber creer en el deber, debía criticar estas conclusiones de Hume. Ante estos dos problemas, dogmatismo racionalista y escepticismo empirista, Kant intentará una síntesis particular de racionalismo y empirismo para fundamentar con éxito el conocimiento científico, hakematea Hume, al tiempo que marcará los límites más allá de los cuales nuestra razón no puede ir. Jaque mate a Descartes.

O a Wolf. Razón y experiencia deberán unirse en el nuevo sistema kantiano, deberán... ¡Fusionarse!

FUUUUUSIONAR

FUUUUUSIONAR FUUUUUSIONAR

Si os ponéis a leer

a Kant, hay un término que os vais a encontrar por todas partes. TRASCENDENTAL. Teoría alimental trascendental, estética trascendental, lógica trascendental... ¡¿Qué significa?! Leámoslo directamente.

Llamo trascendental a todo conocimiento que se ocupa no tanto de objetos cuanto de nuestro modo de conocernos. Filosofía trascendental no significa, pues, una filosofía muy importante, sino una filosofía que se fija no en las cosas, sino en el sujeto, y en el modo en el que el sujeto conoce los objetos de conocimiento. Lo trascendental refiere a las condiciones de posibilidad del conocimiento de un objeto. ¿Condiciones de posibilidad? Aquellos requisitos para que se algo, en nuestro caso, el conocimiento.

Como veremos, para Kant estas condiciones se encuentran en parte en el sujeto mismo, son ciertas determinaciones a priori, independientes de la experiencia, que ayudan a configurar el objeto de conocimiento. El sujeto no conoce a pelo, por decirlo así, sino mediante una estructura previa que aplica a los datos de los sentidos. Vamos a explicarlo mejor. Kant distingue entre dos tipos de juicios, los juicios analíticos y los juicios sintéticos. Los juicios analíticos son aquellos cuyo predicado está contenido en el concepto del sujeto.

Por ejemplo, un triángulo tiene tres lados. Tener tres lados es precisamente lo que significa ser un triángulo. El predicado está contenido en el sujeto. Este tipo de juicios son a priori, es decir, independientes de la experiencia, porque para verificarlos no necesito acudir a una fuente distinta del mismo juicio. Con el concepto de sujeto ya tengo suficiente, porque en él ya está incluido el predicado.

Pienso un poquito en qué significa y ya está. Como son independientes de la experiencia, estos juicios tienen universalidad y necesidad, que son dos características que a Kant le molan mazo. El problema es que, vale, son juicios universales y necesarios, pero no nos añaden ningún tipo de conocimiento, porque todo lo que decimos en el predicado ya está contenido en el sujeto. Son juicios, como mucho, explicativos, o, en términos técnicos kantianos, juicios patontos. Pero ya está, el predicado no añade nada nuevo al sujeto.

Los juicios sintéticos, en cambio, son aquellos en los que el predicado que aporta algo nuevo al sujeto, es decir, son aquellos juicios que que nos aportan conocimiento. Por ejemplo, los perros azules son muy majos. Está claro que ser majo no es algo que esté incluido en el concepto de perro azul. Por tanto, cuando yo digo los perros azules son majos, realmente estoy conociendo algo nuevo que no conocía al conocer sólo el sujeto, perro azul. Así que no son meramente juicios explicativos sino juicios extensivos, porque el predicado añade algo nuevo al sujeto que no estaba contenido en él.

¿Cuál es el problema? Que por lo general los juicios sintéticos son empíricos o a posteriori, es decir, que dependen, se fundamentan en la experiencia. Y Hume ya nos enseñó que de la experiencia no se puede derivar nunca necesidad ni universalidad. La experiencia sólo nos muestra casos particulares y contingentes. El problema de los juicios analíticos es que, a pesar de ser universales y necesarios, no nos añaden conocimiento, y el problema de los juicios sintéticos a posteriori es que, a pesar de añadirnos conocimiento, son sólo particulares y contingentes.

Ninguno de estos dos tipos de juicios sirven para fundamentar una ciencia, que precisamente lo que pretende es añadir conocimiento que sea universal y necesario. Por tanto, todo el problema para Kant va a consistir en fundamentar la posibilidad de hacer juicios que nos aporten conocimiento, es decir, que sean juicios sintéticos, y a la vez que ese conocimiento sea universal y necesario, es decir, que sean juicios a priori. Estamos hablando de la posibilidad de los juicios sintéticos a priori. Juicio sintético a priori, público de adictos a la filosofía, público de adictos a la filosofía, juicio sintético a priori. Hello, hello,

nice to meet you.

Un ejemplo de juicio sintético a

priori para Kant sería el siguiente. Todo lo que ocurre tiene una causa. Es sintético porque el predicado tener una causa no está incluido en el sujeto todo lo que ocurre y, por tanto, amplía nuestro conocimiento. Pero es, al mismo tiempo, a priori, porque posee universalidad y necesidad. Es innegable que la proposición proviene en parte de la experiencia, porque sólo de la experiencia obtenemos el concepto de cosas que ocurren.

Pero al mismo tiempo, la conexión entre sujeto y predicado tiene que ser a priori, porque es universal y necesaria, y estos son características que no provienen de la experiencia. El juicio sintético a priori va a ser entonces el lugar de la fusión de razón y experiencia. La experiencia aporta el fundamento empírico, sin el cual no cabe conocimiento alguno. La razón va a aportar la universalidad y la necesidad, lo a priori. Esto es importantísimo.

La universalidad y la necesidad no provienen de las cosas, sino que provienen del sujeto, de las estructuras con las que el sujeto conoce la realidad. ¿Por qué? Porque, de nuevo, Hume ya nos explicó que la universalidad y la necesidad no se pueden derivar de la experiencia. Por tanto, si hacemos juicios necesarios y universales, estas dos características tienen que provenir de una fuente distinta de la experiencia, que no va a ser otra que la misma razón. La razón o el sujeto tienen una estructura a priori que aplica a los datos de los sentidos.

Seguid conmigo un poco más y lo entenderéis.

Para la filosofía clásica basada en Aristóteles, la

realidad está formada por dos principios constitutivos, la materia y la forma. La materia, dicho bruscamente, es aquello de que está hecho una cosa, el material, que en Aristóteles es pura potencia indeterminada, algo así como el áperon de Anaximandro. La forma, en cambio, es el qué de una cosa, aquella figura o estructura interna que la hace reconocible. Cojamos una estatua de bronce. La materia es el bronce, aquello que es moldeado.

La forma es la figura reconocible de la estatua. La clave es que tanto materia como forma son principios constitutivos de la realidad. La realidad es materia y forma. El ser humano, cuando conoce, lo que hace es abstraer o separar la forma de la materia, de modo que lo que conoce es la forma, el qué de una cosa. Pero esta forma está originalmente en la cosa y la hace ser lo que es.

Ejemplo de muchos animales concretos, abstraigo la forma de animal. Pero la forma de animal es algo de la realidad que yo conozco, que yo descubro. ¿Qué pasa? Que llega Hume y dice que este proceso de abstracción no es posible y que no se puede sacar nada universal ni necesario de lo empírico. No hay forma que abstraer en lo empírico, eso es simplemente producto de un hábito mental.

Por tanto, ¿qué hace Kant

para solucionar esto? Acepta la crítica de base, de que no hay forma en

lo empírico, pero va a decir que lo formal proviene de otra fuente. La forma proviene del sujeto, de las categorías del sujeto. La materia, en cambio, la aporta la realidad, o el noúmeno, como Kant lo llama, a través de la ventana de las intuiciones empíricas. Ni las categorías solas son conocimiento ni lo empírico solo es conocimiento. Sólo en el encuentro entre ambos se produce el conocimiento.

Intuición sensible y concepto constituyen los dos elementos de todo nuestro conocimiento, De suerte que ni los conceptos sin una intuición correspondiente ni la intuición sin conceptos pueden darnos conocimiento. Sin sensibilidad, ningún objeto nos sería dado y sin el entendimiento, ningún objeto sería pensado. Los pensamientos sin contenidos son vacíos, las intuiciones sin conceptos son ciegas. Tan necesario es, pues, hacer a los conceptos sensibles, es decir, añadirles el objeto en la intuición, como hacer a las intuiciones inteligibles, es decir, someterlas a conceptos. Las dos facultades no pueden cambiar sus funciones.

El entendimiento no puede intuir nada, ni los sentidos pueden pensar nada. Sólo de su unión puede salir el conocimiento. Vale, me acabo de imaginar al hijo de Kant preguntándole a su padre papá, de dónde sale el conocimiento, y Kant diciendo, mira, hijo mío, cuando papá categorías del pensamiento y mamá intuiciones sensibles se quieren mucho, se abrazan muy muy muy muy fuerte y de su unión sale hijo conocimiento. Poca broma, porque es tal cual. Papá solo no hace ningún hijo, pensamientos sin contenido son vacíos, y mamá sola tampoco.

Las intuiciones sin concepto son ciegas. Sólo hay conocimiento en el encuentro entre las estructuras a priori del sujeto y lo dado en las intuiciones empíricas. Sólo que este encuentro no es sexual. ¿No? Aquí, a diferencia de lo que veíamos en Aristóteles, la forma ya no es algo que viene dado en la realidad, sino que es algo del sujeto que pone el sujeto.

Lo que Kant excluye por influencia de Hume es cualquier teoría clásica de la abstracción, en la que la forma pertenece a la cosa y es el sujeto el que la abstrae o la descubre mediante su razón. En Kant, la forma ya no es algo de la realidad que el sujeto descubre, sino que es aquello que el sujeto pone o añade a los datos caóticos que le llegan y que le son dados por los sentidos. En Aristóteles, el compuesto de materia y forma constituye la cosa real. En Kant, el compuesto de materia y forma constituye el objeto del conocimiento. Puede que sea un matiz, pero lo cambia todo.

La forma ya no es un modo de ser de un noumeno que en permanece desconocido para nosotros, sino que son modos de conocer del sujeto, estructuras de su acceso al noumeno. De tal modo que podemos decir que, al final, lo que el sujeto conoce en las cosas es aquello que él mismo ya ha puesto en ellas. Aunque podemos preguntarnos ¿es eso conocimiento? No en vano para Kant la realidad en misma, el noumeno, nos es desconocido, porque no tenemos un acceso directo a él. No conocemos el noumeno, sino el fenómeno, que es precisamente esta combinación de materia y forma.

Todo nuestro conocimiento está predeterminado por nuestras estructuras de conocimiento, de modo que no hay un acceso puro o incontaminado al noúmeno. No hay conocimiento al margen de la forma, que en Kant es, recordémoslo, forma de conocer. Por tanto, no conocemos la realidad en sí, sino que la conocemos según nuestro modo de conocer, que paradójicamente es un obstáculo. Las categorías no son determinaciones o propiedades que pertenezcan a los objetos mismos, sino formas de nuestro modo de recibir los fenómenos. La realidad que nos es dada en las intuiciones empíricas es informe y caótica, y es el sujeto el que la ordena según sus leyes internas.

Repitámoslo, la forma no es algo de la realidad, sino que es algo que ponemos nosotros, que proviene de nuestro psiquismo. Es la contribución del sujeto al objeto de conocimiento. De modo que puede decirse que, en cierto sentido, no es la realidad la que se impone al sujeto, sino que es el sujeto el que impone a la realidad sus propias leyes de conocimiento, su estructura a priori. La filosofía del sujeto de Descartes ha llegado a una cumbre y todo está preparado para dar el salto al idealismo alemán. En resumen, el conocimiento para Kant sólo se produce en el encuentro entre lo empírico o material, que proviene del noumeno y no se es dado en las intuiciones sensibles, y lo formal, que proviene del sujeto, de su estructura interna.

El conocimiento surge de la fusión de razón y experiencia, o del encuentro entre papá categorías del pensamiento y mamá intuiciones sensibles. Si te ha gustado y consideras que has aprendido algo, dale a like, compártelo con tus amigos y suscríbete para que tu pensamiento no se quede vacío y sin contenido.