Este es el paciente TN. Se trata de un médico de Burundi al que vemos moviéndose por este pasillo lleno de obstáculos. Pasa el cubo de basura... Pasa el otro cubo de basura... Vemos que va despacito, pero con buena letra.
Duda un poquito al sortear el trípode pero lo sorteo sortea los folios y el portafolios con una piña encima y pasa la caja de sobaus pasiegos y llega al final.
Menuda porquería de caso diréis. ¿Qué justifica mi fascinación y esa cara de hack del tipo que va detrás? El paciente TN es fascinante porque El paciente TN está ciego. Ciego. Ciego.
Cie-cie-cie-ciego. El paciente TN está ciego, pero no es una persona invidente cualquiera. No tiene el problema que suelen tener la mayoría de las personas invidentes.
Seguro que conoces de sobra tu sistema visual. Ya hemos hablado de él más de una vez en Antroporá. Aquí están los ojos y tu retina. Aquí los nervios ópticos por los que viajan las señales que vienen de la retina, aquí el tálamo en donde hacen relevo, y aquí la radiación óptica por donde la señal llega a la corteza visual. Y a partir de aquí ya viaja por toda la corteza por diferentes rutas.
La mayoría de las personas invidentes tienen el problema aquí, en los ojos, normalmente en la retina, por lo que las ondas lumínicas que llegan al ojo no son capaces de hacer nada, no entran al sistema. Pero el paciente TN es una persona invidente diferente. Su ceguera no está causada por un daño en los ojos ni en el nervio óptico, sino en otro punto del sistema. En concreto aquí, en la corteza visual primar. Aquí vemos un escáner del paciente.
Aquí tendría que haber cerebro sano como en este escáner, pero su corteza occipital, como puedes ver, está destrozada.
El paciente TN sufrió la peor de las suertes. Tuvo dos derrames consecutivos que afectaron a su corteza visual. Y ahora padece lo que llamamos ceguera cortical. Los pacientes con ceguera cortical están ciegos. Como los que tienen problemas en los ojos, no pueden leer,
ni ver YouTube, ni saber
a quién tiene delante. Están impedidos en su día a día. Pero entonces, ¿qué pasa con el paciente TN? ¿Por qué es capaz de navegar este pasillo lleno de obstáculos sin tropezarse? ¿Por qué llegó a este pasillo utilizando un bastón para personas invidentes, pero de repente podía sortear los obstáculos?
Lo que está manifestando el paciente TN es un fenómeno que a menudo aparece en los pacientes de ceguera cortical. Este fenómeno se llama visión ciega o blind sight y aparece sometiendo a estos pacientes a determinadas pruebas.
Pero ¿de qué trata la
visión ciega? ¿Tiene el paciente TN alguna clase de superpoder? ¿Es un X-Men? ¿Está usando la fuerza? No, algo mucho más fascinante.
Está utilizando su cerebro. Uno como el que tienes tú.
Seguro que has sido avispado y ya sospechas qué es lo que está pasando con el paciente TN. Si miras el sistema visual te das cuenta de que lo que se ha roto en este paciente es el tercer eslabón de la cadena visual, pero la información lumínica sigue entrando al cerebro. Quizás digas, bueno, pero lo que queda de sistema visual parece muy limitado, ¿no? Bueno, los libros de texto nos suelen mostrar un sistema visual parcial. Las ondas lumínicas no son sólo conducidas hacia la corteza visual primaria.
Hay otros puntos del cerebro a los que la información lumínica llega sin pasar por el punto dañado. Y sí, estas vías siguen intactas en los casos de ceguera cortical. Y sí, este tipo de carreteras secundarias son las que se propone que sustentan las capacidades visuales residuales de estas personas aparentemente invidentes. Pero hay un gran problema. La integridad del sistema principal resulta necesaria para la formación de una imagen detallada y consciente del mundo que nos rodea, para ver en definitiva.
Estas carreteras secundarias utilizan la información visual, pero no permiten la formación de una imagen consciente. Y esta es la gran movida. Estos pacientes experimentan sensaciones suscitadas por estímulos visuales, pero no son capaces de experimentar el estímulo visual en sí. Los estímulos visuales quedan en el terreno subconsciente. El paciente TN es incapaz de ver esta papelera.
Su imagen nunca se hace consciente, pero sí desencadena alguna sensación en su cerebro que hace que cambie de dirección.
Hay quien dice que este caso puede deberse a habilidades de colocalización, es decir, a la capacidad del paciente de saber si tiene algo en frente guiándose por el sonido. En mi opinión personal, esto no se sostiene mucho, porque es capaz de evitar obstáculos realmente pequeños, como esa piña, que no va a producir mucho eco. Pero bueno, vamos a ver otras habilidades de este tipo en acción.
El que ves aquí sentado en la silla es el paciente G.I. Tuvo un accidente a los ocho años en el que adquirió sus lesiones en la corteza visual. Como el paciente T.N. No es capaz de percibir su entorno visualmente, aún así si el experimentador le pide que indique la dirección del movimiento que va a pasar por sus ojos, es capaz de seguirlo. Él no ve punto rojo alguno, no ve la pantalla, pero puede indicar con su brazo cómo se mueve.
Pero lo más curioso es cómo describe su experiencia. Un poco de experiencia. Hay un movimiento allí. ¿Qué viste? Nada.
Solo una impresión. Solo que estaba consciente de que había un objeto moviendo. ¿Puedes describir el objeto? No. Gracias.
En el caso de este paciente pasa algo curioso. Es consciente de que algo se mueve, pero no de qué es lo que se mueve. Ha accedido a su consciencia a la información del movimiento, pero no al objeto en movimiento en sí. Dios, es que es una rayada. ¿Te imaginas cómo debe ser la mente de estos pacientes?
La cosa es que como las lesiones de cada paciente son un mundo y afectan a más regiones corticales o menos, no se puede hablar de la visión ciega como un fenómeno que se presente siempre igual. Cada paciente que muestra habilidades de visión ciega tiene sus capacidades peculiares. Por ejemplo, el paciente TN podía decir con probabilidades superiores a las del mero azar si una cara que estaba puesta delante de él estaba feliz o estaba enfadada. Por supuesto, no veía la cara. No podía distinguir si era de hombre o de mujer.
Esta capacidad se mostraba únicamente con caras y no con otras imágenes de contenido emocional, como animalitos felices o una orgía. En otros pacientes se ha visto que está preservada una capacidad de contagiarse de cierto modo de las emociones que ven. Seguro que te pasa que si te sonríes, tiendes a sonreír? ¿Que si te miran enfadado, tiendes a fruncir el ceño? Pues bien, si a estos pacientes les enseñas la foto de alguien sonriendo, la actividad del músculo cigomático mayor, el de la sonrisa, se incrementa.
En cambio, si le enseñas una imagen de alguien cagado de miedo, la actividad del músculo corrugator supercili se incremente. Otros investigadores vieron que podían entrenar a un paciente a tener de miedo a un estímulo visual aunque este no lo viese conscientemente. Si presentaban un dibujo de un avioncito como precedente a una pequeña descarga eléctrica, luego si le enseñaban ese mismo avioncito antes de un ruido fuerte, la respuesta de sobresalto ante este ruido era mayor, como si la visión subconsciente del avioncito lo pusiese alerta.
Estos casos de visión ciega son súper interesantes por dos motivos. Lo primero es porque nos permite inferir cosas del complicado funcionamiento del sistema visual, sobre qué partes del cerebro procesan las diferentes cualidades de lo que se ve. Y segundo, y más interesante si cabe, es porque son casos en donde la percepción visual y la conciencia están disociadas.
Tenemos la idea de que es a partir de la visión consciente que se desencadenan los efectos de la visión sobre la conducta. Por ejemplo, tenemos la idea de que si vemos este cesto con cachorros, es a partir de la imagen mental consciente del cesto con cachorros que se desencadena la emoción de aaaaaaawwww. Pero estos casos de visión ciega nos muestran un proceso contraintuitivo, en el que el cerebro no precisa siempre la imagen consciente de lo que pasa para desencadenar una emoción o dirigir una conducta. Lo podemos imaginar todo como un iceberg, en donde la visión consciente es la punta y la visión no consciente la parte sumergida. En estos casos de ceguera cortical, esto se elimina, pero lo otro permanece y es capaz de dirigir ciertas conductas.
La puntita del iceberg, las áreas cerebrales de cuya actividad deriva la visión consciente, nos aportan riqueza y mayor complejidad de respuestas. Pero no son las únicas que basan nuestra conducta. Es algo que solemos ignorar, pero tanto esto como esto determinan lo que haces, y no solo en lo
que se refiere al sistema visual, sino a todas tus capacidades. Estos pacientes desafían la percepción intuitiva de cómo somos y cómo funcionamos. Nos adentran en el fascinante mundo de lo subliminal, de los estímulos de los que no llegas a ser consciente pero influyen en tu conducta. Por supuesto, este territorio lo seguiremos explorando en Antroporama en próximos vídeos. Hasta aquí este vídeo sobre el fascinante fenómeno de la visión ciega.
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